La líder opositora venezolana, María Corina Machado, ha enfrentado numerosos obstáculos en su campaña para desbancar al presidente autoritario Nicolás Maduro, quien ha estado en el poder por mucho tiempo. Los últimos obstáculos eran largos, verdes y recién cortados.
Un pequeño grupo de manifestantes indígenas había cortado ramas de los árboles al borde de la ruta y las habían amontonado en la principal autopista que lleva a la ciudad de Maracaibo, poco antes de que la caravana de Machado pasara de camino a un acto opositor el martes por la tarde. Tras tensas negociaciones, sus seguidores convencieron a los manifestantes para que los dejaran pasar.
“Vamos a unas elecciones con la cancha inclinada así”, le dijo Machado al Financial Times esa noche, inclinando su mano en un ángulo de 45 grados mientras enumeraba otros obstáculos que ella y su equipo de campaña habían sorteado -muchos de ellos explícitamente vinculados con el Gobierno- antes de las elecciones del domingo, en las que Maduro espera asegurarse otro mandato de seis años.
“No hubo sistema de sonido ni escenario [para el acto] porque arrestaron a las seis personas que iban a suministrarlo. Nadie en la ciudad nos quería alquilar otro, incluso a tres veces el precio normal, porque todos tenían miedo”, dijo.
Hija de un acaudalado magnate del acero, Machado, de 56 años, habla inglés fluido y creció entre la élite de Venezuela, pero se ha reinventado durante la campaña. Ha adoptado un estilo más sencillo y directo que electrizó a una oposición que llevaba mucho tiempo desalentada sobre sus posibilidades de victoria.
Forzada a viajar largas distancias en auto porque ninguna aerolínea le vende un vuelo, el viaje de Machado el martes a la segunda ciudad más grande de Venezuela fue típicamente desafiante. Comenzó en plena noche, poco después de las 4 AM, desde un punto de encuentro preestablecido en una callejuela tranquila de Caracas.
La caravana de 12 autos incluía un camión con bidones de nafta para cargar en la ruta, ya que el combustible puede ser escaso y el gobierno frecuentemente cierra estaciones de servicio en las rutas por donde ella tiene programado viajar.
En cuestión de minutos, dos autos sin identificar se unieron a la caravana, esquivando entre los vehículos, un patrón típico usado por la agencia de inteligencia del estado. La policía en los puntos de control a lo largo de la carretera filmó los vehículos mientras pasaban, pero no intentaron detenerlos.
La única parada en ruta fue después de cinco horas en la casa de un seguidor en la ciudad de Barquisimeto, una estrategia adoptada para evitar exponer a los ciudadanos comunes a represalias -ya que los restaurantes en donde previamente estuvo Machado luego, fueron cerrados posteriormente por la policía.
Irónicamente, Machado ni siquiera está en la boleta del domingo después de que el Gobierno le prohibiera postularse. Eso la obligó a elegir a Edmundo González, un diplomático retirado de 74 años de carácter apacible, como su sustituto.
Sin embargo, Machado sigue confiando en que la insurgente campaña opositora, llevada en gran parte a través de las redes sociales, puede triunfar sobre el chavismo, el movimiento político socialista nombrado en honor al predecesor de Maduro, Hugo Chávez, que ha gobernado Venezuela durante el último cuarto de siglo y no muestra señales de querer detenerse ahora.
Carteles de un sonriente Maduro alinean las principales calles de Caracas, sin otro candidato visible. “No tenemos ni un solo cartel en la calle y todos los medios han estado dando espacio a la propaganda del régimen, ya sea voluntariamente o no… pero hemos ganado el apoyo del pueblo sin un solo spot de radio o televisión”, dijo Machado.
A medida que la caravana se acercaba a Maracaibo, multitudes aclamando se alinearon en las calles de los pueblos a lo largo de la ruta, amontonándose alrededor del SUV de Machado para pedir selfies y autógrafos. Grupos de motociclistas locales se formaron espontáneamente para escoltarla en su camino.
Esa misma noche, después de una caótica conferencia de prensa conjunta, Machado y González bajaron a las calles de Maracaibo en un camión descubierto. Decenas de miles de personas coreaban “¡Libertad, libertad! ¡Va a caer, este Gobierno va a caer!” y producían un ensordecedor estruendo de vuvuzelas, bocinas de autos y motores de motocicletas mientras la dupla opositora avanzaba lentamente, saludando.
Los analistas políticos dicen que la oposición está capitalizando un fuerte deseo de cambio en una población cansada de la crisis económica, la corrupción gubernamental y la represión. González no ha publicado un manifiesto detallado pero quiere formar un gobierno de unidad nacional para negociar una transición pacífica, y promete basarse en las ideas de Machado sobre libre empresa, privatización generalizada y respeto por los derechos individuales.
¿Está Maduro particularmente asustado de las mujeres? Le preguntaron a Machado después del acto. “No lo sé, pero debería estarlo”, respondió la líder opositora. “Me subestimaron… Pensaron: ‘Ella es liberal, su familia tiene dinero, es una mujer, no llegará a ninguna parte’. Pero nosotras las mujeres venezolanas somos feroces”.
A tres días para la votación, la gran pregunta sigue siendo si Maduro aceptará lo que las encuestas de opinión predicen que será una dura derrota. Ha prometido ganar las elecciones “por las buenas o por las malas” y ha predicho un “baño de sangre” si no lo hace. Ungido por un moribundo Chávez como su sucesor en 2013, el exchofer de colectivos ha burlado a la oposición muchas veces antes.
Independientemente de cómo se emitan los votos, Maduro controla el ejército, la policía, los tribunales, la autoridad electoral y una maquinaria partidaria que hace uso libre del dinero del Gobierno para repartir trabajos y alimentos a los militantes y castigar a los desleales.
Los funcionarios del Gobierno insisten en que están seguros de una gran victoria. Pero la oposición apuesta a que esta vez, con una economía débil y la pobreza generalizada minando su popularidad, Maduro ha calculado mal al permitir que se realicen unas elecciones que esperaba ganar fácilmente.
“El árbitro está de su lado, nuestro delantero tiene las manos atadas a la espalda, pero todo el estadio quiere que ganemos”, dijo Machado sobre la contienda.
Muchos creen que el Gobierno podría recurrir a manipular el conteo si sus votos no alcanzan el domingo. “Maduro tiene un botón nuclear rojo que puede presionar si lo necesita”, dijo un experto político venezolano bien conectado. Circulan rumores en la calle que predicen desde cortes de energía hasta interrupciones de Internet mientras se cuentan los resultados.
La oposición espera posicionar miles de testigos en los centros de votación para monitorear las elecciones y llevar a cabo su propio conteo paralelo de votos, pero los seguidores se han quejado de dificultades para registrarse con la autoridad electoral, controlada por el Gobierno, y acceder a los centros de votación.
Si ambos bandos reclaman la victoria el lunes por la mañana, la posición de la comunidad internacional podría ser crucial. Estados Unidos no tiene embajada en Venezuela después de ser expulsado en 2019, pero Brasil -la potencia regional- podría desempeñar un papel mediador. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha enviado a su principal asesor de política exterior Celso Amorim a Caracas para las elecciones.
Con los inversores ansiosos por ver que Occidente normalice relaciones con Venezuela para desbloquear una reestructuración de aproximadamente u$s160 mil millones de deuda y aumentar la producción de petróleo, y la administración Joe Biden desesperada por frenar el flujo de refugiados venezolanos, algunas figuras de la oposición están preocupadas de que EE.UU. y la Unión Europea estén bajo presión para aceptar una victoria viciada de Maduro.
“Espero que nadie en la comunidad internacional piense que puede negociar de espaldas a los votos emitidos”, le dijo Machado al FT. “¿Desde cuándo se definen las elecciones no por los votos sino por los acuerdos hechos por la comunidad internacional?”
Fuente El Cronista