Por Fernando Laborda
Aun cuando la inflación sigue mostrando niveles exorbitantes para un país normal, su progresiva desaceleración le está permitiendo a Javier Milei seguir contando con un saludable acompañamiento social. Al menos eso es lo que demuestran algunas de las encuestas de opinión pública concluidas en las primeras dos semanas de abril. Pero así como los aumentos en los precios vienen descendiendo como principal foco de preocupación, el temor a perder el empleo ha iniciado un llamativo crecimiento como inquietud social.
De acuerdo con un sondeo de opinión pública realizado por la consultora Zuban Córdoba y Asociados, llevado a cabo el 10 y el 11 de abril entre 1500 personas entrevistadas en forma online en el orden nacional, el presidente Milei alcanzó una imagen positiva del 47,2%, mejorando con respecto a marzo, en coincidencia con la caída del alza inflacionaria al 11% en el último mes desde niveles que llegaron al 25,5% en diciembre de 2023.
Si bien la imagen favorable de Milei es levemente inferior a la negativa (52,5%), el primer mandatario se sitúa por encima de cualquier potencial líder de la oposición. Por caso, Axel Kicillof tiene un 42,7% de imagen positiva contra un 49,2% de negativa; Juan Schiaretti posee un 37% de imagen positiva contra un 54,7% de negativa; Cristina Kirchner, un 35,1% de positiva y un 64,3% de negativa, y Martín Lousteau, un 29,6% de positiva frente a un 67,8% de negativa, en tanto Mauricio Macri alcanza un 34% de positiva y un 64,9% de negativa.
La aprobación del gobierno nacional alcanzó el 47,4%, por lo que, según la mencionada consultora, presenta una importante recuperación tras la caída que experimentó luego de la devaluación del peso y el fuerte aumento de la inflación registrados en diciembre. En esos días, el oficialismo pasó de un robusto 54% de aprobación a tan solo un 42%, pero en abril mejoró más de cinco puntos de la mano de la desaceleración de la inflación.
Cuando se consulta a los encuestados “¿En qué dirección va el país desde que asumió Javier Milei?”, el 47,1% considera que va en la dirección correcta frente al 52% que juzga que va en la dirección incorrecta. Lo interesante de estos datos es que apenas un mes atrás quienes opinaban que iba en la dirección incorrecta representaban el 55,4% y quienes creían que iba en la dirección correcta alcanzaban solo el 42,5%.
En cuanto a algunas de las medidas centrales que impulsa el gobierno nacional, se advierten grietas en la sociedad, de acuerdo con la encuesta. La intención de despedir a unos 15 mil empleados estatales divide claramente a la opinión pública: el 51,7% se muestra en desacuerdo, en tanto el 46,3% expresa su acuerdo. Distinto es el caso de la idea de reinstalar y subir el impuesto a las ganancias: solo el 33,4% manifiesta estar de acuerdo, mientras que el 61,6% se muestra en desacuerdo. De igual modo, el 66,9% está en desacuerdo con la frase “El ajuste lo está pagando la política”, al tiempo que el 75,9% cree que su situación económica no mejoró desde que Milei es presidente; apenas el 21,1% considera que ha mejorado.
A pesar de esas opiniones, se advierte una mejora en el clima a partir de la caída de las expectativas inflacionarias. Cuando se consulta a los entrevistados cuál debería ser una prioridad del Gobierno entre aumentar los salarios e ingresos y bajar la inflación, la paridad es casi absoluta: el 50% opina que debería concentrarse en aumentar los salarios, mientras el 49,7% cree que lo prioritario tendría que pasar por bajar la inflación.
La progresiva desaceleración de la inflación desde diciembre a nuestros días está actuando sobre las expectativas de la población. A tal punto que la inflación como principal preocupación ciudadana ha experimentado un pronunciado descenso. De acuerdo con otra encuesta, realizada por Opina Argentina entre el 5 y el 7 de abril que alcanzó a 2983 personas de todo el país consultadas en forma online, hoy la inflación es considerado el principal problema que debe ser solucionado por el 32% de la población, cuando en diciembre era mencionado por alrededor del 55%.
Las expectativas sobre inflación para los próximos seis meses también son mejores. Según el estudio de Opina Argentina, cuyos directores son Facundo Nejamkis y Andrés Gilio, el 50% considera que disminuirá; el 17%, que seguirá igual, y el 31%, que aumentará, con un 2% que no sabe o no contesta. Como referencia de la mejora en las expectativas, es útil señalar que, en diciembre pasado, apenas una de cada diez personas sostenía que la inflación iba a bajar, en tanto que más de siete consideraban que iba a seguir subiendo.
En contrapartida con el optimismo en materia inflacionaria, ha crecido la inquietud frente al fantasma del desempleo. Cuando en diciembre se consultaba a la gente por el principal problema por solucionar, solo el 13% mencionaba a la desocupación; en la última medición, esa cuestión pasó a ser mencionada por nada menos que el 30%. Y cuando se preguntó a cada encuestado si teme que él o alguien de su familia pierda el empleo, el 55% respondió afirmativamente, cuando en diciembre lo hacía apenas el 39%. Por el contrario, quienes aseguran no tener miedo frente a esa posibilidad pasaron del 59% en diciembre al 44% en la actualidad.
Asistimos así a una revolución en términos de expectativas, con un creciente optimismo social en el combate contra la inflación que lleva a cabo el Gobierno, al tiempo que también se ha aventado el temor a una nueva devaluación del peso. En cambio, viene creciendo con fuerza el temor a perder el trabajo, como si en el imaginario social la Argentina de Milei podría empezar a parecerse a la de Carlos Menem, cuando hacia 1994 la inflación había prácticamente desaparecido, pero el desempleo llegó a alcanzar niveles superiores al 18%. No obstante, las estadísticas oficiales indican que el país está aún muy lejos de ese guarismo, por cuanto, al finalizar el primer semestre de 2023 -último dato del Indec-, la desocupación llegaba al 6,2% de la población económicamente activa.
Como señalan los consultores Ana Paola Zurban y Gustavo Córdoba, el apoyo a Milei muestra el problema de los consensos precarios, que pueden ser alterados por el más mínimo cambio de humor.
Fuente La Nacion