Hace horas fueron liberados de su confinamiento en Gaza los (ex) rehenes israelíes Noa Argamani, Almog Meir Jan, Andrey Kozlov y Shlomi Ziv, fruto de un operativo israelí.
Los mismos habían sido secuestrados el año pasado por comandos terroristas de Hamas y mantenidos cautivos en locaciones múltiples dentro de la Franja de Gaza, sufriendo innumerables abusos y privaciones.
El rescate de los rehenes es sin duda una gran victoria para Israel, una noticia positiva dentro de un panorama gris, ahora, lo que aquí importa es entender la forma en la cual la misma es interpretada, ¿Qué significa este hecho? Para Hamas es un duro golpe a su ya debilitada reputación política, para Israel, un triunfo de naturaleza político/moral.
La victoria moral se traduce simplemente como esperanza social, una idea de que pronto los demás secuestrados puedan ser liberados y que la guerra puede estar más cerca del final, para el interés de esta columna no nos detendremos a analizar este fenómeno.
La victoria política tiene una doble característica en lo internacional/local, frente a lo primero refuerza la idea del Israel como nación fuerte con poder de agencia, en lo interno es una muy esperada bocada de aire para el gobierno del Primer Ministro Netanyahu, que posee un bajo nivel de aprobación, algunas encuestas marcan tan solo un 30% de aprobación social.
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La opinión pública israelí ve esta situación como una incógnita a resolver, tiene un PM cuestionado, pero al mismo tiempo no se lo quiere ver abandonar el poder sin una transición ordenada, sobretodo en medio de la crisis en Gaza.
Netanyahu hoy navega en aguas turbulentas, su gobierno de coalición perdió a un actor importante como lo es Benny Gantz, quien lleva ya tiempo acercándose a los partidos de oposición y manifiesta la necesidad de un cambio de liderazgo.
El gobierno entonces tiene 2 caminos por delante, imponer una nueva variable que reemplace a la militar (esto es francamente difícil) o continuar con las victorias diplomáticas y militares
Este difícil equilibrio dependerá de la capacidad de Netanyahu de mantener (en un principio) un status quo político que no satisface a nadie.
Esto para Netanyahu esta lejos de ser algo nuevo, en su periodo anterior enfrentó la misma problemática, esta se resumía en un proyecto político no hegemónico (ya que no era 100% aprobado por la mayoría del electorado) mientras que por el otro lado, no existía alguien que pudiese organizar al Parlamento como el.
Todo dependerá de que la Opinión Pública siga convalidando este orden o decida buscar un nuevo líder para navegar las tristes y tormentosas aguas del conflicto militar.
Por Guido Jaso
Fuente Vis a Vis