
Dice el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena. Probablemente esa misma sea la opinión de Francisco Romero, un hombre hecho y derecho de origen gaditano que, a sus 28 años, no había hecho la comunión… y ha decidido celebrarla con todos sus avíos, como si de un niño de catequesis en sus años del colegio se tratara.
Y cuando decimos con todos sus avíos nos referimos a toda la parafernalia propia de los jóvenes de entre 8 y 11 años que cada año realizan durante la primavera la primera comunión: después de participar en la eucaristía, Francisco tuvo su gran convite, para el que no escatimó: un gran banquete, castillo hinchable, fuegos artificiales…
La cosa no queda ahí, puesto que el gaditano, para imbuirse completamente del ambiente de este tipo de celebraciones, se vistió con un traje de marinerito, de talla mucho mayor que las que habitualmente lucen los menores que hacen la comunión, todo ello con la intención de «quitarse la espinita».
Evidentemente, el joven adulto tiene todo el derecho del mundo a celebrar por todo lo alto y como prefiera un evento de estas características. La pregunta, si tanta ilusión le hacía, es clara: ¿por qué ha esperado tanto? Misma cuestión que le han lanzado en el programa TardeAR, de Telecinco.
Campanas de boda
Su respuesta ha sido bien simple. De pequeño pasaba largas horas en el campo, y no le apetecía asistir a la catequesis con el resto de sus compañeros, por lo que lo dejó pasar. Ahora ha tenido una importante motivación para zanjar el asunto: se casa el próximo mes de octubre en la aldea de El Rocío y tenía que dejar listos todos los trámites necesarios para ello.
Lo más importante de todo es que tanto Francisco como sus allegados han pasado una jornada estupenda disfrutando y celebrando tanto la primera comunión como la previa del inminente enlace matrimonial.
Fuente ABC