Por Matías Moreno
Fue a fines de abril de 2023, cuando los Menem comenzaron a edificar el sueño de un regreso súbito a la cima del poder de la mano de Javier Milei. El entonces diputado y aspirante presidencial había viajado a La Rioja, reino irreductible del menemismo durante los noventa, para apuntalar la candidatura a gobernador de Martín Menem, sobrino del caudillo popular del PJ que rigió los destinos del país durante una década. Tras la actividad proselitista, Martín citó a Milei en la casa de su padre, Eduardo, hermano del expresidente y uno de los hombres más influyentes en los años dorados del menemismo.
Caía la tarde cuando Milei y el expresidente provisional del Senado durante los gobiernos menemistas se enredaron en una charla distendida sobre la agitación política y económica del país. En un tono apacible, hablaron sobre peronismo y liberalismo, la conjunción de fuerzas que logró Menem en el apogeo de sus mandatos. Al lado de su hermano, Karina escuchaba con atención y hacía acotaciones. Acérrimo defensor del 1 a 1, las privatizaciones, las desregulaciones o la transformación económica de los noventa, Milei preguntó sobre los entretelones de la extravagante campaña que derivaría en el inesperado ascenso de Menem y las dificultades de los primeros años de gestión. Pero se interesó, sobre todo, por la historia de Saúl Menem, patriarca de la familia. Sául llegó a la Argentina en 1912, en un barco proveniente de Damasco, en Siria. Trabajaba como vendedor ambulante y, al poco tiempo, se afincó en Anillaco, La Rioja. Pese a que había arribado al país sin tener recursos ni dominar el idioma, comenzó a construir un emporio empresarial. En un puñado de años se convirtió en dueño de bodegas, viñedos y comercios. “Le llamó la atención esa capacidad de mi padre de enfrentar el contexto que le tocó y que, en alguna medida, heredamos nosotros, sobre todo, Carlos, quien entró al PJ sin antecedentes partidarios”, suele interpretar Eduardo en la intimidad. Milei, a quien el expresidente alentó a involucrarse en política cuando se conocieron en agosto de 2019, no pudo ocultar su emoción en la casa paterna de Eduardo Menem. Fue en tierras riojanas donde los Menem terminaron de forjar las bases de un vínculo inquebrantable con Javier y Karina Milei
Veinte años después de que Carlos Menem iniciara su tortuoso retiro tras el fallido intento de volver al poder en 2003, una nueva generación de herederos del expresidente pretende hacer perdurar su apellido en la política. En la primavera de la gestión de Milei, el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y Eduardo “Lule” Menem, subsecretario de gestión institucional de la Presidencia y mano derecha de Karina, buscan acumular fuentes propias de poder y ganar autonomía en el mundo libertario.
Martín, uno de los tres hijos del exsenador Eduardo Menem, y “Lule”, miembro hermético del clan familiar y antiguo secretario de los jefes menemistas en el Congreso, aprovecharon el viento a favor que provocó el triunfo del economista liberal en las presidenciales para quedarse con sillas preciadas en el Estado. Y, a tres meses de la toma de posesión de Milei, extienden su influencia sobre el armado político de LLA y, ante todo, en áreas o cajas claves del Gobierno, como la Anses o Nación Seguros. Envalentonados, ya tienen la ambición de reconquistar el poder en La Rioja en 2027, cuna de política del expresidente, y bastión del kirchnerista Ricardo Quintela desde 2019. Es el sueño eterno de ser como Menem.
Quienes rodean a Martín y “Lule” juran que son dirigentes fieles al Presidente y Karina Milei en la enigmática organización libertaria, y que están dispuestos a dar todo por sus nuevos jefes. “Martín y ‘Lule’ van a morir al lado de Karina y Javier. Tienen una lealtad incondicional. Lo mismo hicimos con Menem: cuando creemos en un proyecto, vamos hasta la muerte”, sostiene uno de los protagonistas de los 90.
Aunque no ocupan cargos públicos ni acceden a la mesa chica de Milei, Eduardo y Adrián Menem, los políticos más experimentados del clan, tienen un rol insonoro en el nuevo esquema de poder: entre bastidores, suelen ser consejeros de Martín, un novato en el arte de la negociación parlamentaria. Lo asesoraron con cuestiones reglamentarias o vinculadas al funcionamiento de la Cámara. Y lo apuntalaron, sobre todo, tras el primer traspié por el fallido tratamiento de la ley ómnibus. Martín Menem fue blanco de las críticas de los opositores dialoguistas por su escasa capacidad de maniobra y resolución ante los desplantes de Milei a la hora de cerrar acuerdos en Diputados
Replegado tras un largo recorrido en la primera línea política, Eduardo mantiene un diálogo frecuente con otros exmenemistas que integran el Gobierno de Milei, como Rodolfo Barra, procurador del Tesoro, pero evita inmiscuirse demasiado. Ya ha dicho públicamente que Milei debería negociar y buscar consensos, en lugar de atacar al Congreso. En cambio, Adrián, que trabaja en su estudio jurídico y cultiva un segundo plano desde que se alejó de los cargos políticos, teje en las sombras para colaborar con el proyecto libertario. Adrián fue tal vez a quien más alentó Carlos Menem, fundador de la dinastía, para que se metiera en política. En su juventud, el sobrino mayor llegó a soñar con gobernar La Rioja y ser presidente. Ahora sabe que es el turno de Martín, quien tiene un elevado perfil en el Congreso -se diferencia de la vicepresidenta Victoria Villarruel al donar su sueldo o al aplicar la “motosierra” en Diputados con medidas que enardecen al peronismo, como la exhibición de autos de los que disponía su antecesor Sergio Massa– y muestra sin tapujos sus ambiciones políticas.
Con el traslado de “Lule” a la Casa Rosada, donde trabaja bajo la órbita de Karina y le asignaron la tarea de ocuparse del armado nacional de LLA, Federico Sharif Menem se convirtió en el máximo colaborador de Martín. Sharif, sobrino de “Lule” y el primer militante libertario del clan, fue designado recientemente como Director General de Secretaría Privada de la Presidencia de la Cámara de Diputados. Su nombramiento provocó un fuerte revuelo y despertó críticas opositoras. A Martín Menem le achacaron la contradicción con la prédica anti-“casta” que enarbola Milei para confrontar o los recortes de gastos que él dispuso en la Cámara.
El sobrino del exmandatario se defendió: argumentó que Sharif estudia la carrera de actuario en la UBA y que era una persona de extrema confianza. Amalia Menem, hermana de “Lule”, también integra el círculo de Martín, pero forma parte de la planta permanente del Congreso desde hace 36 años. “Lule”, que hace de la discreción un dogma, también trabaja hace 40 años en el Senado. Potenciado por Karina, ocupa ahora por primera vez un cargo en el Ejecutivo nacional y se pone el traje de armador partidario en todo el país.
Trastienda del regreso
Martín Menem estrechó lazos con Milei en Buenos Aires hace más de cuatro años, antes de que ambos decidieran involucrarse en política y cuando el economista era un divulgador de las ideas libertarias en el primer time televisivo. No obstante, Martín y “Lule” Menem, que fue hasta hace un mes la sombra del diputado en los pasillos del Congreso, se ganaron la confianza de Karina con el correr de la campaña presidencial y el posterior desembarco en la Casa Rosada.
Tanto Martín como “Lule” forjaron una amistad con el “Jefe”, una suerte de hermandad que les permite ascender en el andamiaje del poder y ponerse a salvo de posibles deslealtades. No solo comparten actividades recreativas -han asistido Lawn Tennis Club o al estadio de River Plate-, sino que suelen trabajar en cooperación para custodiar a Milei y sus intereses políticos en el territorio nacional. Por caso, juegan en tándem a la hora de organizar el rompecabezas jurídico del partido libertario en todo el país con vistas a las legislativas de 2025 y de frenar la avanzada del ala macrista de Pro para evitar una eventual colonización amarilla de LLA.
En rigor, sostiene uno de los arquitectos del proyecto presidencial de Milei, los Menem ocuparon el lugar que anteriormente ostentaba Carlos Kikuchi, senador provincial y exvocero de Domingo Cavallo. Kikuchi es uno de los cabecillas de LLA que fueron desterrados y acusados de “traidores”.
Martín y “Lule” también juegan sus fichas en Diputados para incrementar su influencia en la conducción del bloque libertario, o para repartir puestos codiciados en el Estado a sus aliados en el interior. De hecho, sus detractores los acusan de haber orquestado tras bambalinas la última revuelta interna para desplazar a Oscar Zago, jefe de la bancada. Finalmente, la rebelión contra Zago, que se inició mientras Martín Menem y Karina viajaban juntos a Córdoba para pelear en la Justicia por el control del sello partidario, se desactivó por falta de apoyos. ¿Milei no había dado el visto bueno a la maniobra? Es lo que especulan miembros del bloque que pretenden hacerle frente a los Menem.
Fuera de los micrófonos, los diputados libertarios también le reprochan al titular de la Cámara baja retener los contratos para asesores. Rencillas típicas de la “casta”.
Esas escenas exhiben que Martín y “Lule” aún están lejos de convertirse en caudillos como su tío, pero su preponderancia crece en el Gobierno gracias al apoyo de Karina. El brazo de los Menem llega al Banco Nación con la designación de Alfonso José Torres como titular de Nación Seguros. Promocionado por los Menem, ese nombramiento pasó el filtro de Karina y el silencioso y poderoso jefe de Gabinete, Nicolás Posse. “Lule” Menem, a su vez, tiene injerencia en el reparto de contratos de la Anses en el interior, un grifo para comprar lealtades con miras a los comicios del año próximo.
Los rivales internos de los Menem en LLA sospechan que tejen para armar un dique de contención ante la chance de que se consume el dilatado acuerdo entre Milei y Mauricio Macri. De esa manera, sospechan en el mundillo libertario, los Menem podrían tener a futuro una mayor capacidad para evitar la infiltración masiva de caciques de Pro en la estructura libertaria. “Javier quiere trabajar con Pro, pero Martín y ‘Lule’ salen con los tapones de punta. Si entran los Ritondo o Santilli, ellos pierden poder. Por eso se pegan a Karina”, avizora un interlocutor con acceso al despacho presidencial.
Está claro que la hermana de Milei es más influyente que cualquiera de los ministros o colaboradores del jefe de Estado. En muchos casos, tener un buen o mal vínculo con ella implica para los funcionarios libertarios tener mayor o menor llegada al Presidente. Los Menem accedieron al círculo íntimo de Milei y su hermana, que suelen ser reticentes y desconfiados frente a eventuales intromisiones en el ámbito privado. “Karina les tiene mucha confianza; está cómoda trabajando con ellos”, dice un colaborador de Martín y “Lule”.
Caída y resurgimiento
Promovidos por Milei, los Menem buscan reconquistar una personalidad política después de que Néstor y Cristina Kirchner los empujaran al exilio. Los señalaron como enemigos ideológicos con el fin de dominar el movimiento peronista y regenerar la oferta del PJ frente a nuevo clima de época que emergió con la crisis de 2001. En el seno de la familia del expresidente existe una sensación de satisfacción desde que se produjo el triunfo de los libertarios. Se sienten reivindicados por el hecho de que Milei, quien pondera las políticas neoliberales que aplicaron Menem y Cavallo en los noventa, pero barre bajo la alfombra las causas de corrupción, otro rasgo del menemismo, haya llegado al gobierno en medio de una fuerte expectativa popular. Regresan por la revancha y se jactan de haber mantenido su alineamiento ideológico, a pesar de los virajes de signo político en el gobierno del país o las peleas de facciones en la conducción del PJ.
“Siempre defendimos lo que se hizo en los noventa, pese a que estábamos solos en el medio del desierto”, se ufana un integrante del clan más poderoso de los noventa. Con los Kirchner como fuerza dominante, la estructura del menemismo empezó a desintegrarse a partir de 2003, cuando se bajó del balotaje por falta de apoyos. Ni el propio Carlos Menem pudo volver a ganar en su tierra natal, La Rioja, cuando fue candidato a senador en dos ocasiones.
Finalmente, el ocaso definitivo llegó tras la muerte del expresidente en febrero de 2021. Se despidió ocupando una banca en el Senado, donde en ocasiones selló una alianza táctica con el kirchnerismo. “A Menem le mandaron a decir que le iban a reactivar las causas si votaba en contra de la 125. Estaba enfermo, se levantó y votó en contra. En cuestiones de gobierno, apoyaba como un estadista”, justifica un lugarteniente leal al expresidente. Y agrega: “Nosotros nunca tuvimos nada que ver con el kirchnerismo. La mayoría saltó el charco del PJ y fueron cómplices de veinte años de desastre”. Hasta la muerte de Menem sus herederos carecían de interés o capacidad para reemplazarlo.
A diferencia de Adrián Menem, el hijo mayor de Eduardo, hermano del expresidente, Martín -que se recibió como abogado en la Universidad de Belgrano- se había dedicado a la actividad privada. En esa época no tenía el sueño de ser como su tío, pese a que se había empapado de política desde chico. Es más, solía visitar la quinta de Olivos. Se autodefinía como “un vendedor” o emprendedor, ya que se dedicaba full-time a su empresa Gentech -producen suplementos dietarios-, con la que firmó contratos con la AFA. También está ligado a los negocios con su hermano Fernando Nicolás Menem, socio gerente en Tech Security.
Martín Menem fue el autor intelectual de la cumbre entre Milei y Carlos Menem en agosto de 2019. Pero el economista le había pedido conocerlo. El expresidente no dudó en augurar que llegaría a la Casa Rosada. “Este [por Milei] es más menemista que ustedes”, les dijo a sus familiares íntimos tras la charla de varias horas con el outsider.
Milei preservó sus lazos con los Menem tras el fallecimiento del caudillo riojano. Es más: en 2022, asistió junto a Karina a la misa en la Catedral por el primer aniversario de la muerte del expresidente. Ese día conoció a Eduardo Menem.
El nuevo clan
El regreso de los Menem comenzó a gestarse en 2021. Ya alineado políticamente con la nueva estrella en la galaxia de los libertarios, Martín, quien vivía hasta ese entonces en Buenos Aires, decidió probarse como candidato a diputado provincial en La Rioja. Escoltado por “Lule”, quien fue secretario de Eduardo Menem en el Senado durante más de veinte años, se instaló en el terruño del peronista Quintela. Hasta allí también fue Sharif, hijo de Gabriel Menem, hermano de Lule. El más joven del grupo decidió hacer política después de que sufriera el escarnio en la secundaria por el legado de su apellido.
“Martín, ‘Lule’ y Sharif creyeron en Milei desde el día cero. Se le reían en la cara cuando él decía que iba a trabajar con Milei”, recuerda un miembro del clan. Tras una campaña frenética de puerta a puerta y con el respaldo público de Milei, el sobrino del expresidente obtuvo el 13% y se convirtió en diputado provincial. Dos años después, volvió a la carga e intentó capitalizar el auge libertario de Milei para hacerle frente al “gitano” Quintela. Esa vez contó con un empuje solapado del aparato del gobernador kirchnerista. Fieles al estilo de un caudillo, los armadores de Quintela apalancaron la boleta de LLA para perjudicar a los radicales nucleados en JxC, su principal amenaza. De hecho, Inés Brizuela y Doria (UCR) aún lamenta que los Menem le hayan plantado un candidato a intendente en La Rioja, una apuesta que benefició a Quintela. Hasta mayo la capital riojana era la única intendencia del distrito que estaba en manos de la oposición.
En la contienda a gobernador, Menem volvió a cosechar apoyos en la capital provincial y Chilecito, donde pierde influencia el aparato estatal. No obstante, quedó relegado al tercer puesto con el 15%. Incluso cayó por amplio margen en Anillaco. Él lo atribuye a las trampas del sistema de colectoras.
La historia de “Lule” tiene varias aristas. Es hijo de Mohamed Menem y Fátima Menem. Mohamed era hermano de Saúl, el padre de Carlos Memen. Durante su adolescencia, “Lule” nació en la Argentina y vivió durante menos de un año en Siria. Cuando regresó al país, se refugió en la casa de Eduardo, quien se convirtió en su mentor político. En 1984, después de que militara junto a Adrián en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) en la universidad de Córdoba, Eduardo, entonces senador, lo designó como secretario privado en la Cámara alta. Cerca de Eduardo, que manejaba el Senado y era el titiritero de la superestructura del menemismo, “Lule” aprendió el oficio de mover los hilos y negociar. Pero, al igual que Martín, no era un hombre carismático y con aspiraciones de entrar a la política grande.
Hasta mediados de 2021, Martín y “Lule” Menem pasaron desapercibidos en el mapa de poder. No tenían ni tropa propia ni estructura en La Rioja. “No los reconocían o les daban vuelta la cara por miedo al apriete provincial”, recuerda un miembro de la familia. Tampoco gravitaban en Anillaco, el corazón del imperio menemista en los noventa. Se mantuvieron como personajes ignotos hasta la irrupción del fenómeno libertario. Pero llevaban la política en la sangre. Con su inesperado ascenso, Milei les abrió las puertas del poder y ahora los Menem buscan resurgir.
Fuente La Nacion