Por Carlos Pagni
El avance de la Ley Bases en el Congreso destraba la gestión gubernamental; el papel del Fondo Monetario en materia económica y el diseño electoral en el que piensa Milei para 2025
Por una convención político-literaria, la Ley Bases se convirtió en un pretexto para justificar cualquier parálisis de la vida pública. No sólo en el Gobierno. También en la oposición. El laborioso trámite parlamentario de ese texto explicó cualquier estancamiento. Los que trababan su sanción trababan todo. Esa superstición cobija una inercia peligrosa. La aprobación de esa norma descongela ahora todos los relojes.
El campo más visible de esta reactivación es el de la gestión administrativa. Hay cambios de roles. Alzas y bajas en la cotización de los funcionarios. Pero nada es más importante que la carrera de Luis Caputo al encuentro del Fondo Monetario Internacional para negociar un nuevo programa económico. Esa decisión comienza a despejar las principales incógnitas de la estrategia material de Javier Milei.
El informe que publicó el staff del Fondo el lunes pasado descarta algunas excentricidades del discurso oficial. Entre ellas, la dolarización y la clausura del Banco Central. En un marco mucho más convencional, Caputo y Santiago Bausili deberán eliminar este mes el blend cambiario que liquida el 80% de las exportaciones por el tipo de cambio oficial y el 20% por el contado con liquidación. Y el mes que viene tendrán que presentar un plan para ir hacia un régimen de flotación cambiaria al estilo peruano o uruguayo.
Analistas como Martín Rapetti pusieron la lupa en el texto del Fondo y sacaron algunas conclusiones inquietantes. Por ejemplo, que para el equipo que conducen Gita Gopinath y Rodrigo Valdés, el tipo de cambio de equilibrio debería estar en un nivel equivalente a un dólar oficial de 1150 pesos a fin del mes pasado. Es decir, un 30% más elevado. Para que esa cotización sea compatible con el superávit de cuenta corriente que prevé el Fondo (0,6%) y con la tasa de crecimiento del año que viene (5%), razona Rapetti, el peso debería ir depreciándose con un ritmo que, es inevitable, mantendrá más alta la inflación y frenará el crecimiento. El mercado parece coincidir con el Fondo: ayer el Banco Central debió intervenir vendiendo 156 millones de dólares.
La baja de la inflación ha sido el gran logro del Gobierno hasta ahora. A costa de una preocupante recesión, que inspira el principal desvelo de los actores internacionales: que se profundice la tensión social. Esta es la razón por la cual las imágenes de la manifestación que se produjo frente al Congreso la semana pasada tuvieron lecturas tan distintas dentro y fuera del país. Las encuestas comienzan a registrar una sensibilidad similar. Por ejemplo, un estudio de la consultora Equipo Mide (Janín, Terradez, Piccolomini, Antenucci), consigna que, cuando se pregunta por el principal problema del país, 23% de los encuestados contesta “la pobreza” y 15% “la desocupación”.
La inflación aparece en tercer término, con 14%. Sin embargo, 37% dice en esa encuesta que espera una inflación más alta, y 21% una igual que la de ahora. Esta imagen general coincide con la de Hugo Haime, quien aclara que, cuando se indaga sobre los problemas generales, el público identifica los dramas sociales. Pero, cuando se pregunta por la situación personal, el problema sigue siendo la carrera de los precios. En las dos investigaciones la imagen de Milei comienza a arrojar un pequeño saldo negativo: 50% baja el pulgar contra 48% que lo levanta en el caso de Mide, el resto no contesta. En la de Haime, 47% aprueba y 53% desaprueba.
Como indican los manuales, la erosión de la legitimidad de origen debería ir compensándose con la legitimidad de ejercicio. Es decir, con éxitos de gestión. Es cuando se vuelve clave la calidad del equipo. Milei ha hecho una apuesta al equilibrio designando a Guillermo Francos como jefe de Gabinete, no en un rol de gestor multitareas, como había imaginado Nicolás Posse, sino como un coordinador de todo el equipo. Francos deberá custodiar los equilibrios, sobre todo en zonas propensas a la irritación. Por ejemplo, por la consolidación de Federico Sturzenegger, que tiene en guardia a Luis Caputo. La historia mete la cola. Caputo fue el agente de la defenestración de Sturzenegger en el Banco Central durante la gestión de Macri. El propio Milei maldijo ese reemplazo durante la comida de la fundación Libertad hace dos meses: “La salida de Sturzenegger fue la culpable del regreso del kirchnerismo”, sentenció, exaltado. Los actores de ese drama estaban entre los comensales: Mauricio Macri, Caputo, Sturzenegger. De haber medido el alcance de sus dichos, Milei se tendría que haber cortado una mano.
Cuando se mira el diseño del gabinete se advierte que el principal beneficiario de la salida de Posse fue quien más la estimuló: Santiago Caputo, el “Mago del Kremlin”. Este Caputo es lo que la jerga de las campañas electorales denomina “spin doctor”. Es decir, alguien que se encarga de que los acontecimientos o las propuestas de un grupo político parezcan mejor de lo que son. Este papel experimenta una evolución. Los primeros estrategas se dedicaban, en general, al marketing. Con el tiempo, se sentaron a la mesa de la decisión política: es el caso de Jaime Durán Barba, orador principal de las asambleas de Pro. Caputo da un paso más adelante: no sólo asesora, no sólo participa de las decisiones, también gobierna.
Desde el punto de vista administrativo esta mutación plantea una perplejidad. “El Mago” está unido a la estructura del Estado por un ligerísimo contrato de prestación de servicios con la Secretaría de la Presidencia, el reino de Karina Milei. Sin embargo, el dedo de Caputo digita áreas importantísimas del sector público. Para empezar, la AFI, donde designó a Sergio Neiffert, mano derecha e izquierda del intendente Jesús Cariglino en Malvinas Argentinas. Neiffert ya tomó contacto con varios colegas de servicios extranjeros. Como carece por completo de experiencia, Caputo lo auxilió convocando a viejos colaboradores del tenebroso Antonio Stiuso. Sin embargo, no todo será un viaje a la prehistoria. Neiffert contará con una moderna área de Ciber-espionaje. Se la destinará a proteger las valiosísimas bases de datos del Estado, vulnerables hoy al ataque de los hackers. Nada que ver con montar una Cambridge Analytica criolla para la manipulación electoral. Aunque a Caputo se le haga agua la boca.
Por el camino de la tecnología el poder de Caputo se desliza hacia otra área importantísima del Gobierno. De él depende también el nuevo secretario de Ciencia y Tecnología, con competencia en el decisivo campo de las Telecomunicaciones. Es Darío Genua, quien hasta ahora asesoraba al titular del Enacom. Antes tuvo un pasado peronista en el conurbano bonaerense: fue nada menos que secretario de Hacienda de Federico de Achával, el intendente de Pilar, una especie de distribuidor que puede llevar a Martín Insaurralde o a Sergio Massa.
El poder de Genua en Telecomunicaciones se completa con el de Martín Ozores, al frente del Enacom, que es el órgano regulatorio del sector. Ozores llegó de la mano de Posse, pero al cabo de los meses se caputizó. En este universo, que está también bajo el control del Mago, brilla una estrella apetecible: Arsat. En esta empresa, asociada con las prestaciones satelitales, fue designado presidente Mariano Grecco. Como Neiffert, como Genua, Grecco también proviene del peronismo. Durante el gobierno de Alberto Fernández fue asesor de Martín Olmos, el hijo de la ministra de Trabajo Raquel Olmos, quien a la vez dependía de Micaela Sánchez Malcom en el área de Telecomunicaciones de la jefatura de Gabinete. Grecco fue destinado después a dirigir el Data Center de la empresa. Esa dependencia es hoy una de las joyas de Arsat. Es posible que, cuando pone los ojos allí y la imaginación en el área de ciberespionaje, “El Mago” empiece a soñar en colores. Sesgos profesionales. El otro tesoro de la compañía radica en los 36.000 kilómetros de fibra óptica desplegados, casi en su totalidad, por Julio De Vido. Arsat no se puede privatizar. Pero sí está previsto que algún empresario se quede con el 49% de sus acciones. Aquí ponen la lupa numerosos jugadores del sector.
Las privatizaciones, en general, también quedaron bajo la responsabilidad del asesor Santiago Caputo. Fue el gran golpe a la estructura original de Posse: Mauricio González Botto fue reemplazado por Diego Chaher, un eslabón de múltiples cadenas, sobre todo en el campo de los medios de comunicación.
Como se puede observar, “El Mago del Kremlin” es un gobierno dentro del gobierno. Y tiende a expandirse. No porque se acepten las fantasías más o menos persecutorias, y bastante verosímiles, de Sandra Pettovello, quien cree que desde allí le llegan las balas. El joven Caputo domina también la empresa de ferrocarriles, destinada a la privatización, que tiene a cargo Adrián Luque. Es otro viejo integrante de las filas de Massa: durante la gestión del exministro fue responsable de Legales de la misma agencia. Tanta repetición obliga a plantear esta pregunta: ¿persiste un acuerdo entre Massa y Milei, o entre Massa y Caputo? Es probable que no. Que estas continuidades se deban a la decisión de Caputo de incorporar, llave en mano, a habilidosos del régimen saliente. Más allá de las presiones que Massa pueda ejercer, por vías indescifrables, sobre el actual gobierno.
Si Pettovello fantasea, con más o menos fundamento, con que El Mago quiere su cabeza, Mariano Cúneo Libarona está convencido de lo mismo respecto de la suya. En Justicia el hombre fuerte es Sebastián Amerio. Amigo de la infancia del joven Caputo, Amerio es el representante del Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. Cúneo Libarona, mientras tanto, sigue siendo una figura pública no por sus aportes a la función sino por los casos resonantes que tuvo como defensor. Por ejemplo: ayer, en un fallo muy controvertido, la Cámara de Casación, con la firma de Diego Barroetaveña, Daniel Petrone y el boxindanga Carlos Mahiques, excluyó de la causa “Cuadernos de las Coimas” al primo hermano de Mauricio Macri, Angelo Calcaterra.
Mahiques, como se sabe, fue ministro del gobierno de María Eugenia Vidal. Titular de la empresa Iecsa, que había pertenecido a su tío, Franco Macri, las evidencias de que Calcaterra pagó coimas a funcionarios del gobierno de Cristina Kirchner eran muy copiosas. Muchos interlocutores escucharon de su boca justificaciones sobre “por qué tuve que hacerlo”. Ahora este nombre se suma a la larga lista de empresarios exculpados. En el mundo de la abogacía circulaba ayer un acertijo: ¿será este pronunciamiento la prenda que pagó Comodoro Py para que el macrismo termine de dar luz verde a la llegada de Ariel Lijo a la Corte? Sería rarísimo, porque Mauricio Macri ya se pronunció en contra de esa candidatura, pidiendo por la designación de una mujer y afirmando que los jueces de la Corte deben ser inobjetables.
Cúneo Libarona, quien como astuto penalista debe estar orgulloso de jamás haber defendido un inocente, compensó con Calcaterra el mal momento de anteayer. Porque el ministro de Justicia también fue el patrocinante de José Alperovich, condenado a 16 años de prisión por abuso sexual de su sobrina. A Alperovich le queda todavía otro calvario cuando se celebre el juicio oral, en Santiago del Estero, por el robo de miles de cabezas de ganado a la familia Roemmers. También ahí está imputado.
La aprobación de la Ley Bases es la campana de largada de otros procesos. No sólo acelera una nueva política cambiaria. No sólo motiva al gabinete. También habilita la carrera electoral. Es verdad que es muy temprano para discutir candidaturas. Pero llegó la hora de pensar en las asociaciones que se presenten durante el año próximo. El principal enigma es cómo se volverá a configurar el campo no peronista, desarticulado por la emergencia de Milei. El nuevo diseño está en relación con las distintas hipótesis sobre el futuro del oficialismo.
Un sector de la dirigencia entiende que la baja dramática de la inflación, el triunfo parlamentario y la renovación de un acuerdo con el Fondo consolidará el liderazgo del Presidente. Esa visión cuenta con otro argumento: el informe del staff de ese organismo internacional vaticina que, así como este año habrá una caída de 3,5% del PBI, el año próximo habrá un aumento del 5%. El Fondo la estaría viendo.
Este es el terreno que comienza a trabajar un sector de La Libertad Avanza. Francos, por ejemplo, explora una asociación cooperativa con gobernadores del peronismo: Saénz, Quintela, Passalacqua, tal vez Zamora. ¿Hubo también un acuerdo con el correntino Camau Espínola, para apoyarlo como candidato a la gobernación en 2024 a cambio de votar la Ley Bases? Sería perjudicial para el radical Gustavo Valdés. Festejarían Yacobitti y Lousteau. Por ahora, puro humo.
La guerra toma temperatura en la provincia de Buenos Aires y en la Capital Federal. En la provincia, las posturas del Gobierno son indicadas por Karina Milei, a través de Sebastián Pareja. Este exmassista es ahora subsecretario de Integración Socio Urbana del Ministerio de Capital Humano, una plataforma ideal para hacer política en el Gran Buenos Aires.
Pareja ha establecido una alianza con Patricia Bullrich y su principal aliado bonaerense, el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela. Detalle sobre Valenzuela: estudió Economía con Milei. Bullrich y Valenzuela son los abanderados de una integración acelerada del Pro a La Libertad Avanza. Quieren encabezar ese proceso, respetando su premisa mayor: el candidato del año que viene en el distrito debe ser José Luis Espert. Paloma de Larreta, Espert vuela hoy como halcón de Milei.
La resistencia a esta avanzada del Presidente sobre el Pro está encarnada por Cristian “Pucho” Ritondo, a quien Bullrich acusó de dar un golpe de Estado en el partido, produciendo el vaciamiento de la conducción. Como consecuencia de este entredicho se dividieron los bloques en la Legislatura. Ritondo enarbola el estandarte de Macri.
En la ciudad de Buenos Aires se reproduce la misma pelea. Aunque La Libertad Avanza enfrenta una fisura: Pilar Ramírez, delegada de Karina Milei en la Legislatura, rompió el bloque enfrentada a Ramiro Marra. Ramírez es la esposa del vicepresidente del Banco Nación, Darío Wasserman, confesor financiero de muchos dirigentes. Marra, que trabaja en el mismo rubro, se ufana de su amistad con el Presidente. Pero bromea ante sus íntimos: “Soy anti-K. Anti Karina”. ¿Fisuras entre los hermanos? Parecería imposible.
Los aliados de Bullrich, ajenos a estas rencillas, están dispuestos a ir detrás de un libertario. En principio, Manuel Adorni. El Pro debería plegarse. O levantar a su propio candidato. Si se diera la segunda opción, Milei podría imaginar una maldad: lanzar a la mismísima Bullrich para senadora en el distrito de los Macri. ¿Obligaría a salir al ruedo a Mauricio Macri? Muchos observadores creen que es la única chance de retener el distrito administrado por su primo.
La estrategia del expresidente se sostiene en otra hipótesis electoral, más cercana a los estudios de Mide y de Haime: la estrella de Milei se irá opacando por culpa de la recesión y habilitará así un tablero de tercios. Es decir: el Gobierno no podría cooptar a todo el electorado del Pro. Frente a una Bullrich radicalizada, que peregrina a besar el anillo de Nayib Bukele, ícono de un experimento de chavismo-liberal, Macri ensayaría una diferenciación. También él está esperando la Ley Bases.
La temperatura de este duelo entre Macri y Bullrich, que es un duelo entre Macri y Milei, se podrá medir con fecha y hora: el próximo 4 de julio, cuando se celebre la Asamblea partidaria que Bullrich aspira a comandar. Milagros de la política: los dirigentes del Pro van adquiriendo reflejos de la cultura radical.
Fuente La Nación