LA HABANA, Cuba.- Al oeste de la capital, a pocos metros del límite del poblado de Santa Fe con la provincia de Artemisa, por la carretera que conduce a Bauta y Cangrejera, encontramos un interesante sitio histórico que está en ruinas: el ingenio Taoro.
Hoy solo quedan fragmentos de la casa y los barracones de los esclavos, con bastante deterioro, debido a la falta de mantenimiento.
He visitado este lugar en varias ocasiones, y he escrito anteriormente sobre el mismo, pero estuve allí hace unos días y conversé con residentes de la zona que me aportaron interesantes y poco conocidos datos.
El sitio, de gran extensión, perteneció al Marqués de Duquesne, el cual lo llamó Las Delicias y lo dedicó al cultivo del café, aunque con el objetivo oculto del tráfico de esclavos.
Posteriormente fue vendido al español Francisco García, que nombró el lugar como Taoro, combinación de las dos primeras sílabas de otras posesiones que tenía en Islas Canarias (Tacoronte y Oro Palma), y lo dedicó al cultivo de la caña de azúcar.
De lo que fuera el ingenio, queda un gasómetro, que se encuentra envuelto en la maleza que rodea el sitio.
Taoro fue el último ingenio que molió en Cuba antes de finalizar la Guerra de Independencia. En 1896, el ingenio fue quemado por los mambises por órdenes de Baldomero Acosta, jefe de una de las columnas de Antonio Maceo durante la Invasión a Occidente.
Según afirman, la vivienda no sufrió gran daño en el incendio. Obras de arte y otros objetos que estaban en la mansión, hoy están en el Museo de los Capitanes Generales. También se conserva la campana que llamaba a los esclavos al trabajo.
Existió en el lugar una iglesia, pero de ella solo quedan escasas ruinas.
Después de que en 1959 estas tierras, que ya estaban parceladas, pasaran a manos del Estado, se dedicaron al cultivo de frutales, que abastecieron la industria de conservas Taoro.
Hoy, la fábrica Taoro se encuentra en Manzanillo, en la provincia Granma. No se sabe el porqué del traslado.
Cerca de las ruinas del ingenio estuvo el cementerio de los esclavos. A inicios de la década de 1960, hicieron excavaciones arqueológicas allí. Pero un día después de concluir las excavaciones, personas inescrupulosas robaron los huesos exhumados, se piensa que para hacer trabajos de brujería.
En el año 2016 se desplomó todo el techo de la vivienda al partirse el caballete. Las paredes, al quedar a la intemperie y por la cercanía al mar, han sufrido un daño enorme. Durante una reciente tormenta, uno de los muros se desplomó.
El lugar se encuentra abandonado. Como no hay una cerca perimetral que lo proteja, las personas entran al sitio a coger mangos sin cuidar el medio y dañan huellas arqueológicas que servirían para una reconstrucción futura.
Personas con creencias religiosas depositan sus “trabajos” al pie de las ceibas del lugar, lo que crea suciedad, mal olor y atrae a moscas, cucarachas y ratones.
Refieren pobladores de la zona que hace años una empresa estatal instaló oficinas allí, y sin tener en cuenta el valor histórico, modificaron algunas estructuras.
En ocasiones, el ICAIC y la TV han realizado filmaciones en el lugar, lo que también lo ha dañado.
El sitio está rodeado por el plan ganadero Niña Bonita, que auspició Fidel Castro, y que ya no funciona como tal.
En cierta ocasión, funcionarios del Plan Niña Bonita llegaron con un bulldozer para eliminar los cimientos del lugar, pues alegaban que “eso era de ellos”. La enérgica protesta de los vecinos y la intervención de otras autoridades evitaron tamaño vandalismo.
El césped frontal no se puede hoy cortar con la máquina podadora, pues la Empresa Eléctrica le cortó la luz al lugar, por considerarlo innecesario. Invadido por la maleza, los vecinos refieren que “aquello de noche es como una boca de lobo”, y se presta a la comisión de delitos.
La Dirección de Patrimonio del municipio Bauta, responsable de la conservación y mantenimiento del sitio, alega no tener presupuesto.
Así, pronto, no quedarán ni las ruinas de Taoro.
Fuente Cubanet.org