Por Laura Serra
Contra las expectativas del Gobierno, el proyecto de Ley Bases y el paquete de reformas fiscales tienen todavía por delante un complejo e impredecible derrotero en el Congreso, lo que demoraría su sanción definitiva. En efecto, a la decisión del Senado de incorporarle modificaciones a los dos proyectos se suma la posibilidad cierta de que la Cámara de Diputados ratifique algunas de ellas aun si no cuentan con la venia de la Casa Rosada.
La oposición en el Senado ya avisó que no será una escribanía de la Cámara de Diputados, que hace diez días aprobó la media sanción, no sin antes negociar con el Poder Ejecutivo varias modificaciones en el articulado original de las iniciativas. Esta primera instancia permitió a los bloques dialoguistas de la Cámara baja atenuar el fuerte sesgo desregulador, privatista y abiertamente favorable en términos tributarios a grandes empresas y potenciales inversores que entraña el proyecto de Ley Bases. También sirvió para limitar el impacto del impuesto a las Ganancias –con la actualización periódica de los pisos mínimos y las escalas del tributo- como así también corregir ciertas desmesuras que, a su juicio, traían consigo la nueva moratoria y el régimen de blanqueo de capitales que el Gobierno busca instrumentar por medio del paquete fiscal.
Sin embargo, los opositores dialoguistas en el Senado consideran que estas modificaciones no son suficientes y anticiparon su intención de imponerle más límites a las pretensiones recaudatorias del Poder Ejecutivo. Sus objeciones apuntan, principalmente, al Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones (RIGI), al blanqueo de capitales y al impuesto a las Ganancias, pero no descartan ampliar la lista con más pedidos de modificaciones.
El ministro del Interior, Guillermo Francos, debió resignarse. Una vez más, tendrá que hacer gala de su muñeca política para acotar los cambios lo máximo posible y evitar que los senadores desguacen los proyectos.
¿Qué sucede cuando se introducen cambios?
El artículo 81 de la Constitución nacional establece el procedimiento a seguir cuando un proyecto de ley con media sanción recibe correcciones o adiciones por parte de la cámara revisora. Si ésta aprueba las modificaciones con la mayoría absoluta de los votos (mitad más uno de los presentes), la Cámara iniciadora (en este caso la Cámara de Diputados) puede, con esa misma mayoría, insistir en la redacción original.
En cambio, si la Cámara revisora aprueba las modificaciones con la mayoría de dos tercios de los presentes, la Cámara iniciadora necesita también la misma mayoría de dos tercios para insistir en su redacción; si lo hace solo con mayoría absoluta, la redacción que prevalecerá será la de la revisora.
Pese a que el artículo 81 de la Constitución no lo dice textualmente, surge de la práctica parlamentaria que la insistencia de la Cámara iniciadora puede ser parcial, aprobando o aceptando algunas de las adiciones o correcciones y desechando otras.
Pecar de optimismo
El Gobierno pecaría de ingenuo si confía en que los cambios que eventualmente introduzca el Senado sin su aval serán descartados por la Cámara baja una vez que los proyectos retornen a su seno.
Si bien es cierto que Diputados aprobó ambos proyectos con amplia mayoría en general –142 votos positivos en la Ley Bases y 140 en el paquete fiscal-, lo cierto es que en la UCR y Hacemos Coalición Federal, como así también en Innovación Federal y la Coalición Cívica hay una mayoría de legisladores que se anticipan dispuestos a considerar de buena gana las eventuales modificaciones de la cámara revisora.
“Ellos (por los oficialistas) tienen la expectativa de que nosotros vamos a insistir con la redacción de los proyectos tal como salieron de la Cámara de Diputados. Sería una torpeza por parte de ellos que lo asuman así. Deberían, en cambio, sentarse a negociar los cambios con los senadores dialoguistas para evitar que la cuestión se desmadre. No tienen que olvidar que el kirchnerismo está a cuatro votos de tener la mayoría”, sugieren desde el radicalismo.
En la bancada de diputados radicales que conduce Rodrigo De Loredo no disimulan cierto fastidio por los reproches que, sotto voce, lanzan algunos de sus colegas en el Senado. Insinúan que en las negociaciones que mantuvieron con el Gobierno fueron demasiado tibios y concesivos. Martín Lousteau, senador y jefe del partido, lo deja traslucir en sus críticas incisivas y lacerantes a los artículos referidos al blanqueo y el RIGI.
“Algunos en el Senado no dimensionan que en estos cinco meses que estuvimos lidiando con el Poder Ejecutivo logramos bajar más de 300 artículos, facultades delegadas y privatizaciones de empresas y mejoramos otros tantos que eran, francamente, invotables. Hicimos un buen trabajo en acuerdo con nuestros gobernadores y llegamos hasta donde pudimos”, replica uno de los legisladores más activos en las negociaciones.
El bloque radical, con 34 miembros, será clave a la hora de definir cuáles modificaciones que se incorporen en el Senado quedarán en la letra final de ambas leyes y cuáles no. Si bien el grueso de la bancada respaldó la redacción final de los proyectos, varios celebran que el Senado corrija eventualmente algunos de sus artículos más controvertidos para ellos después refrendarlo. Entre ellos el capítulo sobre el RIGI, pensado para atraer proyectos de inversión de largo plazo a partir de un monto igual o superior a u$s200 millones.
A estos proyectos la ley, de sancionarse, les ofrecería un generoso menú de beneficios fiscales, aduaneros y cambiarios, lo que desató una ola de críticas en el Senado por lo excesivo de las concesiones. Cuando la cuestión se discutió en la Cámara de Diputados, varias voces del radicalismo y de Hacemos Coalición Federal advirtieron que este régimen podía generar una competencia desleal con la industrial local, amén de dejar afuera a las PyME. Sin embargo, a la hora de votar, el grueso de esos bloques lo hizo a favor.
“Fue tan larga y desgastante la negociación con el Gobierno que llegamos a un punto en que ya queríamos terminar con el asunto, ir al recinto y listo. Algunas cosas las dejamos pasar, es cierto. Las correcciones que haga el Senado tal vez sean una oportunidad para enmendar las cosas”, desliza un legislador que, a priori, estaría dispuesto a revisar su voto positivo.
Fuente La Nacion