Por Daniel Romero
Israel ha pedido la retirada de las fuerzas de paz de la ONU, FPNUL, del sur del Líbano, tras un incidente en el que al menos cinco cascos azules resultaron heridos durante los combates entre las fuerzas israelíes y Hezbolá. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, subrayó que retirar a la FPNUL es la mejor manera de protegerlos y evitar más daños.
Netanyahu ha instado al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a actuar de inmediato para retirar a las fuerzas de la FPNUL de las áreas de peligro. Sin embargo, las acciones de Israel, que incluyeron el avance de tanques hacia una base de la ONU, se justificaron como necesarias para llevar a cabo operaciones contra Hezbolláh, ya que la presencia de la FPNUL estaba obstaculizando sus esfuerzos.
En este contexto, es importante cuestionar la postura de Antonio Guterres, quien ha sido criticado por su aparente simpatía con la izquierda y su tendencia a evitar pronunciarse enérgicamente contra Irán y el terrorismo. Esta percepción de parcialidad plantea dudas sobre la efectividad de la ONU en mediar en un conflicto donde Hezbolláh utiliza tácticas que ponen en riesgo tanto a civiles como a fuerzas de paz.
¿A quien protegen?
Mientras tanto, más de 40 países han condenado los ataques israelíes, pero Netanyahu argumenta que la crítica debería dirigirse hacia Hezbolláh, que emplea a la FPNUL como escudo humano. La pregunta central sigue siendo: ¿están los cascos azules de la ONU en el Líbano para proteger a los civiles libaneses o para servir involuntariamente como un escudo para Hezbolláh? Este dilema es crucial para entender el papel de la ONU en un conflicto tan complejo y peligroso.