Cada fin de año, las calles del centro de la capital deslumbran de manera singular gracias a las miles de bombillas repartidas por sus espacios más emblemáticos.
Sin embargo, este diciembre, como nunca antes, también lo hace la del Desengaño, situada en las laberínticas traseras de la Gran Vía, a pocos pasos del Primark. Y no es porque se haya incorporado a la ruta del habitual encendido navideño, pues la luz llega desde más abajo, desde las cristaleras de un negocio centenario al que se le ha devuelto la ilusión del primer día. La Droguería Riesgo , abierta en 1926, ha vuelto a nacer y, en esta ocasión, vuelve a estar gestionada principalmente por los bisnietos de su fundador, Manuel Riesgo.
A la llegada de decenas de personas al mostrador de el comercio, los trabajadores piden paciencia: «Tan solo llevamos unos días abiertos, aún nos falta mercancía y el proceso es lento». A principios de verano, y por primera vez desde hace más de 150 años, este negocio bajó la persiana aparentemente de manera indefinida y colgó un cartel en el que informaba a los clientes de que habían cerrado, animándoles a que hicieran pedidos online. Fachada de la Droguería Riesgo, situada en el número 22 de la calle del Desengaño Tania SieiraTras varias generaciones de prosperidad, relata Ramón –bisnieto y uno de los socios que ha recuperado el legado del fundador–, la quinta llevó a esta droguería a quedar sumergida en una crisis financiera .
«Parte de la familia vendió su parte del grupo. Otros no vendimos, pero se hicieron con la mayoría de la empresa unas personas que lo llevaron a un callejón sin salida», cuenta a ABC.Este otoño, tras haberse presentado una oportunidad que no pudieron dejar pasar, entre varios sucesores de Manuel Riesgo y un amigo de la familia, consiguieron hacerse con el negocio de nuevo.Noticia Relacionada estandar No Una inyección de 8 millones para revitalizar comercios centenarios Miguel Ángel Roca Durán Ayuso homenajea a 150 negocios históricos y anuncia ayudas a la digitalización, reforma y más promociónLa sensación, continúa explicando Ramón, es de «satisfacción», pero también de «compromiso» con sus clientes.
«Antes había unos almacenes grandes en Villaverde y todo lo comprábamos ahí. Ahora, nos hacemos con la mercancía de la misma calidad, pero nos la envasan terceros, por lo que la logística se ha complicado», apunta. La de la familia Riesgo no es una droguería al uso, lo saben los dueños, pero también son conscientes de ello los vecinos del barrio y los clientes de todas partes de la región que acuden a estas instalaciones en busca de insecticidas, ácido hialurónico o pigmentos para pintura, entre otro centenar de productos. «Durante las semanas que estuvimos cerrados, la gente llamaba a la puerta, apuntaba las cosas que querían antes de tener nada abierto.
El teléfono no dejaba de sonar, a pesar de que no lo habíamos publicado», cuenta Ramón sobre los días previos a su inauguración, el pasado 25 de noviembre. Tal fue el entusiasmo de los clientes, que decidieron colgar un cartel con una dirección de correo electrónico a la que podían mandar aquello que solían adquirir en este negocio.Interior de la Droguería Riesgo, el siglo pasado ABCEs la elevada variedad de productos lo que diferencia al negocio situado en el número 22 de la calle del Desengaño y que comenzó siendo una herboristería abierta por el catalán catalán Rafael San Jaume Riera, hasta que Manuel Riesgo llegó a la capital desde Asturias y cogió su traspaso con acciones de Autobuses de Luarca, lo que hoy es la empresa Alsa , y de la que también fue fundador. Entre la infinidad de productos que se encuentran en su inventario hay ácido ascórbico, jabón natural, colágenos para tomar y para cosmética, edulcorantes, manteca…Algunos de los productos del establecimiento Tania Sieira
Fuente ABC