“Va a doler”. Así describió el economista Andrés Borenstein al escenario económico de corto plazo, luego de las medidas anunciadas por el ministro Luis Caputo y el ajuste planteado, con recorte de gasto y aumento de la presión impositiva. Una aceleración inflacionaria (25% mensual en diciembre y enero) con consumo en baja al menos en el primer semestre son algunas de las claves de lo que viene.
Según el economista jefe de Econviews, se trata del tercero entre los peores escenarios de las últimas décadas, luego de la crisis de 2001 y la hiperinflación de 1989. “Creo que la actividad no va a caer tanto como en esos episodios, pero nos enfrentamos a meses bravos”, dijo Borenstein, en el marco de la 22° edición del seminario ProPymes, organizado por Techint.
En una conversación con Martín Berardi, presidente Ejecutivo de Ternium, Borenstein proyectó una contracción de entre 2 y 3% del PBI en 2024, con un primer semestre donde la economía “va a caer más que eso”.
“En el segundo semestre, va a haber alguna levantada. Y casi por cábala no me gusta hablar de segundo semestre (risas). Pero eso, si sale bien. Viví siempre en la Argentina y no sé si va a salir bien”, dijo el economista, quien estimó que “si podemos estabilizar” la macro, el país puede crecer al 8% en 2025.
“El potencial es gigante, pero es impensable que de acá a febrero lo podamos hacer”, planteó, y sugirió “paciencia” para empezar a ver resultados. “El efecto de la devaluación va a ser recesivo en el corto plazo. No me imagino que antes de mayo o junio la economía empiece a recuperar. La velocidad al principio va a ser lenta, y por más de que lo veamos los economistas, eso en la calle no se va a sentir”, pronosticó.
Al analizar el paquete de medidas anunciado por Caputo, destacó el “ancla fiscal” planteada, la decisión de alcanzar el equilibrio fiscal el año que viene y el movimiento en el tipo de cambio oficial, que llevó al dólar mayorista a $800. “Va a doler. Un ajuste de cinco puntos del PBI es fuerte”, planteó Borenstein, quien de todas maneras elogió el enfoque del equipo económico.
“Macri tardó una semana en levantar el cepo y estos ‘tipos’ al segundo día tuvieron una decisión de cambiar el dólar. Y (Luis) Caputo escuchó. De lo que había trascendido, había cosas que no gustaban y las cambiaron. Por ejemplo, esa obsesión con las Leliq, que desapareció. Escucharon otras opiniones y obraron en consecuencia”, relató Borenstein.
En ese escenario, insistió en la “paciencia” para analizar los resultados o las consecuencias de las medidas, en una economía que está “rota en lo fiscal, lo monetario, lo cambiario y lo institucional”.
De corto plazo, no obstante, pronosticó “meses duros” con alta inflación. Según sus proyecciones, superará el 25% mensual en diciembre y enero. “Vamos a ver aumentos de precios altísimos en rubros como alimentos, porque estaban siguiendo el tipo de cambio oficial y Argentina exporta alimentos”, dijo el economista, quien de todas maneras proyectó que en otros rubros, como los bienes industriales o los autos, el impacto será menor.
“Ya estaban cerca del paralelo. Si uno seguía el tipo de cambio oficial y algunos precios mayoristas, eran mellizos hasta agosto de 2022. Ahí empezó la historia de las SIRA, empezó a ser más difícil importar y pagar, y desde entonces los precios se fueron pareciendo más al MEP”, detalló.
Según sus mediciones, rubros como la carne tendrán un impacto significativo, con aumentos que ya rondan el 8% semanal. “Lo que estamos viendo no es un plan de estabilización, sino un ajuste de precios relativos, que es condición indispensable para hacer un plan de estabilización bien. Porque si arrancás un plan con dólar atrasado o precios de tarifas ridículas, todo el mundo va a formar expectativas con lo que falta. Este sinceramiento, que nos va a doler a la población, es el paso previo”, resumió.
Según pronosticó, en febrero “debería bajar” la inflación, a índices mensuales de entre el 7% y el 11% mensual. “Debería venir un plan, con algún acuerdo de precios y salarios, como se hizo en el plan Real en Brasil. Para eso, el ancla fiscal es importantísima, porque ayuda a anclar y generar credibilidad”, sostuvo.
Detrás del objetivo de equilibrio fiscal planteado por Caputo, el reto es el la ejecución del recorte en los gastos y la viabilidad política para que se concreten los cambios en tarifas y las modificaciones en materia impositiva (Ganancias, retenciones) o en la fórmula previsional, que debe pasar por el Congreso.
En ese contexto, Borenstein planteó que la Argentina va “a una economía mucho más de exportación que de consumo”, con un “tipo de cambio que será alto por mucho tiempo”. “Tenemos US$10.500 millones de reservas negativas, y de largo plazo deberíamos tener un 10% del PBI, que son US$60.000 millones. La única forma de conseguir eso es exportando más. Y eso se consigue exportando más, y para eso necesitas un tipo de cambio competitivo”, describió.
En ese sentido, agregó que el ‘crawling peg’ del 2% mensual “se quedó corto” pronosticó que “se va a ajustar rápido”, en referencia a la aceleración inflacionaria y la búsqueda del Gobierno por evitar un nuevo atraso cambiario.
En cuanto a la economía cotidiana de las familias, el economista advirtió por un efecto recesivo de corto plazo, pero descartó “un hiperdesempleo”. “Por ahí sube la desocupación al 8%, y es un problema. Pero el gran tema del mercado laboral hoy es que lo que se genera es empleo informal, en el sector público, cuentapropista o monotributo, que es informal”, describió, y concluyó: “Si no estabilizamos la macro, todo lo que digamos es sarasa”.
Fuente La Nacion