MIAMI, Estados Unidos. – Yali Romagoza, una artista cubana nacida en La Habana en 1984, se ha convertido en una voz crítica y creativa a través de su alter ego, Cuquita The Cuban Doll. Este personaje, que surge de las tradicionales muñecas de papel cubanas conocidas como “cuquitas”, se ha convertido en un medio de expresión y crítica a los sistemas de poder y estereotipos culturales.
Romagoza creció durante el llamado Período Especial, una época marcada por la escasez y la crisis económica. “Crecí en medio de apagones, picadillo de soya, cerelá, agua con azúcar”, recordó la joven artista en una entrevista concedida al medio Hypermedia Magazine.
Precisamente ese contexto forjó su interés en el cuerpo como un espacio de supervivencia y fue el punto de partida para su acercamiento a la performance. “Mi acercamiento a la performance vino a través de mis estudios de Historia del Arte en la Universidad de La Habana y de mi interés con la ropa”, ha explicado Romagoza.
En su adolescencia, la artista comenzó a utilizar la ropa como un medio de expresión individual, rebelándose contra la sociedad igualitaria impuesta por el régimen de la Isla. Fue miembro de la Cátedra de Arte de Conducta, creada por la artista Tania Bruguera, donde se conectó la performance con disciplinas como la política y la crítica social. “Encontré en el vestuario un modo de comunicar mi individualidad”, ha explicado la joven.
Cuquita The Cuban Doll nació en 2018, después de siete años viviendo en Estados Unidos. “Recuerdo cuando niña coleccionaba las cuquitas que venían en la revista Mujeres“, contó Romagoza. Su personaje Cuquita cambia de apariencia constantemente, borrando nociones de raza, etnicidad y cuerpo femenino. “Ella es híbrida por naturaleza, narra lo que significa existir en un espacio entre culturas”, dice la joven.
Romagoza también ha realizado “acciones performativas no anunciadas” en lugares como el Museo Metropolitano de Nueva York y el Museo Guggenheim. Estas protestas, tituladas “No me pongan en lo Oscuro (Do not Bury me in Darkness)”, son un desafío a la invisibilidad de la artista latina en la diáspora dentro del sistema del arte.
“Permanecemos inmóviles durante media hora usando penes simulados como parte de nuestro vestuario”, explica Romagoza, que también destaca la intención de estas performances de difundir mensajes de igualdad para las mujeres artistas latinas.
Tras más de una década viviendo en Estados Unidos, la joven reflexiona sobre los retos de ser una artista migrante. “Una vez que te vas de Cuba perdemos, en el caso de los artistas visuales cubanes, nuestro ‘privilegio de nacionalidad’”, comenta.
Para Romagoza, la performance es una herramienta poderosa de expresión y resistencia. “Como mujer, me da la oportunidad de crear espacios de expresión que pueden existir fuera o dentro de la institución arte”, explica.
A través de Cuquita The Cuban Doll, Yali Romagoza desafía las nociones preconcebidas de identidad, cultura y poder. Cuquita, más que una simple muñeca de papel, es una declaración política y artística, un medio para que Romagoza explore y critique la complejidad de la identidad cubana y la experiencia de la diáspora o el exilio.
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Fuente Cubanet.org