Por algo es la selección más antigua del mundo, junto con Inglaterra. Escocia siempre resiste. Se puede ver hundida, vapuleada por Alemania, pero si tiene que marcharse lo hará con orgullo. La Tartan Army sacó un empate a un contra Suiza y deja abierto el grupo A. Los germanos ya están clasificados tras su victoria frente a Hungría, pero a partir de ahí nada está contado. Los helvéticos dan un paso hacia octavos con la igualada en Colonia y se sitúan con cuatro puntos, por uno para los escoceses, que se jugarán las opciones en la última jornada contra la defenestrada Hungría. Así queda este cuarteto tras un partido eléctrico que pudo ganar cualquiera. Libra a libra quizá los suizos se impusieron, con más acciones de gol. Pero los escoceses apretaron con fiereza y pudieron conseguir la sorpresa si ese balón al palo de Hanley se hubiera desviado unos centímetros.
El choque en la primera fase estuvo repleto de pequeños partidos. En todo momento ambas selecciones se mostraron agresivas, atrevidas y verticales. Con balón y cuando lo perseguían. Con ganas de contentar a las 50.000 almas que daban un colorido singular al estadio de Colonia. Lo consiguieron. Salía en tromba Escocia, minutos después Suiza recomponía la lógica y se hacía con el balón. Pero de repente, un córner a favor se convirtió en su peor pesadilla. Los escoceses se marcaron una transición apresurada y el chut final de McTominay golpeaba en Schar para despistar a Sommer. El golpe deslumbró a los suizos durante unos instantes pero todo volvió a cambiar y el conjunto de Murat Yakin se recompuso y tomó el balón con egoísmo. Tanto que la diferencia en la posesión se disparaba. Un 28 por ciento para los escoceses y un 72 por ciento para los helvéticos.
Era tanta la presión que provocó un error definitivo en el rival. Ralston enviaba un pase hacia atrás y el más pillo de todos lo aprovechaba. Shaqiri, que regresaba a la titularidad, golpeaba el balón con su deliciosa pierna izquierda para batir a Gunn. Todo indicaba que Escocia se achicaría. Pero se mantuvo erguido (la estadística en el control del balón se igualaba) aunque la mayoría de acciones de peligro fueron helvéticas. Widmer dispuso de un chut que salió alto por poco, luego Ndoye la tuvo pero el arquero escocés sacó la pelota y luego Schar quiso marcar en la portería que le tocaba pero de nuevo Gunn evitó el desastre.
Tras el descanso ambos combinados bajaron pulsaciones, con unos minutos de fútbol insulso. Hasta que no pudieron más y volvieron a estirarse. El primero que lo hizo fue el suizo Vargas, de padre dominicano, con un virulento chut. Instantes después (minuto 58) llegó una de esas acciones que debería estar penado fallarla. Ndoye se plantó solo en la frontal del área pero el balón se marchó rozando el palo del escoés Gunn. Todavía sorprendidos por el error se produjo un doble cambio, uno de ellos obligado. Yakin sacaba al gaseoso Shaquiri y Clarke veía cómo Tierney (jugador que esta pasada campaña ha militado en LaLiga con las filas de la Real Sociedad) se marchaba en camilla lesionado.
Suiza se convertía en una tuneladora. Golpe a golpe iba hundiendo a Escocia. Vargas seguía con el merengue aunque sin acierto goleador. Pero lo que es el fútbol. En ese juego monotemático quien tuvo la opción más clara fue Escocia. Un falta lateral era rematada por Hanley al palo derecho de Sommer. Las bandas izquierdas de ambos equipos emergían. El escocés Robertson y el suizo Ndoye eran los puntales en su zona de influencia. En los últimos instantes de toma y daca la mejor ocasión fue del suizo Amdouni, que marró de manera inexplicable. Escocia nunca dejó de intentarlo pero con escasa fortuna.
Fuente ABC