El Gobierno hoy está concentrado en las correcciones cambiarias y monetarias que allanen el camino para levantar el cepo, sin abandonar a la baja de la inflación como objetivo angular. Pero mientras libra esa batalla financiera, todavía no ha conseguido revertir la caída que muestra la economía real. Varias industrias continúan operando a la mitad de su capacidad instalada y el consumo aceleró su caída en junio. Como telón de fondo, el desempleo se vuelve algo más que una amenaza.
Javier Milei sabe que su política es dolorosa. No ocultó esa convicción ni cuando hizo la campaña electoral que lo llevó a la presidencia, ni cuando puso en marcha las medidas más duras de su plan motosierra. Pero a siete meses de iniciada su gestión, necesita resultados. En público apuesta a una recuperación en V. Pero en los papeles, lo que se percibe es un rebote acotado a los sectores más dinámicos (energía, minería, agro). El resto de las industrias tratan de despegarse del fondo de una U. El repunte será lento, e incluso algunos se atajan ante la chance de que ocurra una W, modelo que traduce un serrucho de alzas y luego bajas.
La pulseada que se instaló en el mercado pasa por los tiempos de vigencia del cepo y del ajuste cambiario. Los críticos dicen que hay que corregir el atraso para que se acelere la entrada de dólares y se active la economía. Del otro lado, el Palacio de Hacienda y otro lote de economistas advierte que devaluar no corrige los desequilibrios, sino que los aumenta. Y que hay que esperar dos meses más a que se normalice el ingreso de capitales para estar en condiciones de desarmar las restricciones.
El terreno sobre el que se libra esta discusión es frágil. Según el Indec, en mayo el uso de la capacidad instalada industrial siguió clavado en 56%, con refinación de petróleo como el rubro más activo (84%) y la fabricación de textiles como el más desfavorecido (41%). El promedio marca exceso de stocks por falta de ventas. La foto no cambió mucho en junio. Según la consultora Scentia, la caída del consumo masivo se aceleró: retrocedió 12,5% anual, contra 10% anotado en el mes previo. La muestra realizada en supermercados y autoservicios refleja una realidad preocupante pero que se ve poco a la luz de las prioridades nacionales: en el interior el descenso triplica las cifras del AMBA. El brutal recorte de transferencias a las provincias no fue gratuito, y debería haber una forma de revertirlo o moderarlo si se espera que la actividad crezca a nivel nacional.
Reducir la emisión monetaria ayudará a apagar la inflación. Pero la política económica debe mirar un poco más allá.
Fuente El Cronista