PUERTO PADRE, Cuba.- Promulgada el domingo 17 de mayo de 1959, este viernes la mal llamada “Primera Ley de Reforma Agraria” está cumpliendo 65 años. Pero es un mito altisonante, sí, una falsedad supina, ignorante y cómplice, decir que en Cuba en 1959 tuvimos reformas rurales entendidas estas según el artículo 90 de la Constitución de 1940 que expresa:
“Se proscribe el latifundio y a los efectos de su desaparición la Ley señalará el máximo de extensión de la propiedad que cada persona o entidad pueda poseer para cada tipo de explotación a la que la tierra se dedique y tomando en cuenta las respectivas particularidades. La Ley limitará restrictivamente la adquisición y posesión de la tierra por personas y compañías extranjeras y adoptará medidas que tiendan a revertir la tierra al cubano.”
Personalmente, discrepo con ese concepto de la Constitución de 1940, pues, respetando los derechos universalmente aceptados, no se debe limitar la propiedad de la tierra por cuestiones de extranjería, y propietario del suelo rural debía ser todo aquel que adquiera con justo título un terreno, sin limitar su extensión, y lo trabaje o lo haga trabajar de forma honrada, sin incurrir en prácticas de feudalismo o esclavismo enmascaradas en negocios lícitos según hacen algunos, o en supuesta “justicia social” al acomodo de otros.
Pero en Cuba la tierra no se revirtió al ciudadano cubano en 1959, sino al Estado. La “reforma agraria” que ahora celebra el régimen totalitario castrocomunista supuso la eliminación de los muy productivos latifundios privados que existían en Cuba para transformarlos en un inmenso latifundio de Estado improductivo. Lo admitió el mismo Fidel Castro cuando en aquella ocasión, dijo: “Es necesario que conservemos esos latifundios como grandes unidades de producción agrícola y que sean propiedad de todo el pueblo, de toda la nación. A esas grandes unidades las llamaremos Granjas del Pueblo”.
Las “Granjas del Pueblo”,, luego, tendrían un segundo nombre y se llamarían “Granjas Estatales del Pueblo”; se transformarían después en “Agrupaciones Agropecuarias”, más tarde en “Distritos”, eufemismos todos destinados a enmascarar un inmenso feudo de más de 7.8 millones de hectáreas del mejor suelo agropecuario y forestal de Cuba, en manos de dos hermanos, de Fidel y Raúl Castro, que dirigieron esa tierra y sus labradores como si fueran soldados. Y la tierra arable de Cuba en el año 1959 se cuantificaba en 8.522.276 hectáreas, distribuidas en 42.089 fincas, que pertenecían a 30.587 propietarios. ¿De qué sirvió privar de sus propiedades a esas personas…?
Ciertamente, quienes trabajaban tierras particulares en condición de arrendatarios u otros contratos, sí recibieron títulos de propiedad de los terrenos que ya trabajaban, pero ¡son títulos de una mera posesión!, sin derechos plenos; vean lo que expresa el artículo 34 de aquella “ley”: “No podrán transmitirse por otro título que no sea hereditario, venta al Estado o permutas autorizadas, ni ser objeto de contratos de arrendamiento, aparcería, usufructo o hipoteca”.
Luego… de hecho y de derecho, tal “reforma agraria” no concedió al campesino cubano la propiedad de la tierra, sino la mera posesión para trabajarla, fue así como, con tractores, implementos, combustibles, partes y piezas y toneladas de pienso regalados, la agricultura y la ganadería castrista produjo azúcar, arroz, carne y leche mientras existió la URSS y el campo de países satélites comunistas.
Sin más capital que el de sus inversionistas, en el momento del régimen castrista estatizar la agricultura cubana, había en Cuba 161 centrales azucareros en plena producción, que, precisamente en ese año de 1959, produjeron seis millones de toneladas de azúcar. ¿Cuál fue el destino de esos ingenios azucareros y el de los cañaverales, que pasó a “administrar” el todopoderoso Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), dirigido personalmente por Fidel Castro…? ¿Qué hará el Partido Comunista de Cuba (PCC), mandamás de la sociedad y del Estado, para que Cuba tenga otra vez cañaverales, centrales azucareros y los cubanos un puñado de azúcar con la cual mitigar el hambre…?
En Cuba hoy y desde hace muchos años no tenemos carne, ni leche, ni derivados de las industrias cárnicas y lácteas. Pero cuando el castrismo hizo la “reforma agraria” en Cuba, el rebaño vacuno nacional estaba compuesto por seis millones de reses, para un per cápita de 0,92 cabeza de ganado por habitante.
Y tampoco tenemos arroz. Óiganme, se sabe, está en nuestra historia. Ya desde 1862 los cubanos producíamos el 50% del arroz que consumíamos en la Isla. Y aunque los cañaverales y la ganadería disputaban terrenos a los arrozales, ya para 1958 los arroceros cubanos cultivaban 113.707 hectáreas, y no de buenas tierras, pero en ella producían algo así como 135 mil toneladas de arroz, que unidas a las 190 toneladas importadas, hacían un per cápita de unos 50 kilogramos.
Y de la producción de frijoles, ¡ni qué decir! Segúnn datos oficiales del censo agrícola de 1946, las dos terceras partes del consumo de frijoles de Cuba la producían los agricultores cubanos. Sépase, quienes lo ignoran, que en el caso del frijol negro la cosecha cubana abastecía plenamente la demanda nacional, en tanto la de frijoles colorados cubría el 50%, mientras garbanzos, chícharos y frijoles blancos sí eran importados de Chile, México y Estados Unidos.
En 1959 el Estado totalitario castrocomunista estaba en ciernes y, precisamente, su iniciación comenzó por hacerse con la economía agropecuaria del país, cuando la primera industria de la nación y principal fuente de ingresos por exportación era la industria azucarera. Por consiguiente, sin producir nuevos propietarios agropecuarios o forestales, que sólo contaban con 1,1 millón de hectáreas los pequeños productores, con la llamada “Primera Ley de Reforma Agraria” y mediante expropiaciones, en manos del Estado quedaron hasta hoy día, 7,8 millones de hectáreas, es decir el 71% de la superficie agropecuaria y forestal de la nación, la mayor parte de ellas ociosas desde hace muchos años.
Pero, sólo eliminando al Estado latifundista improductivo mediante una ley de reforma agraria que haga dueños de la tierra a los que la trabajan o a las que ponen capital de inversión en la economía agropecuaria y forestal, se podrá, en principio, situar a Cuba en los rangos productivos que tuvimos en los años 50 del pasado siglo, o allá por 1862, cuando ya producíamos el 50% del arroz que llevábamos a la mesa.
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Fuente Cubanet.org