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Son bolas diminutas de plástico y reciben el apelativo de lágrimas de sirena. Los ‘pellets’ que desde mediados de diciembre arriban en masa a varias playas del litoral gallego estaban destinados a usarse como material de fabricación industrial pero, en su lugar, han acabado suspendidos en las mareas y, por último, varadas en los arenales. Su presencia fue reconocida rápidamente como una amenaza para el medioambiente y para la salud pública, pero su retirada exitosa aparenta plantear requisitos monumentales. Sin embargo, gracias a un estudio encargado por la Xunta de Galicia al Centro Tecnológico de Investigación Multisectorial (CTIM), desde este lunes está confirmado que, en esta ocasión, los pellets están compuestos de plástico PET y, por tanto, no son tóxicos.
En cuanto a la dificultad a la hora de retirarlos, por un lado, su tamaño, inferior a 5 mm, hace que se mezclen con la arena, las algas y otros restos, haciendo muy complicada su recogida. Al mismo tiempo, esta tampoco puede realizarse cuando se encuentran flotando en el mar porque su color translúcido los hace ilocalizables. E, incluso una vez en las playas, el proceso de saneamiento se complica mucho. La experta en ecotoxicología Zulema Varela Río, investigadora postdoctoral en la Universidade de Santiago de Compostela (USC), explica a este medio que, directamente, llevar a cabo una limpieza total de los pellets va a ser un «imposible»: su pequeño tamaño, sumado a que la mayoría están enterrados o se cuelan por las brechas de las rocas, hace que muchos vayan a quedarse enquistados en el terreno.
Con todo, una gran preocupación radicaba en los efectos adversos que pudieran tener sobre los ecosistemas, si bien el reciente comunicado del Gobierno autonómico deja claro que no contienen toxicidad. Su acumulación en organismos que podrían ingerirlas, como peces o aves -y no tanto mariscos, en este caso, debido al tamaño de las bolitas, añade la experta- es, como con cualquier microplástico, de por sí una amenaza para el consumo humano. Pero, de haber sido venenosos, habrían puesto en riesgo también las cadenas tróficas del mar y las playas. Según ha informado la Xunta, por ahora no tiene constancia de que haya afectación sobre peces ni aves y «todavía no» se va a activar la fase 2 del Camgal, el plan autonómico por el que cada municipio perfila su plan de contingencia, a la espera de disponer de más datos del Ejecutivo central.
A la hora de limpiarlos no conviene, explica Varela, emplear herramientas como rastrillos o coladores porque remueven el hábitat de las especies autóctonas. De hecho, las operaciones de barrido y limpieza corren el riesgo de generar más daños si no se hacen de la forma adecuada. E, incluso así, la manera más correcta, aunque tremendamente ineficiente en términos de tiempo, implicaría retirar uno por uno, de forma manual, cada pellet, empleando guantes y depositándolos en un contenedor.
Fuente ABC
