Por Nicolás J. Portino González
Los resultados de la política “2030” de la Unión Europea han sido devastadores para el continente. Lo que comenzó como un proyecto de falsa inclusión y humanismo, se ha convertido en una avalancha de problemas sociales y de seguridad -previsibles y advertidos- derivada de la validación irresponsable de la inmigración ilegal y el consecuente crecimiento del terrorismo y la criminalidad organizada. En lugar de proteger a los ciudadanos europeos y sus culturas, estas políticas han puesto en peligro su seguridad, generando un clima de incertidumbre y temor.
En este contexto, un pusilánime Pedro Sánchez, presidente del gobierno español, ha impulsado una política migratoria intencional, sistemática y descontrolada que facilitó la entrada de inmigrantes ilegales desde África y el Medio Oriente. Esta política, en aparente motivación progre y humanitaria, ha demostrado ser un intento burdo de perpetuarse en el poder, otorgando nacionalidades a personas de dudosa procedencia -por sobre quienes migran legalmente- con el fin de asegurarse un electorado cautivo. Lejos de beneficiar al país, esta estrategia ha importado okupas, pobreza, criminalidad organizada y terrorismo, enfermando a España con lo que muchos ciudadanos consideran “basura criminal desechable.”
El ejemplo más reciente de las consecuencias de estas políticas lo vemos en Alemania, que ha decidido suspender la visa Schengen a partir del próximo lunes y endurecer sus fronteras debido al aumento del extremismo islámico y la criminalidad vinculada a inmigrantes. A partir de ahora, ciudadanos de Turquía, Medio Oriente y África no podrán ingresar al país, ni siquiera con un visado válido. Esta medida drástica refleja el reconocimiento, por parte del gobierno alemán, de que la permisividad y la falta de control han puesto en riesgo la seguridad de sus ciudadanos.
Lo que sucede en España bajo el liderazgo de Sánchez es una copia de lo que ha ocurrido durante décadas en la provincia de Buenos Aires, Argentina, bajo la sombra del modelo criminal del peronismo. Un modelo de pobreza, indigencia, narcotráfico y crimen organizado, que creó un caldo de cultivo perfecto para la inseguridad y la descomposición social, que mantiene “presos” a ciudadanos que dependen del subsidio estatal eterno, sin trabajar ni estudiar. Hoy, España sigue esos mismos pasos con una política de “puertas abiertas” que no solo amenaza la estabilidad del país, sino que también comprometió el futuro de Europa entera.
El endurecimiento de las políticas migratorias en Alemania debería servir como un toque de atención para otros líderes europeos, especialmente para aquellos que, como Sánchez, han optado por poner en riesgo la seguridad de sus ciudadanos en nombre de un falso idealismo vacío, berreta y una política de poder mal entendida. Es tiempo de que Europa se replantee sus estrategias y priorice, de una vez por todas, la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos sobre la corrección política y los intereses personales de sus dirigentes.
El modelo “verde / 2030” o como lo encubran, ha fallado en todo el mundo.
Es hora de corregir en dirección absolutamente opuesta y terminar con la estupidez del “progresismo”…que finalmente -ante la sorpresa de nadie- ha resultado más “sismo” que “progre”.