LA HABANA, Cuba.- Este martes 28, la noticia más importante, para los cubanos, fue el anuncio de las nuevas medidas anunciadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés) adscrita al Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Según ellas, los emprendedores cubanos independientes podrán abrir y operar cuentas bancarias en el gran país del norte.
Insisto en que esa fue, a no dudarlo, la principal noticia del día. Pero, claro, no fue la primera que abordaron los informativos del régimen. Según las reglas de la liturgia castrocomunista, ese lugar privilegiado (y también el segundo y el tercero) tiene que ser ocupado por informaciones generadas dentro de la misma Isla.
Fue así que los compatriotas interesados en el tema tuvieron que escuchar de inicio los pormenores de la intrascendente visita de turno del señor Díaz-Canel a Santa Cruz del Norte, uno de los 168 municipios del país. De ese contacto podemos citar una perogrullada que ha sido considerada tan importante por la propaganda comunista que hasta ha figurado en los titulares de sus órganos de agitación: “Que todo lo que se haga, se haga con calidad”.
Aunque con el aludido retraso injustificado, nuestros compatriotas interesados en definitiva sí pudieron escuchar la noticia del día; sólo que, como es la regla (sobre todo cuando se trata de informaciones procedentes de nuestro gran vecino septentrional), aquella fue transmitida en su “versión Palacio de la Revolución”. Esa misión le fue asignada al Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX).
Como cabía esperar, la Declaración emitida por la referida dependencia del gobierno cubano es adversa a la iniciativa: “Las medidas son limitadas y no tocan el cuerpo fundamental del bloqueo contra Cuba ni las sanciones adicionales que conforman la política de máxima presión”, afirma el mamotreto. Este también acusa a Washington de “pretender separar, artificialmente, al sector privado del sector público” en Cuba.
Los burócratas de la diplomacia antillana optaron por darle a su Declaración un título truculento: “Cuba es una sola”. ¡Qué lástima que ese mismo enfoque no lo hayan utilizado jamás para referirse a nuestros compatriotas que han optado por marchar al extranjero! Aunque ahora, ante el naufragio generalizado del país, se muestran menos intolerantes hacia quienes ellos denominan “emigrantes económicos”, siempre han mostrado una hostilidad virulenta con respecto a los que se declaran “exiliados políticos”, y les han endilgado los adjetivos más insultantes y peyorativos. ¡Que tremenda injusticia del régimen no considerar también a esos compatriotas como partes de la única Cuba!
Volviendo a la reacción castrocomunista, observamos cómo una vez más se repite la historia. También en tiempos de Barack Obama, que adoptó muchas más medidas de acercamiento, los castristas recibían esas iniciativas con un ridículo aire ofendido; siempre las tildaron de “parciales” e “insuficientes”.
En aquella ocasión, en uno de esos despistes monumentales que los caracterizan, los jefes del bolchevismo criollo creyeron inevitable una presidencia de Hillary Clinton, y pensaron que, con la ex Primera Dama al mando, las cosas se les harían más fáciles. No tuvieron que esperar demasiado tiempo para que Donald Trump los convenciera del error garrafal cometido.
¿Y ahora qué esperarán Díaz-Canel y los paladines de la “Continuidad”! Parece que el presidente reelecto por 470 votos de verdad se cree lo que dijo durante la complaciente entrevista que le hizo Ignacio Ramonet: “Cuba no ha afectado a los Estados Unidos”; “Cuba no ha tomado ninguna medida en contra del Gobierno de los Estados Unidos”.
¡Claro que quien tenga someros conocimientos de la historia reciente, sabrá que esa afirmación no refleja en absoluto la realidad! ¿O es que vamos a olvidar los despojos arbitrarios, sin indemnización alguna, de las propiedades de norteamericanos, o la permanente hostilidad antiyanqui que constituye la característica fundamental de la política exterior castrista! Pero está claro que, partiendo de premisas falsas como las enunciadas por Díaz-Canel, sólo se podrá arribar a resultados infundados y erróneos.
Ya hemos visto que desde el habanero “Palacio de la Revolución” expresan desacuerdo con las recientes medidas, y lo hacen exhibiendo un aire ofendido. ¿Pero qué podemos decir del bando opuesto? ¿Qué hay de los que se enfrentan a ultranza al régimen castrocomunista y sus políticas antipopulares? Allí también prima el rechazo a las nuevas medidas de la OFAC.
En estas mismas páginas de CubaNet se han recogido las reacciones hostiles provenientes de personalidades de una probada trayectoria anticastrista. Hemos sabido de ese modo que, por ejemplo, Orlando Gutiérrez-Boronat, presidente de la Asamblea de la Resistencia Cubana, ha calificado la medida como “un regalo al régimen comunista en Cuba que contribuye a su fortalecimiento”. Por su parte, la representante federal María Elvira Salazar afirma: “Biden dará más oxígeno a la dictadura cubana”, y concluye: “Esta Administración es cómplice de La Habana, una vez más”.
En el ínterin, este observador de la situación no atina a asignar un sentido comprensible a estas nuevas medidas adoptadas por el gobierno que encabeza el presidente Biden. Atacado a la vez por tirios y troyanos, la actual Administración de Washington se empeña, al igual que años atrás lo hiciera la de Obama, en adoptar medidas conciliadoras hacia el régimen dictatorial de La Habana, las cuales este no acepta como tales.
Y lo anterior nos conduce a una pregunta inevitable: ¿Qué sentido tienen esos actos de complacencia hacia un sistema de vocación totalitaria cuyas políticas erróneas, mantenidas a ultranza durante decenios, han conducido a su presente fase terminal, en la cual resulta ya meridianamente clara su esencia antipopular y anticubana!
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Fuente Cubanet.org