La pandemia nos dejó a todos en casa, y obligó al cierre de comercios, establecimientos y empresas. En el caso de las explotaciones ganaderas dedicadas a criar toro de lidia, la suspensión de todo tipo de festejos puso en peligro su viabilidad. Las ayudas económicas que otorgó la Consejería de Medio Ambiente fueron para muchas de ellas una tabla de salvación. Y gracias a ellas, hoy se torean en la Feria de San Isidro los toros que nacieron entonces.
Así lo vivieron en la ganadería de Victoriano del Río, una de las que recibieron las ayudas regionales. «Había una incertidumbre grandísima; se cerraron todas las posibilidades de continuar con la lidia, quedaron prohibidos todos los espectáculos, tanto festejos mayores como populares», explica Ricardo del Río. La situación fue tan grave que «muchos ganaderos sacrificaron en el matadero a los toros, para reducir los gastos».
Pero criar un toro de lidia es muy caro; «unos 5.000 euros cuesta, y se tardan 4 o 5 años para poder lidiarlo», explica. Vendido como carne, no pasa de 600 euros por animal. «La pérdida es cuantiosa», concluye Del Río.
En el caso de las explotaciones de toros de lidia, la cosa se complica aún más porque «sólo un 5 o 6 por ciento de los animales de la finca van a la lidia; el 94 por ciento restante son necesarios para poder llevar a los otros a la plaza». La mitad de los que nacen son machos y la otra mitad hembras; hay ejemplares de un año, de dos, de tres, de cuatro… y las hembras se torean para ver si son buenas o no para la reproducción, pero esto se hace cuando tienen 2 o 3 años, y hasta entonces hay que sacarlas adelante.
Las ayudas que otorgó la Comunidad de Madrid llegaron a través de la Consejería de Medio Ambiente, que de este modo defendía el mantenimiento del ecosistema que se mueve en torno al toro bravo: las dehesas y su modo de explotación. «Hay que tener en cuenta -explica Del Río- que el índice de trabajadores que necesitan estas explotaciones es tres veces más alto que el que tienen el resto de ganaderías que gastan en extensivo: mi explotación tiene diez personas trabajando, y otra en extensivo del mismo tamaño sólo tendría dos o tres». Esto, y el hecho de que se desarrollen y generen puestos de trabajo en el mundo rural son otros valores que destacan.
Casi todas las comunidades autónomas dieron ayudas económicas en pandemia a las explotaciones ganaderas, pero «no todas fueron iguales: las de Madrid eran diez veces superiores a la media del resto; cuando en otras regiones daban 6.000 euros por explotación, en Madrid se podía llegar hasta los 100.000 euros, y durante dos años». En concreto, según explican desde la Consejería que dirige Carlos Novillo, se entregaban 500 euros por cada vaca madre mayor de 18 meses, hasta el máximo antes señalado. «Sin esta aportación, una parte importante de los ejemplares que se torearán este año no habrían nacido, y numerosas empresas ganaderas habrían sucumbido al riesgo de quiebra», concluyen.
Las ayudas se dieron en total a 45 explotaciones, del centenar registradas en la región, y tuvieron un valor de 1,7 millones de euros en 2020 y de 1,6 millones en 2021. Esto permitió mantener el censo de hembras de ganado bravo, y cinco años después, el censo de estas ganaderías suma 4.508 ejemplares, y los toros nacidos en esos años se lidian esta temporada en la plaza de Las Ventas.
El toro de lidia genera, insisten en Medio Ambiente, «unos 204 millones de euros» y, según la Unión de Criadores de Toros de Lidia, los espectáculos culturales taurinos aportan al Estado 140 millones anuales en concepto de IVA. La Feria de San Isidro supone para la economía regional unos 70 millones cada temporada. Ricardo del Río destaca que tras la pandemia, la situación se normalizó y los festejos son incluso más que antes. La reciente polémica por la decisión del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, de eliminar el premio Nacional de Tauromaquia, asegura, «ha sido un revulsivo y hay cada vez más público joven en los toros».
Fuente ABC