Karina Rabolini volvió a apostar al amor hace 7 años, después de haber blanqueado su separación de quien fue su marido durante décadas, el actual secretario de Deportes de la Nación, Daniel Scioli. El hombre que flechó su corazón es Ignacio Castro Cranwell, secretario de Comunicación del Municipio de Tigre. Este viernes, la pareja decidió dar un paso más en la consolidación de su unión y celebró su matrimonio en el Palacio Paz, en el barrio porteño de Retiro.
Si bien la pareja suele mantener un perfil muy bajo y evitaron hacer un anuncio público, la noticia de su casamiento de alguna manera logró zafarse del velo con el que cubren su intimidad y fue dada a conocer en LAM, donde revelaron la noticia en los clásicos enigmáticos del ciclo que se emite por la pantalla de América TV. “Finalmente, se casa Karina Rabolini. Se casa con su novio Ignacio, que lo conocemos todos porque trabajó en prensa mucho tiempo y después trabajó con Scioli”, lanzó Ángel de Brito.
Si bien la historia de amor entre Rabolini y Castro Cranwell comenzó oficialmente en 2016, la pareja se conoció un tiempo antes. Corría el año 2015 y la exmodelo, luego de cinco años como segunda dama de la Nación Argentina y ocho años como presidenta de la Fundación del Banco Provincia de Buenos Aires, acompañaba a Daniel Scioli en su lucha por llegar a la presidencia como candidato del Frente para la Victoria. Con Mauricio Macri como principal opositor, la campaña se polarizó y se hizo desgastante para una mujer que, si bien en ningún momento le soltó la mano a su esposo, por momentos se dejó ver distante.
Castro Cranwell apareció en el radar de Rabolini cuando aceptó ser el jefe de prensa del exgobernador de Buenos Aires, aunque ya se conocían y habían compartido mucho tiempo juntos por la carrera política de Scioli. Fue durante esos meses de 2015 cuando se volvieron cercanos. En el tiempo que compartieron juntos, durante los largos viajes, las extensas jornadas proselitistas y las presentaciones en los medios, la relación se afianzó y pasó de ser laboral a conformarse como un vínculo más cercano. Incluso, él tomó las riendas de la agenda de la exmodelo, se convirtió en su secretario privado y se volvieron muy confidentes.
La intensidad que se vivió durante los meses que duró la disputa electoral y el posterior balotaje con Macri le dejó a Scioli y a Rabolini mucho más que una derrota. Distantes, desgastados y superados por la vida pública, decidieron ponerle punto final a su matrimonio por segunda vez -ya se habían separado tres años en 1998- y de forma definitiva. En ese momento, la exmodelo resolvió desaparecer de la escena: colgó sus trajes sastreros y sus vestidos de fiesta, se soltó el rodete, borró de su agenda las actividades sociales públicas y se refugió en sus empresas, una firma de anteojos y otra de productos de belleza. También abandonó La Ñata para refugiarse en Nordelta.
La vida privada de Castro Cranwell también sintió el cimbronazo de aquellos meses frenéticos. Luego de perder la elección con el Frente para la Victoria cruzó de vereda y asumió como director de Relaciones Institucionales del Ministerio de Educación porteño. Llegó allí gracias a Felipe Miguel, jefe de Gabinete de Horacio Rodríguez Larreta, quien está casado con su hermana menor, Sofía “Popi” Castro Cranwell. También en el plano personal, Ini -como le dicen sus íntimos- vivió un cambio rotundo: durante el primer cuatrimestre de 2016 se separó de María Grazzini, la madre de sus tres hijos.
Durante unas vacaciones en familia y con el Cerro Bayo como escenario perfecto, en agosto de 2017 aparecieron las primeras imágenes de Rabolini y Castro Cranwell como pareja. Fue la revista ¡Hola! Argentina quien publicó la exclusiva y brindó más información del ya para ese entonces establecido romance. Lejos de la mujer que supo ser, Rabolini se mostró relajada e independiente: pagando sus pases, haciendo la cola para subir a la aerosilla y totalmente integrada a la familia de su novio.
Luego de aquellas primeras fotos, las apariciones de la pareja comenzaron a ser más frecuentes en la prensa del corazón. En varias oportunidades se los pudo ver disfrutando del río Paraná en Tigre, siempre a bordo de una lancha, o comiendo en algún restaurante isleño entre amigos. También posaron para las cámaras en alguna escapada a la costa o algún viaje a Cataratas. Sin embargo, la mayor parte del tiempo la pasan juntos, en su casa de Nordelta, en jeans y zapatillas y muy lejos de la mirada ajena.
Fuente La Nacion