«Les vamos a dar de su propia medicina». El número dos de Ayuso, Alfonso Serrano, aprovechó su intervención en el último Pleno de la Asamblea para lanzarse al barro político y devolver los golpes personales que, según el PP, la izquierda no ha dejado de dar a la presidenta regional desde que llegó al poder, y en estas últimas semanas, sobre todo, por la situación fiscal de su pareja. El cambio de táctica del PP, al apuntar a cuestiones personales de Más Madrid como respuesta a sus ataques contra Ayuso, supone una vuelta de tuerca en la escalada de tensión que se vive en la Asamblea de Madrid cada jueves y acabó con el abandono del Pleno por parte de los diputados del partido de Mónica García y Manuela Bergerot.
«Frente a las insidias de la izquierda contra Ayuso, yo simplemente me hice preguntas. No vamos a callarnos», advirtió el secretario general del PP de Madrid. «Cuanto más nerviosa está Ayuso, más burdas son las amenazas del PP y más autoritario se vuelve el presidente de la Asamblea. Lo llevan claro si creen que nos van a amordazar», replicaron desde Más Madrid, que ha pedido ya la dimisión del presidente del Parlamento regional, Enrique Ossorio, por su «parcialidad».
Esta pelea en el lodazal la protagonizan Más Madrid y el PP, pero el PSOE no se queda al margen. En este caso fue Juan Lobato quien se zambulló en el barro al seguir la estrategia de Sánchez y exigir la dimisión de Ayuso por la polémica de su novio, sin dudar en sacar a relucir hasta el Maserati que conduce. Desde ese momento, el desencuentro entre ambos ha sido total y las posibilidades de acuerdo que pudieran existir entre el PP y el PSOE se han esfumado, al menos por ahora.
Frenazo a los pactos
El ejemplo más palmario es la reforma del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid, que prácticamente estaba apalabrado en enero y donde había una amplia coincidencia entre PP y PSOE en los puntos que debían tocarse. Pues lo que parecía un principio de acuerdo saltó por los aires después de que Lobato se decantara por el estilo sanchista en la oposición a Ayuso. Ni siquiera hay margen para pactar una modificación puntual que eliminar el término ‘minusválidos’ y lo sustituyera por el de ‘personas discapacidad’, en la misma línea de lo hecho en el artículo 49 de la Constitución, pero sin añadir otro tipo de consideraciones. El PP ha metido en un cajón la propuesta, a la espera de que se produzca un cambio en el PSOE. Sencillamente, no se fían de la intención de este partido ni de sus socios en el Congreso de los Diputados, donde tendría que llegar la reforma del Estatuto pactada en la Asamblea para su tramitación y aprobación definitiva.
La legislatura comenzó con un primer acuerdo entre populares y socialistas, a pesar de la mayoría absoluta de Ayuso, que lo hacía innecesario. Hacía pensar que podría haber diálogo y entendimiento, como pregonaba el portavoz socialista. Así, ambos partidos acordaron la ley de Ciberseguridad regional, primer ‘éxito’ del diálogo parlamentario. PP y PSOE aparcaron la bronca a finales del año pasado para pactar también una comisión parlamentaria sobre el uso de las pantallas digitales entre los menores. Todavía hubo otra coincidencia no menor, al apoyar el PSOE la modificación del impuesto de Patrimonio que impulsó el PP para que Madrid recaudara directamente el dinero procedente de las grandes fortunas.
El supuesto ‘espíritu de consenso’ en asuntos de interés general se esfumó cuando la oposición puso el foco en el supuesto fraude fiscal de la pareja de Ayuso, en una estrategia de acoso y derribo contra la presidenta en la que no participó Vox. El partido de Rocío Monasterio basa su oposición en iniciativas para marcar su espacio diferenciado del PP, por ejemplo con su visión de la inmigración como ‘invasión’, pero ahora mismo es el que menos ha bajado al barrizal en que se ha convertido la Asamblea de Madrid.
Fuente ABC