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No dejen que los arbustos gritones les oculten el bosque centradito. Los partidos ultranacionalistas y euroescépticos han ganado terreno en las últimas elecciones europeas, pero el centro derecha, el centro izquierda y los liberales siguen reteniendo una mayoría absoluta holgada en el Parlamento Europeo. El problema no es ese. El problema es cómo van a utilizar esa mayoría. De ello depende que la Eurocámara 2024-2029 sea la más antieuropeísta de la historia o la antesala de una mayoría euroescéptica en algún momento de la década de los 30. Ya no basta con pedir más Europa porque fuera hace mucho frío; porque nuestros vecinos violentos han empezado a almacenar bidones de gasolina en el garaje o porque nuestro primo mayor, el que siempre nos defendía, ahora nos considera unos gorrones aprovechados. Todos esos argumentos siguen siendo válidos, pero no son suficientes. La nueva generación de europeos que se incorpora al mercado laboral (y alguna que lleva ya una década o dos) debe poder confiar en que el futuro será mejor. Y para ello no ha habido una mejor herramienta a lo largo de la historia que el crecimiento económico. Esa debería ser la principal preocupación de PPE, socialdemócratas y liberales. Con eso desaparecerían de golpe todos los monstruos que ha generado ese sueño de la razón en el que vivimos desde el Brexit.
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Fuente El Confidencial