En la primera parte de este 2024, Argentina afrontó un brote histórico de dengue, con más de 250 mil casos. Más allá del inicio de la vacunación contra la enfermedad, todo parece indicar que este verano el volumen de casos crecerá aún más. En el medio, una reciente investigación científica reveló un aspecto inédito del Aedes Aegypti que le permite picar con “asombrosa precisión.
Según un estudio que divulgó la revista científica Nature, estos insectos poseen un “ojo térmico” que les permite detectar la radiación infrarroja emitida por el cuerpo humano.
Qué es el “ojo térmico”: el secreto mejor guardado del mosquito del dengue
“La atracción de los mosquitos hembra Aedes Aegypti hacia los humanos requiere la integración de múltiples señales, incluido el CO2 del aliento, los olores orgánicos de la piel y las señales visuales, todas ellas detectadas a media y larga distancia, y otras señales detectadas a muy corta distancia”, señala la investigación.
Pero además, agrega el estudio, el mosquito “detecta la radiación infrarroja que emana de sus objetivos y utiliza esta información en combinación con otras señales para una navegación de rango medio altamente efectiva”.
Esta capacidad, comparable a una visión térmica, les permite rastrear con gran precisión a sus víctimas, incluso en la oscuridad o cuando los olores no son tan fuertes.
Los investigadores llegaron a la conclusión mencionada gracias a diversos experimentos en los que crearon diferentes fuentes de calor en un laboratorio.
Al observar el comportamiento de los mosquitos, notaron que estos se dirigían casi exclusivamente hacia las fuentes que imitaban la temperatura corporal humana.
Esto permitió confirmar la hipótesis de que los insectos son atraídos por el calor emitido por la piel, cuya temperatura de unos 34°C genera una radiación infrarroja.
Esta capacidad, comparable a una visión térmica, les permite rastrear con gran precisión a sus víctimas, incluso en la oscuridad o cuando los olores no son tan fuertes.
Este mecanismo está mediado por el canal iónico TRPA1, un tipo de sensor de calor presente en las antenas de mosquito.
Cuando detecta cambios térmicos mínimos, este canal envía señales al cerebro del insecto, lo que activa su “ojo térmico” y los guía hacia su objetivo.
La investigación abre un nuevo abanico de posibilidades a otras especies
El descubrimiento de que los mosquitos Aedes aegypti pueden detectar la radiación infrarroja ha abierto nuevas líneas de investigación.
Este hallazgo amplía nuestro conocimiento sobre los sentidos de estos insectos, como también plantea interrogantes clave sobre otros animales que podrían compartir esta capacidad.
Los científicos están evaluando varias posibilidades:
- ¿Podrían otros mosquitos, como los que transmiten malaria, usar el calor para rastrear a sus víctimas?
- El contraste térmico entre nuestro cuerpo y el ambiente parece ser crucial para que los mosquitos nos localicen. En climas fríos, su actividad disminuye, lo que sugiere que les resulta más difícil encontrarnos.
- Este nuevo conocimiento podría ser la base para desarrollar métodos más efectivos para frenar la propagación de enfermedades, creando barreras térmicas o atrayentes que desorienten a los mosquitos.
Fuente El Cronista