Hace dos meses, a Isabel le rompieron la cadera por 70 míseros euros. La mujer de 86 años, vecina de Fuenlabrada, acudió a un cajero de la localidad para sacar dinero, sin saber que unos ojos llevaban tiempo esperando a su potencial presa. Al ver que la anciana no llevaba compañía, la siguieron de vuelta a su casa y en una solitaria calle, ajena a miradas indiscretas, aprovecharon para pegarle un tirón al bolso. Llevaba un billete de 20 euros y había sacado otro de 50 de la sucursal. A causa de la caída, Isabel tuvo que ser operada y aún no ha recuperado la movilidad de antaño. Mejor suerte corrió el padre de Ana tras ser atracado en un cajero del barrio de Aluche. A sus 92 años, el afectado fue sorprendido a plena luz del día por su atacante, quien no dudó en emplear la intimidación para quitarle el dinero. Los gritos del nonagenario alertaron a dos vecinos que salieron corriendo detrás del delincuente, bloquearon su ruta de escape y acabaron reteniéndolo hasta la llegada de la Policía Nacional. Estos casos son solo dos ejemplos de una casuística delictiva al alza, donde las personas de avanzada edad se convierten en el blanco más fácil de los magos del engaño; y si la cosa se pone fea, también de la violencia.Para hacer frente a este problema, la Asociación cultural de mayores de Fuenlabrada (Acumafu) ha tejido una red de unos 200 voluntarios, tanto en Madrid capital como en la zona sur de la región, que acompañan a los ancianos que están solos cuando estos necesitan sacar dinero en los cajeros o realizar cualquier otra gestión. «Cubrimos prácticamente toda la Comunidad de Madrid, lo que hacemos es buscar un voluntario a través de Protección Civil o Cáritas, y les presentamos para que cojan confianza», explica su presidente, Marcelo Cornellá, consciente del repunte registrado en el último año.Noticia Relacionada estandar No La banda de la Cañada Real que robaba a ancianos solos en cajeros: «Cuidado, se acaba de tragar mi tarjeta» Aitor Santos Moya La Guardia Civil detiene a dos mujeres y un hombre rumanos tras probar la comisión de 21 hechos delictivosSin ir más lejos, la Guardia Civil detuvo semanas atrás a dos mujeres y un hombre, todos de nacionalidad rumana, dedicados a este menester los dos últimos años en dispensadores de billetes de Colmenar Viejo y Torrelodones. Hasta ambos municipios se desplazaban desde la Cañada Real para trazar un plan perfectamente coordinado: seleccionar a sus víctimas, aproximarse a ellas con cualquier excusa y robarles al descuido la mayor cantidad de dinero posible. Un truco basado en dos partes, confusión («perdone, pero este cajero está mal, se acaba de tragar mi tarjeta antes de usted») y rapidez (tapar el teclado y la ranura con algún folleto publicitario, y marcar la cifra a retirar por debajo).Ya en faena, lo habitual es que oculten su rostro con mascarillas y gafas de sol, y en el caso de las mujeres, también con el pelo recogido y disimulando sus facciones con gorras. La clave aquí es evitar ser reconocidos por las cámaras de seguridad pero sin que su aspecto levante sospechas a las primeras de cambio. Y una vez logrado el objetivo, entra en juego un segundo compinche, apostado en las inmediaciones a bordo de un vehículo para asegurar la fuga.Al igual que los timadores callejeros, las bandas itinerantes procedentes de Rumanía han tomado la delantera al resto del lumpen , si bien, españoles y marroquíes les siguen de cerca en este particular podio. Precisamente, la ausencia de arraigo de los malhechores foráneos es una de las principales controversias que encuentran las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado a la hora de erradicar su actividad. «Cuando son detenidos y empiezan a recibir las primeras citaciones judiciales, dejan de robar y regresan a su país», exponen las fuentes consultadas.Revisar el entorno Tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional recomiendan revisar el entorno antes de usar un cajero automático. Más aún, si nos estamos sacando dinero solos. Proteger con el brazo el número pin Ya lo indica el panel de los propios cajeros, pero proteger con el brazo el número pin es fundamental para evitar que, en el caso de que alguien haya colocado un mecanismo de robo con microcámara, este registre tu clave personal. Evitar la ayuda de personas desconocidas La receta es sencilla: desconfiar de personas extrañas que ofrecen su ayuda de manera aparentemente desinteresada. También en el caso de que intenten persuadirte de que el cajero está averiado con el objetivo de acercarse a la pantalla. Ante cualquier sospecha, pulsar la tecla de cancelar Más vale no sacar dinero y regresar en otra ocasión, que exponerte a que te lo quiten. Ante la más mínima duda o sensación de estar siendo víctimas de un potencial engaño, no queda otra que pulsar la tecla de cancelar y abortar cualquier tipo de operación.Más allá de la falsa tarjeta tragada, los amigos de lo ajeno emplean otros métodos como la llamada ‘estafa del contactless’, a través de la cual intentan engañar a los usuarios, pero en estos casos manipulando previamente el cajero. Lo que hacen es inutilizar las ranuras de entrada de tarjetas físicas a fin de que los clientes tengan que recurrir al lector ‘contactless’, un momento de especial vulnerabilidad, que aprovechan para distraer al afectado. Ya saben, confusión («amigo, solo funciona el lector») y rapidez (a veces incluso acercándose un segundo sujeto a modo de gancho).Por ello, desde Acumafu recomiendan a los mayores que nunca vayan solos al cajero. «Detectamos que había un problema y nos dimos cuenta de que había que hacer algo», recuerda Cornellá, acerca de la red de voluntarios creada seis años atrás. Con el paso del tiempo, esta ha ido creciendo en consonancia al número de personas necesitadas de esta singular escolta. «Por desgracia, todavía hay bastantes abuelos que no se fían de sus hijos y que quieren conservar su intimidad y libertad en el manejo de su dinero», añade el presidente de una asociación que, a través de la Federación española para la defensa de las personas mayores, ha exportado el sistema a otras comunidades como Andalucía o Cataluña.Su plan antirrobos consta de tres niveles: el primero es la brecha digital, enseñar a los ancianos a manejarse en internet y en el uso de pagos telemáticos, evitando así la necesidad constante de visitar el cajero; el segundo se basa en la autoprotección, dotar a las potenciales víctimas de consejos y herramientas para espantar a los delincuentes por sus propios medios; y el tercero y último, asignar voluntarios a los ancianos más vulnerables, aquellos que están solos y tengan su movilidad reducida. «Son carne de cañón, porque los ladrones saben que no van a salir corriendo detrás de ellos», subraya Cornellá.madrid_dia_0703El masivo cierre de sucursales en los últimos años, y el hecho de que algunos cajeros (los más solicitados) se queden sin dinero los fines de semana, terminan por completar un peligroso cóctel «que lleva a muchos ancianos a jugársela en la calle cuando necesitan sacar dinero». Fuera del ámbito del engaño, los pequeños explosivos introducidos con precisión milimétrica son la otra causa que más estragos provoca en los cajeros. Este tipo de grupos colocan los artefactos con una diminuta pala con forma de las empleadas en los hornos de pizza.A la bomba artesanal le atan un cableado especial de extensa longitud, que conecta la propia ‘pizza’ con un iniciador para ser detonada a distancia. Tras ello, esperan a que el estallido desencaje la máquina de su estructura y sustraen el botín. Con estos ingredientes, no es de extrañar que los cajeros españoles posean desde hace años un sistema inteligente de neutralización: este incorpora un contenedor lleno de tinta que se abre cuando es sometido a movimientos bruscos, lo que provoca que el líquido coloreado manche los billetes, impidiendo a los malos ponerlos en circulación.
Fuente ABC