Por Nicolás Balinotti
La central obrera peronista modificó su estrategia y la apuesta al diálogo a cambio de reforzar un perfil más duro para contener su interna
Convertida en punta de lanza de un peronismo derrotado, la CGT dio hoy un vuelco en su estrategia de confrontación con Javier Milei por varias razones.
Con su llamado a otro paro el 9 de mayo, la CGT tiró por la borda su intención de esperar el desenlace legislativo de la ley de Bases y la decisión de la Corte Suprema sobre el capítulo laboral del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23. Pudo más la genética antropófaga del sindicalismo, capaz de engullirse a cualquier gobierno que no sea peronista. El apuro en acelerar la conflictividad es porque los sindicatos perciben cierta pasividad de sus líderes políticos. Los sorprende la falta de reacción y el silencio de Cristina Kirchner y Sergio Massa.
El giro en la estrategia responde también al ajedrez interno de la central obrera. El llamado a un paro con casi un mes de antelación evitó una ruptura, a pesar de la escenificación de unanimidad que se intentó mostrar después de la reunión de consejo directivo. Héctor Daer, uno de los jefes cegetistas, que suele ser un dirigente racional y dialoguista, pasó en 12 horas de valorar el intercambio con el Gobierno y elogiar la versatilidad de Santiago Caputo, el joven asesor presidencial, a un discurso inusualmente combativo. “Hay que voltear el decreto de Milei en la Justicia, en el Congreso y en la calle”, dijo el 24 de enero, cuando fue el primer paro. Ahora lo reiteró a pesar de que se abrió el canal de diálogo con los funcionarios de Milei por el que tanto había insistido.
El endurecimiento de Daer responde a su vez la pelea que mantiene con Pablo Moyano y el barrionuevista Carlos Acuña, sus coequipers en el triunvirato de mando de la CGT. Acuña reapareció en el día a día de la CGT después que Luis Barrionuevo haya amenazado con reunir adhesiones para desplazar a Daer si es que no avanzaba con un paro. Incluso, hasta pidió que la huelga fuera de 36 horas en vez de 24. Barrionuevo y los Moyano, a veces en veredas opuestas, vuelven a actuar en tándem. Hasta fantasean con condicionar a Daer a través de los influyentes gremios del transporte, hoy atomizados aunque con su poder de daño intacto.
Daer, que fue el sindicalista que más caro pagó la derrota electoral de Massa por su cercanía y amistad, perdió incluso el apoyo de uno de sus grandes aliados: Armando Cavalieri, el histórico jefe del Sindicato de Comercio y referente de “los Gordos” (grandes gremios de servicios). Cavalieri tomó distancia desde que abrió un canal propio de diálogo con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, ausente del primer encuentro oficial con la CGT a pesar de tener el área laboral bajo su órbita. Cavalieri y Pettovello avanzan en la posibilidad que Comercio reemplace a las indemnizaciones por un fondo de cese laboral, al estilo Uocra.
Durante la reunión del miércoles con los funcionarios de Milei, Daer avisó que estaba la posibilidad de activar una movilización por el Día del Trabajador y que estaba latente la alternativa de un paro. Lo planteó abiertamente. Aunque lo condicionó a la garantía de que las paritarias que se acuerden con los empresarios sean validadas por la Secretaría de Trabajo. Tal vez el llamado al paro con tanta antelación habilite un atajo para forzar una nueva negociación con el Gobierno. ¿El paro se puede levantar? “Hoy es difícil, mañana no lo sé”, respondió a LA NACION un jerárquico de la CGT con influencia en las diferentes tribus sindicales que conviven hoy en la misma central obrera.
Fuente La Nación