MOSCÚ.- En la escuela N°2123 de Moscú, a las 10.30 de la mañana reinaba el silencio. Tres policías vestidos con ropa militar se agitaban para mantener el calor, mientras exhalaban nubes de vapor blanco. Un hombre que parecía estar a cargo de la mesa electoral se movía de un lado a otro, expectante. Desde temprano, el edificio mantenía sus puertas cerradas y los pasillos vacíos; de vez en cuando el silencio se interrumpía con la llegada de algún votante, lo que provocaba que todas las miradas se dirigieran hacia la entrada.
Pero cuando se acercaron las 12 del mediodía, la calma se interrumpió de golpe: una multitud de gente empezó a llegar y el lugar se convirtió en un eco de murmullos. Formaron una larga fila que se extendía hasta la calle Stolovyy Pereulok, que luego de unos minutos, los policías la cerraron porque la gente obstruía el paso. La mayoría eran jóvenes de entre 25 y 40 años, y todos estaban ahí por el mismo motivo: el tan esperado “Mediodía contra Putin”.
Detenciones, ataques y una protesta singular marcaron el tercer y último día de las elecciones que posicionaron una vez más a Vladimir Putin en la cúpula del poder, asegurándole un mandato de otros seis años. Con el 87.79% de los votos, según los primeros resultados, Putin está en vías de convertirse en el gobernante más duradero de la historia de Rusia.
La oposición rusa llamó a la población a dirigirse a las urnas el último día de elecciones a las 12, con el objetivo de abrumar los colegios electorales en una protesta destinada a ser una poderosa demostración de fuerza legal contra el presidente Putin. Esta iniciativa, liderada por el político liberal Maxim Reznik y respaldada previamente por Alexei Navalny antes de su muerte, ahora cuenta con el apoyo de su viuda, Yulia.
“Queremos que termine esta época oscura. Queremos un futuro claro y normal”, dice el sitio web de la campaña. “Pero nosotros, ciudadanos de nuestro país, con nuestro dolor y nuestra esperanza, no somos perceptibles ni para las autoridades ni para los demás. Demostraremos a los demás y veremos por nosotros mismos que somos muchos. Podemos convertirnos en una fuerza que no puede ocultarse tras porcentajes dibujados”.
Frente a esta ola de gente, los encargados de las mesas se vieron obligados a adaptar el proceso de votación para hacer frente al flujo inesperado de votantes. El organizador principal, exaltado, empezó a dar indicaciones a la gente y a los policías que cuidaban la puerta: ahora permitirían la entrada de grupos de diez personas, con el fin de agilizar la fila y evitar congestiones.
Los manifestantes parecían seguir un código; no harían comentarios. El acto de protesta era estar ahí. Solo la voz de un joven se elevó entre la multitud: “Vinimos en memoria de Navalny”, dijo, y se puso rápido sus auriculares, como si estuviera nervioso y un poco arrepentido de haber hablado (además en inglés). El resto lo miró con sorpresa pero un poco aliviados de que haya expresado lo que todos querían decir.
Navalny murió el 16 de febrero en una colonia penal del Ártico, bajo circunstancias inciertas. Enfrentaba una condena a 19 años por cargos de extremismo y fraude, considerados una persecución por sus aliados. Algunos acusan al Kremlin de estar detrás de su muerte, aunque un informe médico estableció que fue por “causas naturales”.
La prudencia de este grupo de personas era un reflejo de las advertencias que lanzaron las autoridades moscovitas ayer: dijeron que presentarían cargos penales y hasta cinco años de prisión contra quienes participen en concentraciones el día de las elecciones. De hecho, según la ONG rusa de derechos humanos, OVD-info, la policía detuvo a unas 74 personas en todo el país por acciones de protesta relacionadas con las elecciones presidenciales.
Además, algunos residentes en Moscú denunciaron que el gobierno estaba tomando medidas para disuadir el acto, por ejemplo celebrar la Maslenitsa (tradición rusa) a la misma hora que la convocatoria.
Pero la concurrencia en las principales ciudades de Rusia fue muy alta. “Sí. Vino mucha más gente. Mucha más de la que esperábamos”, agregó otra mujer que esperaba en la fila.
Exactamente 12 horas después, Putin apareció frente a las cámaras en una conferencia de prensa y dio su opinión sobre la protesta.
“Mientras haya habido convocatoria para venir a votar, los elogiaré por eso. Yo mismo pedí a la gente que fuera a las urnas. Si la oposición pensaba lo mismo, bien hecho. Según tengo entendido, esto no tuvo efecto. Pero algunos estropearon las boletas, esto es malo, decidieron arruinar a aquellas personas que vinieron a cumplir con su deber cívico. Esto es antidemocrático” declaró.
Aunque en otras regiones de Rusia -como la república de Chuvashia- no hubo mucha convocatoria, el “Mediodía contra Putin” tuvo una gran repercusión en todo el mundo. Imágenes en redes sociales mostraron largas filas en los puntos de votación para rusos de distintos países del mundo. En Berlín, Yulia Navalnaya fue a votar a la embajada rusa y los participantes le demostraron su apoyo y se sacaron fotos con ella.
Según los expertos, a través de estos actos, los ciudadanos rusos están haciendo evidente su creciente hartazgo hacia las políticas represivas de Putin. Pero el miedo sigue ahí. “El miedo es omnipresente: por sus vidas, por sus familias, por sus empleos… No quieren ser detenidos ni perder su trabajo”, afirma en una entrevista Andrei Kolesnikov, experto de la Fundación Carnegie, el think tank norteamericano que tuvo que cerrar sus oficinas de Moscú. “Cuando se les permite hacerlo (expresarse) los rusos no dudan en apoyar posturas contrarias al Kremlin”.
Lionel Ingram, experto en el sistema político ruso en la Universidad de New Hampshire, analiza que esta acción del votante puede hacer que Putin piense cuidadosamente en sus próximos pasos. “Esto sería una refutación más obvia que votar a un oponente y más segura que otras acciones, como destruir la papeleta electoral”, dice a LA NACION. “Que se haya presentado tanta gente sólo puede interpretarse como un gran rechazo. La forma en que Putin responda a este tipo de actos será significativa. Preferiría no hacer conjeturas sobre lo que hará. Sin embargo, estoy seguro de que podría afectar a su decisión sobre una nueva movilización”, agregó el experto.
Mientras tanto, Rusia tendrá seis años más de Vladimir Putin. En la plaza roja ya empezaron los preparativos para los festejos de mañana, que además coinciden con el décimo aniversario por la anexión de Crimea: escenarios, banderas, y decenas de puestos de seguridad rodearon el Kremlin, y el gobierno espera que miles de personas acudan al festival.
Fuente La Nacion