Dos años después del inicio del mandato del presidente Gustavo Petro, los análisis sugieren que los grupos criminales han aumentado su fuerza, mientras que la paz sigue siendo una perspectiva lejana.
De acuerdo con un reporte publicado recientemente por la Fundación Paz y Reconciliación (PARES), un centro de pensamiento e investigación sobre el conflicto armado en Colombia, el balance de los primeros dos años de la política de Paz Total no está exento de varios de los retos con los que contaba cuando el proyecto fue concebido.
A comienzos de agosto, el cese al fuego que el gobierno había pactado con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla del país, expiró, poniendo en duda la supervivencia de la Paz Total. Hasta ahora, las negociaciones con este grupo se habían constituido como el centro de la ambiciosa política.
De igual manera, la mesa de negociación con el Estado Mayor Central (EMC), una de las estructuras disidentes que componen las ex-FARC mafia, como se conocen a los diferentes grupos disidentes de la antigua guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se fragmentó. Por su parte, la Segunda Marquetalia, otro de grupo de Ex-FARC Mafia, inició conversaciones con el gobierno el 24 de julio, mientras que las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), quienes se han consolidado como el grupo criminal más importante del país, iniciarán un diálogo sociojurídico con el gobierno.
Mientras estos desafíos continúan, InSight Crime habló con Laura Bonilla, subdirectora de PARES, sobre las conclusiones de su informe, según las cuales la evolución de los grupos armados ilegales de Colombia dificulta aún más las negociaciones.
InSight Crime (IC): ¿Cómo ha sido la evolución de la violencia y la expansión territorial de los grupos ilegales en el marco de la Paz Total?
Laura Bonilla (LB): A la Paz Total se le han atribuido muchas cosas. Yo creo que parcialmente es verdad, pero es más por la expectativa que generó la idea de las negociaciones y el supuesto de que sentarse a conversar con grupos armados equivale inmediatamente a disminuir violencias.
El crecimiento de los grupos armados del ciclo de violencia actual arranca en 2018, tiene un pico en 2020, 2021 e incluso en 2022 y en 2023 sigue creciendo pero no tan aceleradamente.
El EMC es el grupo que más creció en el 2023. El ELN creció a un menor ritmo. El proceso de expansión de los frentes del EMC viene principalmente desde 2018, lo que no depende de la Paz Total. Pero la Paz Total sí les dio cierto incentivo para unificarse ante la ventana de oportunidad que podía ser una negociación y aceleraron un proceso de unificación.
El ELN, por el contrario, es una guerrilla muy tradicional, con una estructura cohesionada y más consolidada, que tiene patrones de autocontención, por lo que cruza menos líneas rojas.
Los ceses al fuego fueron efectivos en algunos lugares, disminuyendo cifras de violencia, sobre todo en sitios donde solo estaba el grupo armado y el ejército. ¿Donde no funcionan? En lugares donde hay disputas por control territorial entre varios grupos ilegales. Ahí, el rol de la fuerza pública, y por ende la influencia de los ceses al fuego, no es tan alto.
IC: El informe habla sobre el crecimiento de la presencia territorial del EMC en un 25%, de las AGC en un 17% y en menor medida el crecimiento del ELN y la Segunda Marquetalia. ¿Qué hay detrás de esta evolución de los grupos ilegales en el país?
LB: En el caso del EMC, hubo un abuso supremo en el marco de la negociación. También, influye que en la creación del grupo se juntaron muchas estructuras que intentaron crear un Estado mayor. Pero ahora, por ejemplo, hay dos estados mayores, tras la división al interior del grupo entre el ala de “Iván Mordisco” y el ala de Alexander Díaz, alias “Calarcá”. Entonces no era un grupo que tuviera una gran estructura, pero que se veía muy grande porque se juntaron todos los frentes bajo una sombrilla y es muy posible que cada frente estuviera expandiéndose de manera independiente.
Por su parte, el Clan del Golfo ha venido creciendo desde el 2008. Ha evolucionado, ha tenido guerras internas, ha salido ganando de varias de esas guerras y está en pleno proceso de expansión. No tiene ningún motivo para decir: “me siento con el Estado y negocio”.
Y surgen dos preguntas con esto: ¿Al Clan del Golfo se le puede ganar la guerra económicamente? Con el narcotráfico hemos tenido dudas, pero ¿qué tal ganarle la guerra a otras diversas economías criminales en las que participa el Clan del Golfo como la minería ilegal, el tráfico de personas, la explotación sexual, la extorsión? Es complicadísimo porque no sabemos combatir a estructuras como el Clan del Golfo. Es una empresa criminal y no sabemos cómo se le puede ganar a una empresa criminal o por lo menos presionar lo suficiente para que el Estado pueda tener capacidad de competir. Es uno de los retos más grandes.
En cuanto a la Segunda Marquetalia, considero que ellos están dispuestos a irse a una entrega de armas a cambio de una buena recepción en la civilidad, no solo en la desmovilización sino también en la representación política. Lo que es complicado es el marco jurídico, porque el haber abandonado el acuerdo de paz puede ser una tarea jurídica difícil de superar.
El ELN es un poco más tradicional en su enfoque. Es un grupo complicado pero uno podría decir que ellos aspiran a tener cambios de carácter nacional, tienen agendas sobre grandes temas en el marco del proceso de paz.
IC: ¿Por qué delitos como la extorsión están aumentando?
LB: En primer lugar, la conformación misma de los grupos. No todos los niveles de los grupos tienen acceso a los mismos recursos económicos y los niveles más bajos buscan recursos para expandirse, sobrevivir, pagar nómina.
En segundo lugar, puede ser que un ejército más activo en hacer interdicciones de cocaína esté causando que los compradores se desplacen a mercados menos complicados como Ecuador o Bolivia. Eso afecta el negocio y con esto surgen otras tácticas y otras fuentes de financiación posibles que los grupos van a intentar buscar.
Lo tercero es que sí hay una proliferación de bandas criminales y la extorsión se convirtió en un nuevo negocio muy atractivo para este tipo de estructuras.
IC: ¿Cómo cree que se vaya a desenvolver la paz total a futuro y cuáles son los retos que permanecen para este proyecto?
LB: Lo primero que considero que tendría que hacer el gobierno es tener una mejor ruta, dependiendo de qué tiene que hacer, en dónde y dónde poner el esfuerzo. Se puede conservar el nombre de la Paz Total, pero en la práctica va a ser la paz en donde se pueda y como se pueda.
Por último, la intervención y el mejoramiento de la situación de seguridad no depende solamente de los grupos armados. El Estado está en deuda de una buena política para la protección de los derechos humanos.
*Esta entrevista fue editada buscando mejorar la claridad y la fluidez.
Fuente InSight Crime