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Convertir la necesidad en virtud suele darme más alegrías que penas. Es un poco como el judo. Convertir la fuerza de tu adversario en tu punto de apoyo para tumbarle sobre la lona. Pasa algo parecido con Donald Trump. Habría que aprovechar sus amenazas para hacer lo correcto. El candidato a repetir como presidente ha vuelto a poner en duda a la OTAN. Esta vez no se ha quedado en dejar en el aire su eventual compromiso con el artículo 5 de la Alianza, el que activa la defensa mutua en caso de ataque. Trump ha afirmado que animará a Rusia a “hacer lo que le dé la condenada gana” con todo país aliado que no cumpla con su compromiso de gasto del 2% del PIB en Defensa. Hay dos posibilidades: que sea una bravuconada que acabe en farol o que no lo sea. El riesgo de equivocarse es mucho mayo si en la UE pensamos que se trata del primero. La buena noticia es que, a diferencia de todos los crecepelos que vende el nacionalpopulismo, sea de izquierdas o de derechas, esta medida al menos es clara. Hay un número encima de la mesa: el 2% del PIB al año de gasto en Defensa. Que, por otra parte, es un objetivo para el que los miembros de la Alianza se han comprometido a trabajar. En una economía de unos 17 billones de euros, como es la de la UE, estamos hablando de 340.000 millones al año. En el caso de España, unos 30.000 millones de euros. No es barato, pero el mundo se está convirtiendo en un lugar cada vez más hostil y de los Pirineos a la frontera de Ucrania hay apenas 22 horas en coche.
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Fuente El Confidencial