Por Ricardo Roa
La corrupción que saltó en el contrato de la Anses con Nación Seguros se repite en muchísimas áreas del Estado. Fernández presidente fue lobbista de Martínez Sosa como antes lo había sido de Cristóbal López
El ahora destapado negocio de los brokers de seguros hace acordar y mucho al de los Cuadernos: complicidad de políticos y empresarios, exitosa fórmula argentina para que algunos pasen al frente al costo de alguna que otra incomodidad judicial. No demasiada. No se enseña en las escuelas de negocios: la cátedra se da secretamente aquí. Pero es un secreto nada secreto. Hay que anotarse en algún partido político y, como con las universidades, siempre se conoce cuál conviene más. Repasemos.
Ya está, para el que lo quiere ver, bien claro lo que pasaba. Y lo que aún pasa: la corrupción que saltó en el contrato de la Anses con Nación Seguros se repite en muchísimas áreas del Estado. Acuerdos entre organismos públicos con un broker en el medio sin otra misión que la de hacer posible una coima.
Van saltando detalles. Ya hay un juez, Julián Ercolini, de los que se toma en serio su trabajo. Allanó rápido sedes y casas de brokers y empresas, y juntó y junta pruebas y documentación del fraude. El contrato lo firmaron dos hombres de Massa en la Anses y la brigada de Alberto Fernández en Nación Seguros, a la que llamaban Fernández Seguros. De aquí en adelante, Fernández Seguros también para nosotros.
Casi todos los de esa brigada fueron corridos o echados. El presidente Pagliano, que dicen que decía: “Aquí todo está armado para robar”; su adscripta Gregorini; el subgerente Soria, que había llegado desde Sancor y dicen que sabe de trampas en seguros como pocos y, por debajo, una red de gerentes.
El Presidente explicó por qué quiere dar marcha atrás con la suba de las dietas.
También tuvieron que dejar de apuro sus oficinas cinco directores, entre ellos un peso pesado, Argibay, que solía viajar en el avión privado de Andrés Peralta, el hermano de Pablo, dueño de Orígenes y muy amigo de Fernández. Lo contamos porque Orígenes es una de las aseguradoras con las que Fernández Seguros tercerizaba pólizas, como las de los jubilados de la Anses.
Habría que pasarle a Fernández Seguros más que un limpiafondo, como a las piletas de natación. Se verá si lo hacen los nuevos jefes, que están estudiando si se meten como querellantes en el juicio. Fernández Seguros curiosamente pudo gambetear la lista de Milei de empresas a privatizar. No es la única omisión que llama la atención, que se hace sospechosa, ominosa, por venir de donde venimos y desde hace tanto tiempo. Pero sigamos con el racconto.
Un datito más antes: a esos vuelos de multimillonario, Argibay y Peralta invitaban a Pablo Torres García, el broker que metieron entre la Anses y Fernández Seguros. Torres García probablemente sea el mayor broker después de Héctor Martínez Sosa, el amigo/ socio de Fernández, casado con la secretaria del ex presidente.
Torres García es un viejo conocido de Massa pero sobre todo de gente del Pro y de Nicky Caputo: fue el broker de la Ciudad hasta que Macri lo echó, en 2016. Con Caputo dicen que Torres García aún comparte negocios, como los del Cerro Bayo, en La Angostura. Incluso, asegura a Mirgor, la empresa de Caputo en Tierra del Fuego.
Con Fernández tuvimos un presidente con años de experiencia en el ramo. Había sido por años Superintendente de Seguros. Y con un delicado y muy estudiado decretito, supo bien qué hacer: dijo que había que proteger los bienes del Estado y obligó a todos los organismos a contratar a Fernández Seguros. La patria no se vende, dicen, pero los negocios sí.
En paralelo, desde la Rosada, y también por puro patriotismo, su secretaria Ana María Cantero (o sea, él mismo) llamaba a jefes de las empresas públicas para que contrataran a su marido, Martínez Sosa. Elija usted la palabra que quiera para calificar eso. Lo concreto: Fernández presidente fue lobbista de Martínez Sosa como antes lo había sido de Cristóbal López. Y aunque habló pila de veces de lo que no sabía, de los seguros, que sabe, no habla.
Los brokers tienen una razón de ser en el sector privado pero cuando llegan al Estado es para permitir negocios. Sobran casos, y por todos lados. Dicen que en Fernández Seguros más del 30% de los seguros estatales tienen brokers. Esta historia de lo que ocurrió (y quizás siga ocurriendo) con la Anses es una parte más bien chica aunque multimillonaria de una historia megamillonaria. Bien arriba están los reaseguros en dólares en el exterior.
Acá, otra caja mensual de la política son los seguros de riesgo, que concentra Provincia ART, porque Fernández Seguros no los brinda. En Fernández Seguros, el broker lo pone el banco. En Provincia ART, la empresa que contrata. Provincia/ART tiene más de 50 mil clientes y su principal fuerza de venta es el banco Provincia. ¿Quién le sigue en volumen? Adivinó: Martínez Sosa, el broker preferido de Fernández. Después vienen otros como Net Broker y Gaman.
Sorpresas que no sorprenden: en los últimos tiempos Servicio Penitenciario Federal y Casa de la Moneda pidieron de golpe meter un broker en el contrato, sin dar ninguna razón. Quizás no hacía falta: es la que todos suponemos. Y más sorpresa: ya Milei en el gobierno, se sumó el Correo Argentino. Datos o datazos quizás para Ercolini o para algún otro juez.
Quien podría revelar estos secretos es Miriam Clerici, presidenta de Provincia ART hasta 2020. También por qué el Estado paga más o mucho más por estos seguros. Ejemplo: los bancos privados pagan una alicuota del 0,5%. El ministerio de Defensa, por sus empleados civiles, 1,7% . Tres veces más. Un caso casi obsceno es el de Yacimientos Río Turbio, que vive de los subsidios oficiales y paga, sin embargo, el ART más alto a Experta ART, de la familia Werthein, una de los grupos económicos más beneficiados por el kirchnerismo.
Calza perfectamente en la ocasión: en el Pacto que propone a los gobernadores, en especial entre los famosos 10 puntos, al presidente le faltó una concreta mención a la corrupción. Bien pudo decir: no más corrupción, carajo. Y repetirlo tres veces.
Fuente Clarin