La trastienda de la visita de Boca a Córdoba: sonrisas, cerrojo y más…

A este Boca conflictuado, con una crisis de resultados que se trasladó ya a la salud del ciclo de Diego Martínez, a este plantel que recopila críticas en cuanto a lo individual y también en lo que respecta al conjunto, al que se juega mucho en la noche de sábado cordobesa y que no conoce cuál será su futuro a cortísimo plazo, le alcanzaron un par de horas en avión para respirar otros aires y dibujar -aunque sea por un rato- una sonrisa de cara al partido contra Belgrano.

Será por el clima de las sierras o por lo que fuera, pero el recibimiento que el Xeneize tuvo en su quinta excursión a Córdoba en este 2024 no resultó especialmente particular por el calor de la gente, porque eso no es ninguna novedad, incluso contemplando que esta vez -sin la posibilidad de tener hinchada propia en el Gigante de Alberdi- el clima no mostró la efusividad ni la multitud acostumbrada.

No. Lo que esta vez significó llegar a destino se vio en las caras de los jugadores mientras caminaban a su encuentro con la gente. El contraste de un ida y vuelta fluido, con sonrisas y recibiendo el amor acostumbrado con la turbulenta salida de la Bombonera hace apenas siete días, con Chiquito Romero envuelto en un tumulto con sus propios hinchas, resultó un tanto inverosímil, pero fue real al fin.

Con un Diego Martínez que -aún cuestionado y tras una semana plagada de rumores y en el centro de la escena- no dudó en caminar los casi 100 metros que separaban el micro de las vallas donde aguardaban los hinchas, charlando con Kevin Zenón y Lautaro Blanco como si fuera un jugador más, con un Edinson Cavani incansable en el ejercicio de firmas y selfies y hasta con Pol Fernández (silbado en su salida de la Bombonera minutos antes de la derrota superclásica) sin escaparle al momento y yendo al encuentro con la gente.

Un problema más

Claro que ese instante que en realidad duró una media hora fue un oasis en un día al que no le faltaron versiones y que también tuvo -en la baja a último momento de Juan Ramírez– una mala noticia que explicar. También tuvo una práctica matutina en la que el DT volvió a cambiar el 11 que piensa para jugarse su ficha extra, esta vez sorprendiendo con Toto Belmonte como titular tras más de un mes sin serlo y con un total de seis variantes respecto al último partido.

Es que la tormenta de Boca no se calmará con sonrisas ni con aguante, sino con resultados. Y de eso son muy conscientes todos. Y por eso el cerrojo en el hotel de ocasión fue un tanto más cuidadoso que de costumbre. Porque la necesidad de cerrar filas e intentar sacar adelante la situación impone una privacidad que -al menos en la previa- permita que todos internamente se abstraigan de las exigencias generales.

Dar la cara

No será una noche más la de Alberdi. Será un desafío donde Boca deberá dar la cara en un escenario adverso en todo sentido, en el cual los jugadores tienen la misión de dar la cara por el cuerpo técnico con dos objetivos: mostrar compromiso con la causa y empezar a sacar adelante la situación deportiva, antes de que la tabla y la realidad lo vuelvan a mostrar lejos de clasificarse a una Copa Libertadores.

Para eso, deberá hacerse fuerte en tierra de Piratas, una excursión que por ahora sirvió para salir un rato del revuelo del día a día para meter -aunque sea por un rato- la cabeza en otro clima. Hasta que la pelota ruede.