Dice la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de los Sheinbaum de toda la vida, que no invita a nuestro Rey Felipe porque no ha hecho los deberes. La señora Sheinbaum debió faltar a clase el día que explicaron que Hernán Cortés, el gran padre de la nación, arribó a México con apenas 600 hombres; que fueron Tlaxcala, Puebla, Veracruz y Morelos los que aportaron más de 400.000 indígenas para derrotar a la potencia imperialista azteca, que tenía a sus tribus sometidas al terror y la crueldad con sus raptos y miles de sacrificios humanos en el mayor genocidio de aquellas tierras. O cuando explicaron que España nunca tuvo colonias en ultramar, sino provincias; que cuando dejó México lo hizo con un nivel de riqueza superior al de Europa. Pero después llegó Inglaterra con las rebajas, exigiendo siete pesos por cada uno prestado para la independencia, endeudando a México hasta las orejas y alimentando el origen de la Leyenda Negra porque no soportaban que fuesen los españoles los autores de la mayor gesta de la historia. Y que después, en 1862, llegaron los franceses invadiendo su territorio y dejándolo como un solar. Y después los Estados Unidos le robaron más de la mitad de su territorio, levantaron un muro de la vergüenza, y los condenaron a fregar platos o servir hamburguesas, marginando a la población hispana, fruto del mestizaje.Mestizaje (qué hermosa palabra) con carta de libertad de matrimonio desde 1514 y con la prohibición de esclavitud decretada por Isabel la Católica. Las Leyes de Burgos, el primer texto legal que cobija a los indígenas, se adelantan 300 años a la Revolución Francesa o la Guerra de Independencia de EE.UU. Leyes tan inusualmente progresistas que otorgaban a las mujeres tres años de maternidad para cuidar a sus hijos. Pero esto no lo sabe ni la presidenta, ni la Montero, jactándose de ir a México con una representación de lujo: los Bildus, Rufianes y demás familia. Ceremonias a las que invitan a dictadores, pero no al rey constitucional que no pidió perdón por tantos siglos de intercambio, convivencia, fusión de sangres, cuerpos y almas.Noticia Relacionada desde la raya opinion Si Aún quedan días de verano Ana Pedrero Septiembre entra en el calendario vistiendo de naranja la piedra románica de mi ciudadSiguiendo la senda de quienes esgrimen su «nacionalismo excluyente» como herederos de los indígenas (a saber de cuáles), la presidenta continúa con la ridícula pretensión de que España pida ese perdón no se sabe bien a quién ni por qué, si quienes creen a pies juntillas tanta falacia son en su mayoría descendientes de aquellos españoles.México y España son las eternas hermanas a uno y otro lado del Atlántico, hijas de una misma historia. Que los radicales antiespañoles no tengan ni pajolera no es nuevo, pero que la presidenta Sheinbaum no sepa de dónde viene, dónde hunde las raíces su país, tiene delito. En su defensa, ya salió el bufón nacionalista de turno gritando su «Viva México, rufianes». Digo, cabrones. Ay, la dislexia.
Fuente ABC