MADRID, España.- Nacido en Camagüey el 24 de febrero de 1891, el poeta y diplomático Mariano Brull Caballero, cuyo padre también fue diplomático, vivió parte de su infancia en España y luego en diferentes países según el sitio donde destinaran a su progenitor.
De regreso a Cuba en la adolescencia comienza a cultivar la poesía y sus poemas inaugurales aparecen en publicaciones de su ciudad natal. En 1913 se gradúa de Doctor en Derecho en la Universidad de La Habana, profesión que ejerció durante algunos años.
Su primer libro de poemas, La casa del silencio, es editado en Madrid en 1916. En 1917 recibe su inicial destino diplomático como Secretario de segunda clase en la Legación de Cuba en Washington, con lo cual comenzará una extensa y fructífera carrera en el servicio exterior que incluirá, además de los Estados Unidos, Lima, Madrid, París, Bruselas, Berna, Roma, Canadá.
Luego de aquella obra primigenia, vendrían otras: Poemas en menguante (París, 1928), Canto redondo (París, 1934), Solo de rosa (La Habana, 1941), Tiempo en pena (1950), Nada más que… (París, 1954).
Max Henríquez Ureña en el Tomo II de Panorama de la Literatura Cubana (1979), con el subtítulo de “Nuevas modalidades en la poesía cubana”, anota: “El que primero se destaca en esa poesía de confidencia y de autobiografía sentimental, es Mariano Brull y Caballero (…) que en un principio (La casa del silencio, 1916), se había acogido a la influencia de González Martínez y más adelante persiguió, siguiendo los pasos de Juan Ramón Jiménez, una poesía pura, desnuda, de sugestiones más que de confesiones. El ansia de evasión se orienta entonces hacia el juego verbal para desentrañar tesoros de la música de las palabras”.
Después se refiere Henríquez Ureña a libros en los que Brull “hace alarde de virtuosidad técnica” como Canto redondo, Solo de rosa y Tiempo en pena. Y alaba la traducción que hace de los dos poemas más célebres del escritor francés Paul Valery, “Cementerio marino” y “La joven parca”.
Famosa sería su “Jitanjáfora”, tipo de composición poética sin sentido, formada por palabras libremente creadas por su sonoridad o poder evocador, como estas: “Filiflama alabe cundre ala olalúnea alífera/ alveola jitanjáfora liris salumba salífera (…)”.
Mariano Brull, considerado uno de los escritores fundamentales de la vanguardia literaria cubana, colaboraría también en publicaciones periódicas como El Fígaro, Gaceta del Caribe y Orígenes. Muere en La Habana el 8 de junio de 1956 y tras su fallecimiento reconocidos intelectuales cubanos como Gastón Baquero escribieron artículos en la prensa.
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Fuente Cubanet.org