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Una de las mejores profesoras que he tenido decía que en una empresa cuyos trabajadores realizan un trabajo eminentemente intelectual, no hay nada más corrosivo que la incoherencia. La incoherencia resta credibilidad a cualquier estrategia, mina la confianza para alcanzar cualquiera que sea el objetivo y acaba, siempre, siempre, siempre, desmotivando a la gente. Uno quiere pensar que la política es precisamente un ejercicio intelectual. El espectáculo de Yolanda Díaz del lunes y el martes puede explicar bastante de la desmotivación de su electorado en particular y de los ciudadanos con la política en general. Ayer se me ocurrió reflexionar en lo que antes era Twitter que a la nueva izquierda de la izquierda le pedía solo menos ñoñería. Al poco salía Yolanda Díaz, tras anunciar que se iba y que volvía en un espacio de menos de 36 horas, hablando en tercera persona de sí misma: “Yolanda Díaz sigue formando parte de la Ejecutiva de Sumar, sigo formando parte del órgano de dirección y de la coordinadora que se reúne este jueves. Yolanda Díaz no se va, lo que ha hecho es política de la buena”. Poco pasa.
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Fuente El Confidencial
