
Guaymallén no deja de dar sorpresas, siempre ingratas. Se trata del departamento que despunta en el ranking de hechos de corrupción, por lejos.
O sea, todos chorean, en todos lados, pero en el terruño de Marcos Calvente la cosa parece haberse “profesionalizado”. No hay delito que no se cometa allí: desde robos y licitaciones amañadas hasta casos de abuso sexual.
Ahora mismo, hay fuerte ebullición porque se han robado dos motos de la playa de estacionamiento guaymallina. En realidad, ocurrió hace dos semanas, pero se descubrió ahora. Y no hay manera de tapar el escándalo en puerta.
Que se suma a otras sustracciones, también de motos, o de partes de motos, o autopartes. O lo que sea. Ya la cosa es inmanejable.
Como se dijo, en todos lados se cuecen habas, pero Guaymallén es la tierra de lo hiperbolico, lo inimaginable, por lo grotesco. El realismo mágico de García Márquez, un poroto.
Los empleados no están enojados, ya no. Después de tanto tiempo, están apenados, desgastados, resentidos. Incluso impotentes.
Porque deben tragarse todo eso que suelen observar bajo amenaza de ser despedidos. Sus salarios están bajo la canasta de la pobreza, pero sus jefes nadan en dinero. Aún así les piden que se resignen, que piensen que al menos tienen un trabajo.
Ahora mismo, hay bronca en las áreas de Preventores y de Tránsito porque juran que los hostigan. Apuntan a varias personas, pero a una en particular la “secretaria-novia” de uno de los “porongas”. Daniel Ozan, jefe de Preventores de la comuna.
Es un hombre que sabe demasiado, y encubre demasiado, y calla demasiado. El robo es mayúsculo, por eso hay mucho para callar. Y hay mucha gente involucrada. Para arriba y para abajo.
Pero no hay impunidad que dure cien años. Ni omertá que lo resista.
Fuente Mendoza Today

Argentina
España
USA
Israel















