Trece muertos esperan justicia; trece familias necesitan respuestas y más de mes y medio después la investigación comienza a dárselas, aunque puedan aumentar su dolor. La tragedia del pasado 1 de octubre era evitable. Bastaba con que se hubieran cumplido las normas de seguridad, siquiera las más elementales. La Policía lo tiene claro: nos encontramos ante trece homicidios por imprudencia. Ahora solo falta que paguen los culpables y que las víctimas sean resarcidas.
Aclarado el lugar donde comenzó el fuego, en el techo de la primera planta de la discoteca Teatre, en la zona colindante con Fonda Milagros –los testigos y los vídeos aportados a la causa no dejan duda al respecto–, una de las claves de la investigación era determinar el origen del fuego. Es cierto que queda por presentarse el informe de los expertos de Policía Científica sobre este tema, pero los investigadores del Grupo I de Homicidios de la Jefatura Superior de Murcia tienen claro que se produjo por la utilización imprudente o negligente de una máquina de chispas/fuego frío empleada en el espectáculo que acompañaba a los DJ de la fiesta «We are Remember» que se celebraba en Teatre.
De nuevo los testigos y los vídeos son indicios que llevan a esta conclusión, pero también análisis técnicos de ese artefacto, comprobaciones que demuestran que provocan quemaduras o, de forma aún más evidente, la constatación de que el incendio comenzó justo encima de donde se utilizaban esas máquinas.
David Montiel, uno de los testigos que además aportó un vídeo clave, manifestó que no hay «ninguna duda de que el fuego se inició exactamente donde impactaba uno de los cañones que arrojaban chispas que se situaba a la derecha del DJ (…) que impactaban sin ninguna duda en el techo y donde se inició el fuego«… La persona que suministraba el combustible a ese artilugio explicó por su parte que «las chispas son como un colillazo. Si pones un papel cebolla arde». Y la documentación del artefacto precisa que «no quema directamente, pero su abrasión a la salida de las chispas sí puede crear incidentes y quemazones sobre prendas textiles delicadas o sobre la piel».
Fuego latente
Para la Policía, «el inicio del incendio tuvo que producirse mucho antes de ser detectado, por el estado de las llamas que se aprecian y la velocidad con la que se propagó por toda la discoteca y los establecimientos cercanos. Si bien, en base al lugar donde se inició, y la estructura del falso techo, el mismo debió estar oculto a la vista de los clientes y trabajadores del establecimiento«.
Los investigadores hablan de una conducta imprudente de la persona que manipulaba la máquina de chispas, alrededor de la cual debía haber 1,5 metros de distancia de seguridad, y de 7 de altura, lo que no se cumplió. De hecho, las chispas incidían directamente en el techo de la discoteca.
Esa persona, Alfonso Guirao, intentó ocultar a la Policía que era el encargado de instalar y utilizar ese artefacto y dijo que era «cliente de la discoteca» y que simplemente había ido a la fiesta. Su vestimenta le delató ante los agentes. Al ser descubierto, se justificó diciendo que le habían citado como víctima y que no dio importancia al tema de la máquina… Junto con el organizador de la fiesta, Carlos Ruiz, es el responsable de todo lo sucedido con ella.
Si el origen inmediato del incendio es esa máquina de chispas, sus devastadoras consecuencias se deben a los gravísimos incumplimientos de las más básicas normas de seguridad, tanto en lo relativo a la detección, como a la alerta, sistemas contra las llamas y la propia evacuación de los locales.
Olvido fatal
En cuanto a la alerta, que según el plan de seguridad del propio establecimiento Teatre debe realizarse de forma rápida y precisa, avisando además al personal del establecimiento colindante; es decir, Fonda Milagros, ese aviso no se produjo nunca.
El desalojo en el primero de los locales se hizo entre las 6.00.59 horas y las 6.02.00, por las dos puertas principales, de las que una estaba cerrada con persiana y tuvo que ser abierta 24 segundos después de comenzar la evacuación. En Fonda Milagros se hizo, en cambio, entre las 6.03.34 horas y las 6.05.35; es decir, más de tres minutos después, que fueron claves en la tragedia. Además, este local quedó sin luz 22 segundos de comenzar la salida de los clientes, lo que complicó aún más las cosas. Solo se pudo utilizar la puerta principal. De nuevo son los testigos los que dan fe de todo ello y además el visionado de las cámaras confirman esas declaraciones.
Hubo una diferencia sustancial entre las dos discotecas. Mientras en Teatre sus trabajadores eran conocedores de la gravedad del siniestro, los de Fonda Milagros lo ignoraban por completo, por lo que no pudieron adoptar medidas acordes a dicho riesgo. Nadie les advirtió de lo que sucedía y eso que sus compañeros estaban obligados a ello.
En cuanto a la evacuación, la Policía sostiene que «hay indicios para creer que varias de las salida de emergencias estaban cerradas y bloqueadas», y además los trabajadores de Fonda Milagros, al no conocer la energadura de las llamas, no dispusieron en primer lugar el desalojo de la primera planta, sino que intentaron apagar el fuego, lo que ayudó a que se produjera el desenlace fatal.
Sin formación
Para complicar más las cosas, el personal de las discotecas no había recibido formación en materia de seguridad, como ordena el Plan de Emergencias y Evacuación. Así lo reconocían los propios trabajadores, como Javier Vicente, controlador de accesos de Teatre, quien dijo que «desde que él está trabajando no le consta que les hayan dado ningún curso de formación al respecto, ni les han explicado cuál es la función de cada uno de ellos», así como que tampoco se ha hecho simulacro alguno. En parecidos términos se expresó Herney Lozano, empleado de Fonda Milagros, quien desconocía si existía un plan de emergencias y de evacuación, que por supuesto no había recibido formación para un caso de incendio y ni siquiera para el trabajo que desempeñaba.
Este tipo de manifestaciones fueron comunes en los trabajadores de los dos locales, pero aún más sospechosas en este sentido son las declaraciones de Eva Martínez, encargada de Teatre, que solo pudo dar respuestas vagas.
Pero hubo otros factores que ayudaron a que se desatase el infierno. Los detectores de humo e incendios o no existían, o no estaban activos, o no funcionaron por alguna causa. De haberlo hecho «probablemente hubiera sido trascendental para detectar a tiempo el fuego y no tener un trágico desenlace», en opinión de los investigadores.
Sólo extintores
Entre la documentación intervenida a Fonda Milagros tras el incendio hay un cuestionario que una compañía de seguros hizo al local en el que se especifica que la sala no disponía ni de detectores automáticos de humo ni de rociadores automáticos; de hecho, el único sistema contra incendios con el que contaba era con unos extintores.
En el juicio que llegará, además, habrá otro elemento clave: que ambos locales funcionaran de forma independiente fue causa principal de la tragedia: «De haber actuado con un único Plan de Emergencias y Evacuación, con un personal formado y coordinado, no hubiera supuesto una demora de más de tres minutos en el desalojo de Fonda Milagros», sostiene la Policía.
Fuente ABC