Ismail Haniyeh, el líder político de Hamás, fue asesinado en la madrugada del miércoles mediante un artefacto explosivo colocado, gracias una impactante operación, en la casa de huéspedes del Cuerpo de Guardianes de la Revolución iraní, donde se hospedaba. La bomba fue detonada de forma remota durante su estancia, matando a Haniyeh y a uno de sus escoltas, según funcionarios de Oriente Próximo y una fuente estadounidense.
Inicialmente, se pensó que había sido un misil teledirigido lanzado desde fuera de Irán.
Israel no ha reivindicado públicamente el asesinato. Su funeral se celebró en Teherán, y su cuerpo será trasladado a Qatar para ser enterrado. También se realizaron exequias para Fuad Shukr, un comandante de Hizbulá, asesinado por Israel en Beirut.
El líder de Hizbulá, Hasan Nasralá, advirtió en el funeral que se ha entrado en una nueva fase de la guerra, afirmando que Israel ha cruzado líneas rojas y que la respuesta israelí a cualquier ataque de Hizbulá determinará la intensificación del conflicto. Tanto Hizbulá como Irán han prometido vengar los ataques de esta semana por parte de Tel Aviv.