Óscar López ha llegado al Ministerio de Transformación Digital y Función Pública para hacer política de partido y al servicio de los intereses estratégicos del Palacio de la Moncloa, donde dirigió el gabinete del presidente Pedro Sánchez durante tres años. Como Óscar Puente en Transportes, Sánchez ha colocado a su hasta ahora mano derecha en el Consejo de Ministros para servir de sparring de la oposición, más que para dedicarse a la gestión. Y eso que López tiene por delante la reforma más ambiciosa de la Administración pública en casi medio siglo de democracia, auspiciada por su antecesor en el cargo, José Luis Escrivá. Por lo escuchado en su discurso durante el traspaso de carteras de este viernes, parece que esa no será su principal prioridad.
Por si quedaba alguna duda sobre el flamante carácter político de un ministerio que hasta ahora había sido de segunda fila —de hecho, surgió hace menos de un año, por la fusión de dos secretarías de Estado pertenecientes a Economía y otra a Hacienda—, López ha recordado en su intervención que lleva muchos años fuera de los focos —en su labor de fontanero monclovita—, así que ahora no dudará en aprovechar su cargo para defender en público la acción del Gobierno: “Los periodistas saben e intuyen las ganas que tengo y las ganas que traigo, porque llevo seis años callado. Por lo tanto, habrá para todos, también para la oposición“.
Bregado en la política partidista como senador, diputado, secretario de organización del PSOE y secretario general de los socialistas en Castilla y León, el nuevo ministro no rehúye el estilo confrontativo, aunque asegura que lo usará para desmontar algunas de las acusaciones que la derecha vierte contra el Ejecutivo, en un momento en que la economía, a su juicio, atraviesa por una situación dulce gracias a la gestión de la coalición.
Un político fiel al partido para sustituir a un tecnócrata con ideas propias. Ese es el cambio sustancial que ha experimentado el ministerio con la salida del antecesor de López, José Luis Escrivá, que ha dejado Transformación Digital con un discurso de perfil bajo y sin atender a los medios de comunicación, en medio de la polémica sobre su salto del Consejo de Ministros al Banco de España. A diferencia de la intervención del nuevo gobernador cuando tomó posesión de la cartera que ahora deja, donde había defendido con pasión su ambicioso plan para modernizar la Administración General del Estado (AGE) e impulsar el cambio tecnológico en el país, López no ha entrado en detalles, y se ha limitado a lanzar un mensaje de continuidad, sin profundizar en los temas.
Las pruebas que tiene Escrivá por delante para demostrar su independencia en el BdE
Marcos Lema
El nuevo ministro despachó este jueves con Escrivá, y ha asegurado que se apoyará en el equipo conformado por su predecesor, que cuenta con tres secretarías de Estado (Digitalización e Inteligencia Artificial, Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales y Función Pública), para afrontar unos retos que son “conocidos”. “España tiene un presidente al frente que ya les adelanto que no se conforma, que no se rinde, que suele ir por delante y que está convirtiendo a España, un país que tantas veces rechazó la reforma, que tantas veces llegó tarde a las transformaciones, en un referente mundial a nivel de transición ecológica y de transición digital”, ha argumentado.
Durante la breve etapa de Escrivá (apenas 10 meses) se crearon agencias como la de la Inteligencia Artificial, amén de la SEPI digital, que servirá de brazo inversor del Ejecutivo en compañías emergentes y de capitalización media, a la espera de cometidos de mayor alcance. Sin embargo, el gran proyecto del ya exministro, casi personal por la vehemencia con la que lo ha defendido frente a los recelos de los principales cuerpos de la Administración, es la transformación de la función pública para recoger algunos principios propios de la gestión privada, incluida la atracción de talento más allá del ámbito funcionarial.
Escrivá encarrila la Ley de Función Pública y la ‘SEPI digital’ antes de su posible salto al BdE
M. L.
La ‘revolución’ de Escrivá ha cambiado de líder incluso antes de haber dado pasos significativos, y ahora deberá ser pilotada por López, que no ha querido aclarar si su llegada al ministerio supondrá un impulso reformista, pese a todas las reticencias en el seno de la Administración o, por el contrario, levantará el pie del acelerador respecto al ambicioso plan de su antecesor. El ya exministro dejó encarrillado el anteproyecto de Ley de Función Pública, que cuenta con el apoyo de los sindicatos y la oposición de los altos cuerpos del Estado, antes de su salto al Banco de España. Sin embargo, este no deja de ser un dosier principalmente técnico, que había quedado pendiente por el adelanto electoral de la pasada legislatura. El cambio que realmente podría general un terremoto es otro, y sobre él ha habido muchos anuncios y pocos avances hasta la fecha.
Según el plan normativo del Gobierno, el ministerio presentará este año la Ley para la Transformación de la Administración Pública, un lavado de cara en profundidad que incluirá la organización de la AGE por funciones y procesos —ahora solo se estructura por departamentos—, un mayor papel de la evaluación para orientar su funcionamiento a metas concretas o el establecimiento de programas-piloto para favorecer la innovación, entre otros aspectos. El paquete legislativo se completará con otras normas, entre las que destaca el nuevo Estatuto del Directivo Público, que el ministro saliente sugirió que podría incluir la posibilidad de fichar talento en la empresa privada.
Media docena de ministros
El relevo al frente del ministerio ha sido recibido con escepticismo entre los altos cuerpos de la Administración, muy molestos con la actitud “poco dialogante” de Escrivá y temerosos de que las transformaciones rebajen los requisitos de acceso a la función pública. La inestabilidad al frente de este ámbito, que ha ido pasando de un departamento a otro durante los mandatos de Sánchez, hasta acumular media docena de ministros, ha dificultado una buena interlocución, aunque desde el Gobierno se le resta importancia a los cambios de caras.
Pese a las informaciones iniciales, finalmente el nuevo ministerio ha pervivido
El perfil político y la falta de concreción esbozados por López durante la toma de posesión refuerzan los argumentos de quienes consideran que el nuevo departamento fue solo un entretenimiento otorgado a Escrivá a la espera de su llegada al Banco de España, que ya estaría prevista desde las pasadas elecciones generales. Nunca lo sabremos, aunque el propio titular de Economía, Carlos Cuerpo, ha alimentado involuntariamente esa hipótesis, al reconocer que la propuesta del Gobierno para el regulador había sido, desde un principio, la del exministro
Pese a las informaciones iniciales, que apuntaban a que la parte de Transformación Digital volvería al Ministerio de Economía y la de Función Pública a Hacienda, finalmente el nuevo ministerio ha pervivido. El relevo se ha consumado en el patio de la sede estrenada a principios de este año en Madrid Río para centralizar las funciones de las antiguas secretarías de Estado, y ha contado con la presencia de la plana mayor del Ejecutivo, encabezada por la vicepresidenta primera, María Jesús Montero.
Tras el evento, sobrio y conciso, la sensación es que el potente horizonte de modernización de la Administración que ofrecía Escrivá ha quedado desdibujado en favor del repliegue político en la Moncloa. Solo López podrá demostrar cuál ha sido el verdadero objetivo de su nombramiento al frente de una cartera para la que no se le conoce una experiencia específica.
Fuente El Confidencial