Noralin Babadilla, secuestrada en el Kibutz Nirim el 7 de octubre y liberada 53 días después, habló del cautiverio en Gaza durante una entrevista con la emisora pública Kan.
La rehén liberada, de 60 años, dijo que una fotografía de Gilad Shalit colgaba en la pequeña habitación donde Hamás la mantenía cautiva con otras dos mujeres. “Cada día era como un infierno”, dijo.
«En la habitación donde estábamos retenidos, vi una foto de Gilad Shalit», afirmó, sin especular sobre por qué su foto fue colocada allí.
Shalit, un soldado de las FDI que fue capturado por Hamás en un ataque transfronterizo en 2006, soportó cinco años de cautiverio en Gaza antes de ser liberado en un acuerdo que supuso la liberación de 1.027 prisioneros de seguridad palestinos.
Según se informó, Shalit se acercó a las familias de los rehenes en los días posteriores al ataque de Hamás el 7 de octubre, cuando los terroristas irrumpieron en la frontera con Israel, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a unas 253, en su mayoría civiles.
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Noralin y su esposo, Gideon Babani, llegaron a la casa de unos amigos un día antes del ataque para celebrar el 70 aniversario del kibutz. Hamás asesinó a Gideon en cautiverio y Noralin fue liberada, reportó Enlace Judío.
Noralin recordó el momento del secuestro y el pánico que sentía frente a los terroristas armados: “Eran cinco. Me apuntaron con sus armas y yo grité ‘a mí no’. Les mostré mi cruz y les dije que era de las Filipinas: ‘Por favor, a mí no, tengo familia’. Me llevaron en un vehículo. Estaba allí sola entre los cadáveres de israelíes asesinados en la parte trasera de la camioneta”.
Al llegar a Gaza, tres terroristas la llevaron a una casa, donde la retuvieron en una pequeña habitación con dos rehenes, Irena Tati y Karina Engelberg que también fueron liberadas: “Cada día era como un infierno. El primer día había electricidad y un ventilador y luego no había electricidad. Teníamos calor. Había menos agua y comida”, dijo.
“No nos duchamos durante 23 días. Cuando pedimos una ducha, nos pusieron una pequeña cubeta para las tres. Yo fui la última. ¿Qué me quedó? Incluso cuando íbamos al baño, no teníamos agua para jalar la cadena. A veces no podíamos jalarla por toda una semana y el olor entraba en la habitación”.
Noralin dijo que no podían dormir por los estallidos que escuchaban. “Las tres comíamos pita o maíz una vez al día. Ponían la comida en la alfombra y nosotros comíamos. Compartíamos lo que nos daban. Un día nos tomaron fotos y nos dieron carne para aparentar que nos daban buena comida. Le dije a Karina: ‘esa es su propaganda’. Hablábamos susurrando, nos preguntábamos cuándo saldríamos, qué pasa con nuestros maridos y familia, si nos matarían en cautiverio, todo tipo de cosas. Escuchaba a hombres gritar y enojarse, todos los días pensaba que nos iban a matar”.
Para no perder la noción del tiempo, los tres mujeres encontraron una manera de contar los días: “Karina enrollaba el papel higiénico y contábamos los días. Cada día que pasaba ponía un papel enrollado en un vaso”.
Noralin habló del temor de que no fuera liberada: “Escuchaba los estallidos y seguía pensando que no había un cese al fuego y que tal vez nos quedaríamos allí. Teníamos todo tipo de malos pensamientos”.
Acerca de su marido, Gideon, dijo: “Todos los días rezaba y hablaba con él. Pensaba que Gideon estaba vivo. Le decía: ‘Toma mi mano y nos reuniremos de nuevo. Volveremos’. Pensaba que estaba allí y me decía a mí misma: “Espero que también esté aquí y regresemos juntos del cautiverio”.
Fuente Vis a Vis