Por Nicolás J. Portino González
En la actualidad, se evidencia un cambio significativo en la forma en que la ciudadanía accede y procesa la información. Esto marca un claro hito en la historia de la comunicación.
Cada enfrentamiento actual -bienvenidos de regreso- entre las fuerzas de seguridad y “los de siempre” en la zona del Congreso, remonta para algunos, los recuerdos del tristemente célebre hecho de “Costequi y Santillán” y su impacto en aquella “opinión pública” ya lejanos, distantes y evidentemente ya inconexos.
Eclipsados por la transformación del panorama mediático y la evolución del nivel de análisis y disponibilidad de información del ciudadano promedio.
En contraste con la época pasada, en la que la población aguardaba y dependía del movilero, el diario o el noticiero de las 8 en canal 13 para estar al tanto de los sucesos, en la actualidad la búsqueda de información se ha diversificado exponencialmente. La ciudadanía ya no depende exclusivamente de un puñado de canales de televisión y diarios, sino que cuenta con miles de fuentes y enfoques a su alcance, lo que marca un paradigma completamente diferente en el acceso a la información.
En tiempos analogicos pasados, la narrativa mediática se limitaba a un discurso unidireccional, en el que predominaba el relato de un “neoliberalismo” culpable de todos los males del planeta, junto con la consigna de abandonar el régimen del “1 a 1” incrustada a martillazo neumático.
Este discurso, respaldado por un reducido número de actores mediáticos, tuvo un impacto significativo en la conformación de la opinión pública y, en última instancia, en el devenir político del país.
(¿Salió bien, no..?)
Dicho montaje, en su momento patético, de 5 presidentes que escapaban al mando, dio origen al régimen kirchnerista, que provino con prontuario y todo desde la provincia patagónica de Santa Cruz y luego se extendió durante 20 años a nivel nacional, culminando recientemente con el fin del gobierno de “la señora”, “El remisero” y “Ventajita”.
Tal como reza el refrán “lo que mal comienza, mal termina” y aquel régimen se había iniciado en 2003 con el entonces presidente menos votado de la historia, Nestor Kirchner, y un escueto 22%.
Hoy, 22 años después, la sociedad, representada por un 56% en aumento, ha desenmascarado la mentira que sustentaba el discurso predominante del pasado, reconociendo inequívocamente su impacto negativo en la realidad del país.
Esta nueva era se vislumbra como un cambio de paradigma hacia el liberalismo, marcando así un punto de inflexión en la mediocre, chata, lamentable y patética historia política y social del país, cuyo impacto se hará sentir en las próximas décadas.
Enhorabuena.
La absurda izquierda insiste con la vieja receta de los anarquistas, cuando llegó a la Europa de 1817. Como se aprecia en la ilustración, la candidata de izquierda obtuvo solo el 2,66 de los votos. Hoy provocan desmanes en el Congreso y buscan trabar leyes.