Por Jaime Rosemberg
Días antes de la visita de la jefa del comando sur, el diplomático advirtió sobre Irán y Hezbollah; coincidió con el FMI en la necesidad de prestar atención “a los más vulnerables”
Sonriente, Marc Stanley mira por el amplio ventanal hacia la avenida mientras posa para las fotos, en el primer piso del señorial Palacio Bosch y muy cerca de la vitrina que contiene un reluciente saxofón, obsequio del expresidente Bill Clinton. La tranquilidad de la tarde de Pascuas que se vive en la zona de los bosques de Palermo es solo aparente: en un capítulo más de la seguidilla de visitas ilustres que llegaron a Buenos Aires en las últimas semanas, el embajador de Estados Unidos en el país ya se prepara para recibir la semana próxima a la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, que tendrá una apretada agenda de reuniones con funcionarios, interesada en reforzar los “lazos de cooperación” en seguridad y defensa.
En su entrevista con La Nación, locuaz y enfático, Stanley elogiará los “avances” logrados con el gobierno de Javier Milei en esos campos, aunque advertirá por la presencia de China en la estación aeroespacial en Neuquén y por la amenaza terrorista en territorio nacional. También coincidirá con el FMI en su “preocupación” por los efectos del ajuste que el Gobierno lleva adelante “en los más vulnerables”.
–En entrevistas anteriores, la generala Richardson fijó como objetivos de su visita la cooperación en Defensa y Seguridad. ¿En qué puntos específicos está pensando?
–Las declaraciones de la generala responden a su vez a declaraciones que ha hecho el presidente Milei durante la campaña y ya en funciones, en el sentido de que quiere que la Argentina y los Estados Unidos estén más alineados. Creo que es congruente con el deseo de la Fuerza Aérea, y otras partes de las Fuerzas Armadas, con respecto a los aviones F16 y otros equipamientos. El presidente [Joe] Biden y el secretario Antony Blinken nos instruyeron para explorar esta expresión de deseo y para que veamos en qué podemos ayudar a concretarlos.
–¿En que puntos?
–Hemos logrado un gran progreso en tres meses, incluido el memorandum que firmó Argentina con Dinamarca para la compra de los aviones F16, también ya pagó al menos uno de los aviones P3 que se comprometió a comprar. Estamos hablando también sobre los vehículos blindados livianos Striker, vemos como podemos ayudar en ese sentido, y la Argentina está en contacto nuevamente con la Guardia Nacional de Georgia. La visita de Richardson tiene como objetivo evaluar todas estas cuestiones, y ver de qué manera su comando puede ayudar a facilitar esta cooperación y este mayor alineamiento.
–Tomando en cuenta los conflictos actuales en el Medio Oriente y Ucrania. ¿Cuán preocupado está Estados Unidos en relación a la amenaza del terrorismo aquí en Argentina?
–Creo que todos deberíamos estar preocupados por el hecho de que el terrorismo siga existiendo en nuestro hemisferio. Lamentablemente, la Argentina fue víctima de los dos peores atentados terroristas antes del 11 de septiembre, los atentados a la embajada de Israel y la AMIA. Nadie puede decir que esa amenaza se ha ido. Hezbollah sigue estando presente, Al Qaeda sigue estando presente, Irán sigue estando presente, de hecho un avión venezolano aterrizó hace poco aquí, puede o no haber sido propiedad de Irán, con exmiembros de Al Quds. Por eso, estamos comprometidos y en contacto con la Argentina y otros países de la región, para intercambiar información y mejores prácticas con miras a combatir el terrorismo. El 18 de julio se conmemora el 30 aniversario del atentado a la AMIA, y antes de eso organizaremos una reunión con todos los enviados especiales del mundo para combatir el antisemitismo, junto al Congreso Judío Mundial y el Comité Judío Estadounidense. La idea es enfocarnos no solo en el antisemitismo, sino además en la amenazas del terrorismo que siguen presentes. Me complace decir que he tenido conversaciones muy serias con la canciller [Diana] Mondino y la ministra [Patricia] Bullrich sobre estas amenazas.
–Una de las provincias que tenía previsto visitar Richardson era Neuquén, donde Estados Unidos tiene un centro para emergencias y China, una estación aeroespacial. ¿Cuánto les preocupa esa instalación?
–Estamos muy orgullosos de lo que hemos podido construir en Neuquén, a pedido del gobierno provincial, de hecho íbamos a ir a inaugurar un centro de operaciones de emergencia, un pequeño depósito cerca del aeropuerto que la provincia nos dejó construir, para prevenir inundaciones, el Covid 19, incendios forestales, terremotos. Allí hay carpas, camas, termos, linternas, operado por civiles argentinos. Lo cierto es que no iremos esta vez a Neuquén y nos quedaremos en Buenos Aires para hacer otras cosas que los lectores podrán enterarse el viernes o sábado próximos [se sonríe]. Con respecto a los chinos, me sorprende que la Argentina permita que las Fuerzas Armadas chinas operen en Neuquén, en secreto, haciendo quién sabe qué. Tengo entendido que se trata de soldados del ejército chino que operan este telescopio espacial, no sé lo que hacen, creo que los argentinos tampoco lo saben, y deberían entender por qué los chinos están desplegados allí.
–Por el contrario, desde la izquierda y el kirchnerismo aparecieron críticas por la participación de Estados Unidos en la Hidrovía. ¿De qué se trata?
–Primero, quiero aclarar hechos que son muy importantes. Fuimos invitados a participar por el gobierno de Alberto Fernández, no por el de Milei [vuelve a sonreír], para proveer el mismo tipo de asesoramiento que estábamos brindando en Paraguay, respecto del río Paraná. Es el cuerpo del ingenieros del ejército de Estados Unidos, pero no son soldados, sino ingenieros civiles contratados por el Ejército, los mismos que trabajan en el río Misisipi y otras partes del mundo y ofrecen sus perspectivas. A diferencia de la estación espacial de Neuquén, ellos terminan su trabajo y se van, es un equipo de ingenieros de primer nivel y me enorgullece que nuestro país dé este asesoramiento gratuito para contribuir a la Hidrovía, la médula espinal de la economía argentina.
–El FMI ha dejado trascender elogios hacia la marcha de la economía, pero también preocupación por el costo social del ajuste. ¿Comparte esa visión?
–[Se toma unos segundos] El trabajo que han hecho Argentina y el FMI ha sido loable. Creo que el FMI está muy complacido con la sinceridad, la apertura y la transparencia que ha demostrado la Argentina, y la Argentina esta complacida del mismo modo con la sinceridad del FMI. Es importante reiterar que Estados Unidos, no el FMI –le diría que mire un discurso que di ante Amcham, y otros comentarios que se han hecho desde Washington–, lo que decimos es que siempre tenemos que asegurarnos de que se esté prestando atención a los más vulnerables, toda acción tiene consecuencias, por eso es importante asegura que cada acción que se tome en pos del ajuste no los afecte de forma negativa. Hemos dicho también, y estoy orgulloso de eso, que hay que estar atentos a esos efectos, el FMI ha dicho eso también, y creo que el Gobierno lo ha oído y entiende que tiene que tomar estas precauciones.
–Se habla mucho de la dolarización. ¿La recomienda para la economía argentina?
–No es mi tarea o la de Estados Unidos tener injerencia sobre las decisiones económicas domésticas de cada país, como no quisiera que la Argentina tuviera injerencia en nuestras propias decisiones, no es esa nuestra función. Cuando otros países le han pedido a Estados Unidos esas recomendaciones, hemos sido consistentes y dicho que no damos asesoramiento. La Argentina cuenta entre su población con galardonados con premios Nobel, economistas muy capacitados, creo que ellos son los que están en mejor posición de llevar a la Argentina hacia las decisiones que la lleven a la prosperidad.
Fuente La Nación