LA HABANA, Cuba.- Este martes, en su “Cafecito Informativo”, la colega Yoani Sánchez abordó, entre otros, el tema de la arremetida de turno contra “la blandenguería” de los jefes comunistas (o de “Esta Gente”, como los ha bautizado nuestro pueblo usando una frase que marca distancias y no está exenta de cierta carga despectiva). El comentario crítico de la también directora del diario digital 14yMedio se centró en la figura del primer ministro Manuel Marrero Cruz.
“¡Hay que tener la cara de concreto para hablar de que no se le comunica a la población los resultados de una investigación por corrupción!, y esto decirlo a unos 18 días” de haberse anunciado la defenestración (en buen “cubano” sería “truene”) del viceprimer ministro y titular de Economía, Alejandro Gil Fernández, por actos que de inicio fueron calificados como “errores”, pero que a posteriori han sido vinculados al peculado. ¡Y sin que en esas dos semanas y media se le haya brindado información alguna a la ciudadanía sobre la marcha de la investigación!
Pero es que esas situaciones (que, en una persona con vergüenza, darían lugar a que, como se suele decir, “se le cayera la cara” por ese motivo) no suelen escasear en nuestra Cuba. Entre ellas se puede mencionar, por ejemplo, las que años atrás, en pleno apogeo de los subsidios soviético o chavista (ya no), se dedicaba a lo que la propaganda castrocomunista solía denominar “logros de la Revolución”.
Es que “Esta Gente” no se esconde para declararse “marxistas-leninistas”. Pero ya sabemos que el fundador de la secta planteaba que lo esencial de una sociedad es la producción de bienes materiales (llamada “infraestructura” en la jerga que él ideó). Sin embargo, pese a haber contado durante decenios con subsidios multimillonarios, los castrocomunistas sólo han cosechado, en ese terreno, fracasos tan sonados como el de la producción azucarera, que bajo su mandato se ha reducido hasta niveles del siglo XIX…
Los “logros”
Entonces, como supuestos “logros” de su sistema, los agitadores al servicio del régimen mencionaban la salud pública, la educación y los deportes. Se trata, como es obvio, de actividades relacionadas con la prestación de servicios; no con la producción de bienes materiales. Pero eso no ha impedido que, durante años, los comunistas cubanos se ufanaran de esos supuestos resultados favorables… cuando en realidad deberían avergonzarse de no haber podido incrementar la producción de, digamos, la misma azúcar u otras mercancías.
Del mismo modo, la propaganda castrista, a lo largo de los años más recientes, no se ha avergonzado de destacar la “ayuda fraternal” recibida de sus “hermanos vietnamitas”. Como se sabe, el país del Sudeste asiático sufrió durante años una guerra que provocó millones de muertes y una tremenda destrucción material.
Más allá de las causas que motivaron ese conflicto (las ansias de los jefes radicados en Hanói por extender su dominio totalitario al resto del largo país), lo cierto es que la guerra provocó esas bajas y pérdidas millonarias. Mientras tanto, y pese a la permanente propaganda castrista sobre la “hostilidad norteamericana”, en nuestro archipiélago reinaba la paz.
Sin embargo, en Vietnam, al cabo de pocos años del fin de las hostilidades, la jefatura comunista no sólo normalizó relaciones con sus enemigos virulentos de antaño, sino que también adoptó políticas que propiciaron un rápido desarrollo económico. Cuba, por el contrario, mantenía la estéril retórica antinorteamericana sobre “El Bloqueo”, al tiempo que su economía involucionaba. ¡Y no hubo que esperar mucho tiempo para que el país arrasado de punta a cabo empezara a prestarle ayuda al nuestro! ¡Y eso sin que a los mayimbes castrocomunistas se les cayera la cara de vergüenza!…
Harina de una islita
Estas amargas consideraciones de carácter más bien histórico vienen al caso porque un titular del “diario de la abuelita” (Granma, órgano oficial del Comité Central del partido único), también de este martes, proclama muy orondo: “Cuba agradece a San Vicente y las Granadinas por donativo de harina”. Y una vez más hay que comentar: ¡Y que no se les caiga la cara de vergüenza!
Porque, señores, ¿acaso hace falta señalar las abismales diferencias que hay entre nuestro país y la pequeña excolonia británica de las Antillas Menores!, que es (como todas las restantes de esas islitas, a excepción de Trinidad) ¡más pequeña que Isla de Pinos! O, para hablar con mayor precisión, convendría indicar las diferencias existentes, pero entre la Cuba y el San Vicente de 1959.
Es verdad que el señor Ralph Gonçalves, primer ministro del pequeño país insular, que en lo interno ha mantenido un sistema democrático, en lo internacional sostiene inmejorables relaciones con las dictaduras castrochavistas del área. Pero también es cierto que llama la atención que, poseyendo tan limitados recursos, se haya desprendido de 235 toneladas métricas de harina de trigo (un producto que, obviamente, tuvieron que importar, ya que ese cereal no crece en esa tierra tropical).
¡Y así anda Cuba de pordiosera por el mundo! Y nuestros jerarcas, en lugar de imitar a Vietnam y normalizar las relaciones con Estados Unidos, ¡siguen esgrimiendo el “Bloqueo” (en realidad, un embargo provocado por el despojo de propiedades multimillonarias de norteamericanos, al principio de la revolución, sin que se pagara un centavo) para justificar tanta pedigüeñería!
Y por tercera vez viene al caso señalar: ¡Y que a “Esta Gente” no se les caiga la cara de vergüenza!
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Fuente Cubanet.org