AREQUIPA, Perú – Marina Cuenllas fue una de las matronas más famosas de La Habana, y de Cuba, antes de 1959. La mujer era de origen gallego y vivía en el penthouse de un edificio en la Avenida de las Misiones. Tenía dos hijos, uno radicado en Miami y otro en Argentina, a quien enviaba dinero periódicamente.
Su prostíbulo, ubicado en la calle Colón número 258, era exclusivo debido a sus tarifas y la clientela distinguida que lo frecuentaba. Personajes de renombre mundial como el presidente estadounidense John F. Kennedy y el dominicano Juan Bosch lo visitaron en ocasiones.
El servicio en el local de Marina se ofrecía por diez pesos, una suma considerable en la década de 1940. Era conocido que la entrada principal solo se abría a clientes familiares para el establecimiento o recomendados.
La casa tenía una saleta con una imagen de Santa Bárbara y un patio lateral con un bar bien surtido. Las chicas, elegantemente vestidas y perfumadas, esperaban a los clientes para acompañarlos a las habitaciones del piso superior, en contraste con otros prostíbulos donde se exhibían desnudas.
Marina Cuenllas ofrecía a sus prostitutas de manera innovadora: mediante un álbum de fotos donde estaban retratadas completamente como Dios las trajo al mundo, lo que permitía a los clientes elegir a distancia.
Esta práctica fue toda una novedad en la capital de la Isla en aquella época, y se dice que el álbum aún existe, aunque no se ha podido verificar su existencia.
Un día, el general Quirino Uría y el ministro Lomberto Díaz salieron del periódico El Mundo y, escandalizados por lo que vieron en el barrio de Colón, sugirieron al presidente Carlos Prío Socarrás que tomara medidas. Esto condujo al famoso decreto que cerraba el barrio de tolerancia.
Después del cierre, Marina y sus chicas se trasladaron a una casa cerca del puente Almendares, donde eventualmente fueron desalojadas por residentes del reparto Kohly lideradas por la esposa del profesor de derecho, Manuel Dorta Duque.
La acción contó con la participación de la Liga de la Decencia, una organización con sede en un apartamento en la calle Obispo.
Marina tuvo que adaptarse rápidamente a los cambios. La zona de tolerancia de Pajarito comenzó a funcionar, y Marina estableció el Mambo Club, un centro nocturno con burdel incluido en el kilómetro tres de la carretera de Rancho Boyeros.
Aunque Colón eventualmente volvió a abrir como zona de tolerancia, la famosa matrona cubana conservó su casa y la dejó bajo el cuidado de unas sirvientas. Con el triunfo de la revolución de Fidel Castro, devenida en dictadura, el barrio experimentó un declive hasta su clausura. Pajarito, por otro lado, permaneció un poco más.
Marina, preocupada por la seguridad de sus posesiones, instruyó a su esposo para que retirara la corona y la espada de oro de la imagen de Santa Bárbara y otros objetos de valor de la casa. Después de salir de la Isla, se perdió su rastro, mientras que las sirvientas eventualmente adquirieron la propiedad.
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Fuente Cubanet.org