El alquiler turístico en España no para de crecer. Dentro de este sector, mientras el turismo nacional se ha estabilizado, el internacional ha alcanzado 94 millones de visitas en los primeros nueve meses del año. Según el Banco de España, las viviendas turísticas representan ya un 10% del mercado, con más de 350.000 instalaciones registradas. De hecho, España es el segundo país con más inmuebles de vacacionales de Europa, solo detrás de Francia, según Eurostat.
Para profundizar en el impacto económico, social y medioambiental de este fenómeno, El Confidencial organizó junto a Airbnb una mesa redonda titulada Descentralización del turismo: sostenibilidad y desarrollo rural. En este encuentro participaron expertos en diferentes áreas: Sara Rodríguez, responsable de políticas públicas para España y Portugal de Airbnb; Alberto Alfonso Pordomingo, cofundador de Apadrinaunolivo.org; Francisco Rodríguez, responsable del área de turismo de Ideas for Change; y Jesús Sánchez Lambás, vicepresidente ejecutivo del Instituto Coordenadas de Gobernanza y Economía Aplicada.
En su primera intervención, la representante de Airbnb comenzó defendiendo el sistema que propone la plataforma: “El alquiler de viviendas es un modelo turístico sostenible que promueve directamente la descentralización y la desestacionalización, factores que pueden descongestionar las zonas más tensionadas por el turismo y, al mismo tiempo aportar importantes beneficios económicos a las comunidades locales”, explicó. Concretamente, Sara Rodríguez detalló que “según un análisis interno elaborado mediante el modelo de impacto económico IMPLAN, que evalúa la actividad económica directa, indirecta e inducida, por cada 100 euros de reserva a través de nuestra plataforma, los huéspedes se gastan 282 euros adicionales en otros bienes y servicios en la localidad o la zona donde se alojaron”.
Alberto Alfonso Pordomingo, inició su reflexión mostrando su rechazo al “turismo que arrasa”, para defender después “una forma de viajar más integradora, respetuosa y beneficiosa para las comunidades locales”. Bajo su perspectiva, “el turismo regenerativo va más allá del concepto de sostenibilidad y puede ser una fuente de progreso económico para aquellas zonas de España menos transitadas, pero que cuentan con importantes atractivos naturales o culturales”. ¿De qué manera? En su opinión, “los propios anfitriones de estas viviendas son los mejores embajadores de sus pueblos y barrios, y están orgullosos de esos turistas que atraen porque no son visitas invasivas, sino agradables”. “Esto empodera a la comunidad local —continuó—, ya que se sienten orgullosos de enseñar lo suyo y de ofrecer a los turistas experiencias únicas, que es lo que realmente buscan en sus viajes”.
Por un turismo más sostenible apostó también Francisco Rodríguez, quien insistió en que “es un verdadero motor de empleo que, además, promueve la creación de infraestructuras y servicios que son disfrutados por los propios residentes de las comunidades afectadas”. De hecho, el representante de Ideas for Change pidió cambiar la perspectiva a la hora de medir el impacto del turismo: “Hay que escuchar al entorno local. En Nueva Zelanda, por ejemplo, el éxito del turismo se mide con encuestas a los ciudadanos que reflejan el grado de felicidad que produce esta industria en sus vidas”, concretó.
En relación con la mejora del entorno en áreas despobladas, enfatizó que “en un país en el que existe déficit de vivienda, sería interesante aprovechar todas esas casas abandonadas de las zonas rurales. Sin embargo, los alcaldes de pueblos pequeños no son conscientes de si existen ayudas o qué puede hacer su ayuntamiento para conseguirlas”, advirtió.
“En Nueva Zelanda, el éxito del turismo se mide con encuestas a los ciudadanos”, Francisco Rodríguez (Ideas for Change)
Por su parte, Jesús Sánchez Lambás aprovechó su intervención para elevar una queja y apuntar directamente a “la resistencia que hacen algunas administraciones superiores hacia modelos de turismo alternativos, con determinadas normativas: ¿por qué todas las regulaciones sobre este tipo de aprovechamiento de viviendas y espacios habitacionales son restrictivas? Quizá haya presiones externas”, se lamentó. Como solución, el también abogado propuso “una fórmula de incentivos y exenciones fiscales para los apartamentos turísticos, ya que es evidente que contribuyen a la sostenibilidad medioambiental tan deseada y, a la vez, descongestionan las zonas tensionadas por el turismo y reparten este a lo largo de todo el año”. Y dejó otra pregunta en el aire: “¿Por qué el modelo hotelero sí recibe ayudas?”.
El turismo en la España rural
Sobre el turismo en las zonas rurales Sara Rodríguez argumentó que la plataforma en la que trabaja “fomenta la dispersión, hasta el punto de que hemos llevado huéspedes a 5.000 pueblos de España. Solo el año pasado ofrecimos 150 municipios que nunca habían tenido un visitante”. Según los estudios de la compañía, “el alojamiento a través de este método soporta casi 130.000 empleos en todo el país. De hecho, la actividad de los huéspedes ayuda a generar trabajos cuyos salarios superaron los 3.500 millones de euros, contribuyendo fiscalmente a nivel local”, destacó.
Francisco Rodríguez incidió en la idea de que “el modelo de alquiler turístico es un distribuidor del turismo, algo que también es bueno para el centro de las ciudades porque se desaturan e igualmente para los barrios y zonas rurales porque es una oportunidad de desarrollo”. ¿Por qué? En su opinión “este modelo cohesiona las comunidades locales y sirve para preservar el patrimonio natural, cultural e histórico, gracias a propuestas de turismo regenerativo”. Y puso el ejemplo de una iniciativa que promueve apadrinar miles de olivos: “De esta forma, se protegen al mismo tiempo otros focos de interés del patrimonio local que emergen como zonas turísticas. Esto deriva en autobuses llenos de visitantes, que le dan una segunda vida al bar del pueblo y a aquellas casas que estaban a punto de ser abandonadas”. “En estos proyectos de la España rural —prosiguió el experto—, los vecinos participantes se convierten en verdaderos guardianes del territorio”, señaló.
Alberto Alfonso Pordomingo amplió el análisis de su compañero de tertulia: “El principal reto de muchas de estas áreas es retener a la población, pero cuando existe un proyecto local de éxito, se produce un efecto contagio entre municipios”, remarcó. En aquellos barrios o pueblos dónde las iniciativas de turismo alternativo han arraigado, “se mantienen los servicios abiertos, llegan nuevas familias, se recupera la ilusión y la esperanza, y todo vuelve a funcionar”.
Jesús Sánchez Lambás criticó que “el otro modelo de turismo sí recibiera ayudas económicas masivas durante la pandemia, con importantes partidas a aerolíneas y zonas turísticas tradicionales, mientras que las propuestas más sostenibles quedaron marginadas”. Para el vicepresidente ejecutivo del Instituto Coordenadas, el contraste es muy alto: “El turismo de alquiler es sostenible y participativo, interactúa con el paisaje y la cultura, a la vez que genera riqueza de forma horizontal sin depender de grandes infraestructuras.
Por el contrario, el turismo masivo ha hecho estragos sobre el medioambiente y se está convirtiendo en un problema social”, aseguró. Pese a todo, el experto se mostró conciliador y reconoció que “el modelo tradicional nos ha dejado la enorme cultura de turismo que tenemos en este país, con una hostelería envidiable y una gran especialización de oficios”. Aunque insistió en que “está emergiendo otra forma más responsable, que se aleja de esa imagen de cinco mil personas agrupadas en un espacio cerrado. Dejemos que ambas opciones estén disponibles para que sea el usuario quien decida”, recomendó.
Fuente El Confidencial