Por Nicolás J. Portino González
Se han cumplido ayer, 50 años del asesinato del Dr. Jorge Quiroga, miembro distinguido de la Sala III de la disuelta ex Cámara Federal en lo Penal que, durante años, representó los pilares de justicia y rectitud en un país a menudo sacudido por las turbulencias políticas y sociales. Este acto de memoria no solo honra a un hombre, sino también los valores que defendió con inquebrantable determinación.
En aquellos años oscuros, donde la Argentina se veía sumergida en la vorágine de la violencia política y la división social, Quiroga se erigió como un faro de esperanza para un sistema de justicia imparcial y comprometido. Su asesinato, perpetrado en un clima de polarización extrema, marcó el comienzo de un período de desgarradoras represalias que aún hoy resuenan en el tejido de nuestra nación.
Quiroga, quien había sido designado para investigar y sentenciar los casos de terrorismo en todo el territorio nacional, fue a menudo aclamado por su incansable búsqueda de la verdad y la justicia, incluso cuando enfrentaba la hostilidad de aquellos que veían en su obra un obstáculo para sus fines ideológicos. Su legado trasciende el tiempo y nos interpela sobre el tipo de sociedad que deseamos ser y aquella que debemos legar a la generación actual y las venideras.
Los momentos previos a su muerte estuvieron marcados por un creciente malestar entre los sectores radicalizados, que culminó con una serie de políticas estatales cuestionables. La eliminación de la placa conmemorativa de Quiroga fue interpretada por muchos como un síntoma de un Estado que cedía ante la presión de aquellos que pretendían reescribir la historia.
La desaparición física de Quiroga no significó el fin de su influencia. Su firme postura contra la liberación de guerrilleros y su insistencia en un sistema de justicia despolitizado fueron el legado que dejó a sus sucesores. La historia, sin embargo, tomó rumbos inesperados con la implementación de la ley de Punto Final, que a muchos les pareció una forma de amnistía que socavaba la rendición de cuentas y la justicia integral.
Hoy, a medio siglo de aquel trágico día, recordamos no solo al hombre, sino al ideal que representaba: una Argentina fundamentada en el estado de derecho, donde cada ciudadano podría confiar en la imparcialidad y la integridad de sus instituciones.
El homenaje realizado a Quiroga hoy frente a la mencionada sede judicial, es un llamado a la reflexión sobre los errores del pasado y un recordatorio de que la verdad y la justicia son luces guía que debemos seguir inquebrantablemente, no solo en honor a su memoria, sino por el bienestar y la cohesión de nuestra república.