El Gobierno apostó a conseguir resultados visibles en poco tiempo. Y en algunos frentes difíciles, los consiguió. El efecto de la motosierra y la licuadora fueron decisivos para achicar el gasto publico y anotar cuatro meses seguidos de superávit financiero. La falta de pesos en la calle también ayudó a mantener a raya al dólar y a los precios, que se hundieron por la profunda caída inicial del consumo. Pero los capítulos que siguen ya no estarán tan atados a los avances iniciales. Así como la política todavía hace valer los votos que necesita el Ejecutivo en el Congreso, el resto de las variables económicas también empiezan a requerir una dosis mayor de sintonía fina. Nadie pone en duda el respaldo que todavía exhibe Javier Milei en las encuestas. Pero las redes sociales no alcanzan para apalancar una gestión.
Esta semana hubo algunas situaciones que empezaron a mover el tablero. El descenso de las tasas de interés que aplicó el BCRA, destinado a reducir la emisión para cubrir los pases pasivos y allanar el levantamiento del cepo, empezó a hacerse sentir en el mercado financiero. El interés que reciben los ahorristas por un plazo fijo ya está por debajo de 3%, y queda cada vez más lejos de la inflación. Lo mismo sucede con la cotización de los dólares libres y financieros, que se ajustaron en torno a 15% frente a un IPC que acumula más de 65%.
Como señal, puede no ser decisiva. Pero en un contexto en el que el Presidente y el mercado (analistas incluidos) disputan sus verdades sobre si hay o no hay atraso cambiario, la suba de la última semana encendió una luz amarilla. Es pronto para decir que puede complicar el proceso desinflacionario. Pero la luz se encendió.
Hay otros reflejos sociales y político que también se hacen notar en el tablero. El conflicto policial en Misiones traduce, en parte, el nivel de asfixia que padecen las provincias. Cuando Milei se jacta de que redujo casi a 0 las transferencias discrecionales, no está generando un castigo exclusivo contra la casta. Si bien es factible que los gobernadores y otros gremios se escuden en este contexto de asfixia fiscal para darle más fuerza a sus propios reclamos (la Ctera llamó a un paro docente para el jueves), el conflicto está y se hace visible para todo el arco político. El Gobierno puede tomarse su tiempo para reaccionar, pero tarde o temprano estará obligado a hacerlo.
La demora de la Ley Bases y la postergación del Pacto de Mayo son una muestra de que en el juego de la política hay que ser cuidadosos antes de celebrar el éxito. La motosierra debe dejar paso al overol.
Fuente El Cronista