Por Maia Jastreblansky
El Presidente convocó hoy a los encargados de las decisiones políticas y parlamentaria; asistió Martín Menem, que había faltado al encuentro del viernes con los diputados aliados
or segundo martes consecutivo, y en reserva, el presidente Javier Milei se reunió con su “cúpula política” en la Casa Rosada. La reunión fue a primera hora de la mañana, antes de que el Presidente recibiera a Jorge Macri para tratar el traspaso de los colectivos a la gestión porteña. Al cónclave de mesa chica del Gobierno, además del jefe del Estado, se sentaron su hermana Karina; el asesor presidencial Santiago Caputo; el jefe de Gabinete, Guillermo Francos; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; el vocero Manuel Adorni y el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem.
Se trata de las figuras que tienen injerencia en las decisiones políticas y en la estrategia parlamentaria del Poder Ejecutivo, pero que hasta ahora venían trabajando de manera desordenada y sin coordinación. Milei tomó nota de esta situación después de sufrir una sucesión de derrotas al hilo en el Congreso. Por eso activó este nuevo ámbito los martes y movió a los jueves las reuniones de gabinete. En la Casa Rosada quieren mantener el contenido de las reuniones bajo un estricto hermetismo. “No comments”, dijo uno de los participantes al finalizar el encuentro.
El encuentro de esta mañana se dio luego de que Milei recibiera el viernes último a los bloques aliados en Diputados: el MID, que conduce Oscar Zago, y la bancada de Pro, comandada por Cristian Ritondo. El Presidente les explicó a los legisladores “amigables” su decisión de vetar totalmente a la ley que modificó el cálculo previsional y les pidió que defendieran su postura para que la Cámara baja no revierta el veto con dos tercios de sus integrantes.
En la Casa Rosada saben que, debido a la inferioridad numérica que La Libertad Avanza tiene en ambas cámaras, será muy dificultoso volver a conseguir acuerdos políticos como los que suscribieron para le Ley Bases, máxime si Milei activa una herramienta como el veto y hace un uso frecuente de los decretos de necesidad y urgencia. Al mismo tiempo, en Balcarce 50 esperan que haya más leyes adversas para el Poder Ejecutivo y con alto costo fiscal (después de la ley de jubilaciones se espera la del financiamento universitario) y, por lo tanto, no descartan volver a recurrir al veto.
“La única manera de vetar in aeternum es garantizándonos un tercio de Diputados. Hay que ver la estrategia caso por caso”, dijo a LA NACION una figura muy importante del Gobierno.
El problema que tiene ahora el Gobierno es que Pro, un aliado clave en este escenario, está cuestionando -puertas adentro y también públicamente- a los interlocutores del Gobierno.
Por un lado, Mauricio Macri está enemistado con Caputo. Lo apunta por mover los hilos para obstaculizar la puesta en práctica de los acuerdos de palabra que él suscribe con Milei en Olivos. El asesor presidencial comenzó a correrse de varias de las negociaciones con el Congreso: sigue estando en las sombras, pero ya no pone la cara como al principio.
Por el otro, Macri puso la mira en Martín Menem. En la reunión del martes pasado en Olivos, el expresidente le habría manifestado al jefe de Estado que era necesario poner al frente de la Cámara baja a una figura con más expertise. Milei no quiso correr a Menem y le manifestó a su predecesor que, en cambio, él mismo se pondría al frente de la cuestión política. Así fue como Milei el viernes convocó a los bloques aliados a la Casa Rosada, una actitud poco habitual en él, que suele evitar los mitines políticos populosos.
En el interín, el titular de Pro hizo pública su opinión sobre Menem. “Hay que saber conducir Diputados”, chicaneó Macri en el evento de la Fundación Libertad en Entre Ríos, en lo que fue su última aparición pública antes de iniciar un raid por Europa y Asia.
En la reunión del viernes, pese a que se trataba de una mesa plagada de diputados, Martín Menem pegó el faltazo. Su ausencia fue un mensaje político, acordado con la Casa Rosada, tras el destrato que sufrió del líder de Pro. El presidente de Diputados se fue tácticamente de viaje ese mismo día. Hoy, en cambio, sí se hizo presente la reunión de cúpula.
Desorden político
En la primera reunión de los martes habían existido intercambios ríspidos entre los principales laderos de Milei. Sobre todo a la hora de analizar las fallas que había tenido el oficialismo en el Congreso.
En el cónclave se vieron las caras Santiago Caputo y Bullrich, que no habían podido trabajar juntos para retener el control de la comisión Bicameral de Inteligencia, un teléfono descompuesto que terminó con Martín Losuteau y el kirchnerismo en las sillas encargadas de auditar a los servicios.
Con la ley que cambió la fórmula previsional y le otorgó una recomposición a los jubilados varias voces del gabinete reconocieron que hubo mala praxis en la estrategia y falta de comunicación interna. El negociador de la Casa Rosada, el vicejefe de Gabinete Ejecutivo, José Rolandi, habría buscado que, ante una derrota inevitable, un grupo de senadores votara en contra de los tres artículos de la ley con mayor impacto fiscal. Lo logró con 20 legisladores que esperaban que luego Milei hiciera un veto parcial de la norma y rechazara solo esos artículos problemáticos. Sin embargo, el Presidente estaba decidido a vetar de forma total a la ley.
El pedido interno, de acá en más, es que Francos sea la cabeza de una una mayor coordinación de todos los actores que tienen incidencia política como interlocutores con el Congreso. La efectividad de la mesa todavía está por verse. También se verá cuántos encuentros soporta Milei, que es poco afecto a los cónclaves de temática puramente política.
Fuente La Nación