LA HABANA, Cuba.- Hace buen rato ya que la pelota perdió el estatus de pasatiempo nacional, de fenómeno multicultural capaz de unir o dividir a todo un país. Su decadencia enfrió las esquinas calientes y amenaza con desarraigar la centenaria pasión que sienten los cubanos por el deporte de las bolas y los strikes. Los derroteros por los que transita conducen a ello.
Por demás, las autoridades del deporte antillano se muestran más preocupadas que ocupadas en cambiar ese destino. Su discurso de inquietud contrasta con las estrategias aplicadas durante la última década para devolver a la pelota la calidad que alguna vez tuvo. Esa es la percepción que sobre el asunto compartieron a este diario varios aficionados.
“La solución es meterle dinero, pagar bien y crear condiciones. Pasa que la gente que dirige la pelota también tiene las manos amarradas, tienen que ajustarse a un guión, aunque sepan que está mal lo que hacen. Lo que nos están ofreciendo es un insulto, nuestra pelota tiene una historia gloriosa”, comentó Damián Molina Sol, uno de los entrevistados.
Así las cosas, la Serie Nacional 63 comenzó en marzo pasado acusando las mismas deficiencias que han privado de éxito a las últimas ediciones: escasez de pelotas y bates, terrenos en mal estado, calendario apretado, mayoría de juegos diurnos, problemas en los traslados, burocracia, éxodo de atletas, etc. Con tantos inconvenientes se hacía poco probable un torneo de altos kilates.
En el comienzo de la serie, el escaso rodaje de los peloteros sirvió de medicina para aliviar las ronchas levantadas por el déficit de calidad en las primeras subseries. Sin embargo, tan solo era un preludio del desastre que estaba por venir. Baste mencionar que, por cada nueve entradas, se promedian cerca de doce anotaciones, nueve boletos y fracción son regalados y a la defensa se cometen casi seis pifias.
El panorama empeora con la falta de profesionalismo y disciplina en el campo de juego, con los errores arbitrales, las decisiones cuestionables y el descontento generalizado que despierta la falta de transparencia de la Comisión Nacional de Béisbol (CNB) ante incidentes como el de un árbitro que fue descubierto actuando bajo un nombre falso.
“La gente ya ve estos disparates como algo natural. ¿Un ejemplo? El cartel aquí en el Latinoamericano con el logo de la Federación Cubana de Béisbol y Sóftbol, aparecía béisbol con tilde y sóftbol sin tilde, como si hubieran puesto uno en español y otro en inglés. Lo corrigieron por las críticas en redes sociales”, comentó Yassel Sánchez Matienzo, aficionado.
Asimismo, Alexander Viera Ocaña argumentó que la mayoría de los sucesos negativos acontecidos tienen un carácter extradeportivo. “La violencia contra los árbitros, el juego confiscado a Industriales por la utilización de un jugador sin registrar, la subserie suspendida entre tuneros e isleños por problemas de transportación”, ilustró.
A falta de pan… pelota de la mala
A pesar de todo, Carlos Atucha Llanes asegura que los amantes a la pelota acabarán siguiendo más de cerca el campeonato.
“Cuando no hay bueno se come malo y la gente ya está comentando en la calle lo que hacen los equipos y sus peloteros favoritos. El cubano ve cuatro muchachos jugando al taco en la esquina y se para a mirar, así que van a seguir la nacional”, apuntó Atucha. “Como decía el Apóstol: nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino”.
Yosbel Estupiñán Fonseca, espectador en el Coloso del Cerro de la subserie que en días recientes enfrentó a los Leones de Industriales con los Tigres de Ciego de Ávila, consideró que “estamos viendo una rivalidad más fuerte, y eso tiene su impacto. La gente quiere espectáculo. También hay juegos que desesperan, sobre todo cuando se dan demasiadas bases por bolas”.
Como quiera, los problemas de calidad serían cosa de menor relevancia, así lo hizo saber Elier Moreno Barceló. Para él, lo importante es que “tenemos béisbol para seguir. Creo que el campeonato está bastante aceptable y debe mejorar en la medida que se avance hacia los play-offs, cuando los equipos se refuercen”, dijo.
La asistencia de público a los estadios ha sido uno de los medidores habitualmente utilizados para abordar la aceptación que tiene el torneo. No obstante, Orlando Fleites Urquiola enfatiza que las escasas concurrencias no constituyen un indicador fiable para evaluar el respaldo de los fanáticos a sus equipos y, por ende, a la Serie Nacional.
Según explica, la baja afluencia a las instalaciones está condicionada por factores como la creación de un calendario hecho para jugar bajo la luz del sol, en horarios donde la mayoría de los interesados en presenciar los partidos todavía se encuentran cumpliendo con su jornada de trabajo o estudios. A la vez, los problemas de movilidad hacen que no pocos prefieran seguir los juegos en televisión.
“El Latino es el único estadio de Cuba autorizado para juegos nocturnos, pero los martes, miércoles y jueves, que son días en que la gente está enredada con el trabajo y no puede virar tarde para la casa. Entonces vienes por el día y nada más hay unos cuantos de las peñas deportivas, más cuatro borrachos tomando ron escondidos de la policía”, señaló Fleites.
“Con este sistema de juego los estadios no se llenan hasta la postemporada. La gente ahora sigue la pelota como un pasatiempo, para matar el vicio, pero hay que estar claros, mientras no lleguen los play-offs no se va a vivir un espectáculo como los de antes. Mira el año pasado, se acabó a todo tren”, concluyó el entrevistado.
Fuente Cubanet.org