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Cuando no eres rico, siempre tienes que parecer útil. No es mío. Es de Céline. Estaba muy bien tirado cuando lo escribió hace casi 100 años y lo sigue estando ahora que la inteligencia artificial está empezando a destruir trabajos que creíamos blindados contra la automatización. Me acordé de ello cuando leí la entrevista de Jorrín a Unai Sordo (CCOO), que, con buenas dosis de sentido común, abogaba por no gravar a los robots, sino los beneficios que estos generan. Es verdad que a eso se le llama Impuesto de Sociedades y ya está inventado, pero no está de más darle una pensada a cómo usar ese extra de recaudación. Podemos seguir dedicando la mitad del presupuesto del Gobierno central en pensiones y los intereses de la deuda o podemos invertir en guarderías infantiles, formación para los jóvenes que accederán en unos años al mercado laboral y para los no tan jóvenes cuyo trabajo puede quedar obsoleto con un mal gesto del algoritmo. Lo uno da votos y solo requiere seguir la corriente. Lo otro crea estadistas y requiere altura de miras.
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Fuente El Confidencial