
Controlaba el tiempo y el exiguo número de personas dentro. Sabía que a esa hora, pasada la medianoche, el cierre del establecimiento estaría a medio echar y nadie del exterior pensaría en entrar y arruinarle el asalto. Contaba, además, con un arma corta de fuego y una dilatada experiencia en un sector, el del atraco, que estaba a punto de acoger su última función. Y así, en líneas generales, se podría decir que lo tenía todo salvo un pequeño detalle: la osadía de una empleada que marcó el teléfono de la Policía mientras estaba encerrada en el almacén de la tienda.
Los hechos, adelantados por Vozpopuli, se desataron minutos antes de la una de la madrugada del pasado viernes, casi al unísono de producirse la angustiosa llamada. A un lado de la línea, la trabajadora, una de las tres que se encontraba en el local; y al otro, un agente de la sala Cimmac-091, quien, tras escuchar el relato de su interlocutora activó de inmediato a los patrulleros de la zona.
Por la emisora recibieron el mensaje de que un hombre encapuchado y vestido de negro había entrado en un Telepizza, ubicado en el número 29 de calle de Sangenjo, armado con una pistola. Tras ello, había amenazado a los dependientes (hasta el punto de ponerle a uno de ellos el cañón en la cara) para apoderarse de la recaudación (algo más de 130 euros), antes de encerrarlos con llave en la oficina del restaurante. La fortuna quiso que la tercera trabajadora no saliera al comedor y pudiera refugiarse dentro del almacén, desde donde dio la angustiosa voz de alarma.
Completado el aviso, los agentes acudieron al lugar y taponaron con sigilo las posibles vías de escape, conscientes de la posibilidad de que el atracador abriese fuego al detectar su presencia. Este, que aún no había salido de la pizzería, no se percató de la trampa policial y salió a la carrera por la puerta trasera del negocio. Portaba el botín (una bolsa negra) en una mano y la pistola en la otra.
Finalmente, el sospechoso, de 43 años y nacionalidad marroquí, fue reducido aunque no sin dificultades, al tratar otra vez de recluirse en el comercio y oponerse de forma violenta a la detención. Se trata de un ciudadano residente en Parla con antecedentes por hechos similares, a los que deberá sumar ahora dos delitos más de robo con violencia y tenencia ilícita de armas. Una pistola que, por cierto, intentó esconder debajo de una nevera. Pero tampoco aquí consiguió su cometido.
Fuente ABC