Por Jorge Tisi Baña*
Si hay algo que me jode es que las Fuerzas Armadas estén en la tapa de los diarios por situaciones que, cuando yo ingresé al Ejército, se resolvían puertas adentro, con el Código de Justicia Militar, disciplina, subordinación, ética, honor, y porque no también, dignidad.
Empiezo por decir algo que tengo atragantado hace mucho tiempo, porque estoy cansado de los que, de adentro y de afuera, se llenan la boca hablando de las Fuerzas Armadas de la democracia. Las Fuerzas Armadas son de la Nación. Nadie ingresa al Ejército por ambiciones dictatoriales, sino por vocación de servicio. Quienes integran las actuales Fuerzas Armadas deberían agradecer a Dios y a la suerte el haber nacido cuando lo hicieron, y no un par de décadas antes, de lo contrario, hubieran vivido la tragedia que mi generación vivió.
Cuando yo ingresé al Liceo Militar durante el gobierno de Illia y egresé como subteniente durante el tercer gobierno de Perón, no lo hice con la intención de “formar parte del Ejército de la dictadura”. Lo mismo que todos los que en la misma época abrazaron la carrera de las armas para “seguir constantemente la bandera y defenderla hasta perder la vida”. Y nos tocó hacerlo en dos guerras, y buena cantidad de caídos tenemos en cumplimiento de ese sagrado juramento.
No me voy a hacer responsable de que unos locos desaforados autodenominados Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) se dedicaran a asesinarnos como a moscas incluyendo a nuestras familias (dentro de tres días se cumple el aniversario del asesinato de María Cristina Viola, de tres años de edad), a atacar nuestros cuarteles, o a intentar declarar una Zona Liberada en Tucumán para obtener reconocimiento internacional; como tampoco me voy a hacer cargo de los Montoneros y sus utópicos desvaríos peronisto-guevaristas, como tampoco por el violento enfrentamiento entre la derecha y la izquierda peronistas, que terminó desatando una década sangrienta que enlutó a nuestra Patria y que nosotros no buscamos, ni empezamos.
Tampoco es culpa mía que las presentes generaciones de civiles y militares se hayan aprendido de memoria el relato “setentista” elaborado por el kirchnerismo. Ni Alfonsín animó a semejante despropósito histórico. Y quienes lo vivieron y conocen la verdad, se hacen los distraídos y nos señalan con el dedo. Como si nadie tuviera nada que ver con lo que pasó. Políticos, jueces, empresarios, religiosos, sindicalistas y sobre todo terroristas, no son responsables.
Podemos discutir muchas cosas, pero las circunstancias son las que la época y la historia imponen y no la que a cada uno le gusta. Nadie elige el momento histórico que le toca vivir. Que llevemos 40 años de democracia, en todo caso, es más mérito nuestro que luchamos por ello, que quienes usufructúan los beneficios que les legamos y encima nos miran torcido. A nosotros nos tocó bailar con la más fea, y lo hicimos. Por lo menos un poquito de reconocimiento por el enorme sacrificio que aun estamos haciendo.
Perdón, pero lo tenía atragantado.
Hace 50 años, cuando a un militar lo sobrepasaba alguien más moderno, calladito la boca, presentaba su solicitud de retiro y se iba a su casa sin chistar. Así funcionaba el sistema. Disciplina, obediencia, ética y dignidad. Después Balza cambió hasta eso.
Ahora, a un general democrático desde la cuna, que se quedó en su puesto a pesar de haber sido sobrepasado en el grado por otro general más moderno, al que no proponen para el ascenso y a quien le piden que pase a retiro, aduce que por estar en el Estado Mayor Conjunto no depende del Ejército, sino de Defensa, y no sólo no pide el retiro, sino que se presenta a la Justicia para denunciar que lo “amenazaron” con sacarle el pase a su mujer, coronel médica, si no se retiraba. La noticia llegó a la prensa y hoy todos los medios se están haciendo un festín con este pequeño e innecesario escándalo. Finalmente, como si fuera un funcionario gubernamental y no un soldado, el general presentó su “renuncia indeclinable” a su cargo. Los militares no renunciamos a nada, nos retiramos.
En lo personal, me da muchísima vergüenza porque creo que esto le hace un daño innecesario a la institución.
*Coronel (R) Jorge Tisi Baña